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El desfiladero de La Hermida es, además de impresionante, el más largo de España. Se localiza en el sector occidental de Cantabria, y se trata en realidad de un conjunto de angostas gargantas que se forman, a lo largo de 21 km de largo, en el macizo de Ándara, en el límite entre Cantabria y Asturias. Por él discurre el río Deva encajonando entre murallones que llegan a alcanzar hasta 600 metros de alto. El mirador de Santa Catalina es uno de los mejores para contemplar desde las alturas este paraje natural, enmarcado en el horizonte por los imponentes Picos de Europa.
VISTAS VERTIGINOSAS
El paraje natural de La Hermida no solo resulta una excursión inolvidable, también regala vistas impresionantes. Además esconde en su camino pueblos montañeses, pequeñas joyas etnográficas y artísticas, que se pueden descubrir con propuestas activas. La ruta más habitual y completa para recorrer el desfiladero comienza en Unquera, etapa obligada para acceder desde la costa a la comarca rural de La Liébana en la que se emplaza la garganta. Desde esa localidad hay que seguir la estrecha y sinuosa carretera N-621, creada el año 1863 para conducir la madera de los bosques interiores hasta los puertos costeros.
Esta vía toma dirección a enclaves coquetos como Lebeña, en el final del desfiladero, e incluye poblaciones como Potes, capital del valle lebaniego. El trayecto está decorada por bosques de robles, hayas y castaños, árboles esplendorosos en otoño, además de desvíos a algunas cascadas y pozas fluviales. Desde la carretera, ya se señaliza el desvío hacia la garganta de La Hermida.
OBRA PÉTREA DE LA NATURALEZA
El estrecho cañón de La Hermida, excavado por el río Deva, marca el límite entre Cantabria y Asturias. Con 21 km de longitud, corre encajado entre paredes calizas que en algunos tramos superan los 600 m de altura, un corredor que flanquea el macizo oriental de los Picos de Europa, y que en tiempos pasados ya sirvió de muro defensivo de los pueblos cántabros ante los romanos. Hoy los dueños del paraje son los buitres leonados y los quebrantahuesos (el área está catalogada como Zona de Especial Protección para las Aves), mientras el Deva, río de salmones y truchas, nutre la gastronomía local.
PUEBLOS DEL CAMINO
Nada más llegar a la pequeña aldea de La Hermida, el viajero se siente bendecido por la imagen de la Virgen de la Cueva colocada en la entrada. Este antiguo cruce de caminos es el mejor punto de partida para acceder al desfiladero homónimo y a la aldea que le da nombre, antiguo centro termal. No es el único núcleo que se sitúa en esta ruta. Cicera, por ejemplo, espera con sus casas de piedra con soportales de madera y varias rutas senderistas, como la de las Agüeras y la Mitológico; esta última conduce al mirador de Santa Catalina, situado junto a los vestigios de la Bolera de los Moros, un bastión originario del siglo VIII. Otro pueblo para descubrir es Linares que conserva la hermosa Torre del Portón, en realidad una atalaya defensiva medieval que se funde en el paisaje montañoso de alrededor. Por su lado, Bejes, típico pueblo de montaña, pide paso en la visita con aroma a su famoso queso picón.
POTES, CAPITAL LEBANIEGA
El pueblo de Potes es uno de los más buscados de la comarca lebaniega por su tipismo y su belleza. Suele ser, además, punto habitual de partida para de varias excursiones, como la que conduce hasta La Hermida, a través de la montaña cántabra. La villa era ya en el siglo X el corazón de La Liébana, como bien plasma su casco antiguo, declarado Bien de Interés Cultural. La Torre del Infantado, hoy Ayuntamiento, es uno de los edificios más emblemáticos de la villa. Fue erigido en el siglo XV como símbolo del poder de los duques del Infantado. La antigua iglesia de San Vicente (siglo XIV) comparte la plaza con la parroquia actual. Otra seña de identidad de este pueblo son sus puentes: el de San Cayetano y el de la Cárcel, que enlazan edificios nobles de épocas diversas, como la Torre del Orejón de la Lama, con sus blasones. En Potes se puede visitar la Casa del Oso Pardo, un museo instalado en la Casa del Capitán, dedicado a este animal emblemático de Cantabria.
SANTA MARÍA DE LEBEÑA, UN TESORO INESPERADO
El río Deva también acompaña en el camino hasta encontrar el desvío al pequeño templo de Lebeña, en el municipio de Cillorino, cuya iglesia de Santa María está considerada el mejor ejemplo de arquitectura mozárabe de Cantabria. Se dice que esta modesta pero delicada iglesia fue levantada el año 925 por los condes de Lebeña, quienes querían trasladar aquí los restos de santo Toribio. Aunque no pudo ser, el templo primitivo sí fue erigido en aquella época. El delicado interior resalta por varios detalles escultóricos. En él se guarda una Virgen fechada en el siglo XV. Alrededor de la iglesia, dominada por el Pico Ventosa (1.341 m) y rodeada por un paisaje de intensas tonalidades, destaca un tejo milenario, árbol considerado sagrado por los antiguos pueblos cántabros.
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