Explica Karl Kraus que la ciudad austríaca de Bad Ischl siempre le ha parecido un escenario, “como si las montañas circundantes no fueran más que una especie de decoración colocada sobre la Ringstrasse vienesa”. En tono satírico, el escritor austriaco escribía estas líneas en 1894 para describir la vida veraniega en la capital del Salzkammergut mientras trabajaba como corresponsal del periódico Neue Freie Presse. Por aquel entonces, hacía tiempo que la pequeña localidad se había convertido en una ciudad balneario famosa por sus manantiales de agua salada que frecuentaban la élite vienesa y la familia imperial.
El elegante Bad Ischl de las crónicas de Kraus aún pervive en la arquitectura, caracterizada por el estilo tradicional alpino con influencias italianas y vienesas. Ejemplo de ello son las bellísimas villas, los cafés, hoteles y casinos fin de siècle, y los jardines a los que acudían celebridades austriacas y del resto de Europa.
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![Salzkammergut](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/10/salzkammergut_256f846a_387426385_240610153749_1200x801.jpg)
Bad Ischl, la ciudad balneario
Por sus calles pasearon durante la segunda mitad del siglo XIX Francisco José I e Isabel de Baviera (más conocida como Sisi), quienes se conocieron y comprometieron en la Villa Imperial, ubicada al norte de la ciudad. Al otro lado del río Ischl, se alzan las mansiones Lehár y Seilern, el Kurpark (Parque de Balneario) y el Trinkhalle, el pabellón con aspecto de templo griego en el que se tomaban las aguas. Mención especial merece el Café-Konditorei Zauner, café imperial y real desde 1832 donde se pueden degustar los dulces favoritos de la Emperatriz entre imágenes históricas.
Atraídos por la belleza y el prestigio de Bad Ischl, se trasladaron hasta allí los músicos Johann Strauss y Franz Léhar, artífices de la opereta, género musical derivado de la ópera desarrollado en el siglo XIX, primero en París y después en Viena. Encontraron inspiración en el paisaje, desde la montaña Katrin, que se eleva sobre el pueblo, hasta el monte Traunstein y los lagos que caracterizan la región de Salzkammergut. Gustav Mahler se enamoró del lago Attersee, mientras que Johannes Brahms eligió Gmunden como lugar de veraneo. Alfred Nobel y Sigmund Freud también vinieron a experimentar los beneficios del agua salada de Bad Ischl.
![Altausse](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/10/altausse_4009571e_240610155010_1200x648.jpg)
La región de la sal, capital europea de la cultura
La región prosperó gracias a la sal a partir del siglo XIII con la dominación de los Habsburgo, que hicieron del mineral un monopolio real durante 600 años aproximadamente. Sin embargo, su extracción se remonta a 7.000 años atrás y está estrechamente relacionada con el agua y la madera; el llamado «oro blanco» se transportaba en embarcaciones a través de los ríos y lagos hasta las grandes ciudades. Aún hoy, los visitantes pueden conocer el mundo de los mineros, los carpinteros y los «vigilantes del agua» en Hallstatt y Altausse. Los visitantes se adentran entonces en el mundo de aquellos antiguos mineros, pero también de los carpinteros que construían las barcas y de quienes las gobernaban corriente abajo.
Este 2024, la región de Salzkammergut con Bad Ischl como ciudad principal ostentan el título de Capital Europea de la Cultura bajo el lema “La cultura es la nueva sal”, haciendo referencia a la importancia de este mineral a lo largo de la historia. Un total de 23 municipios de Alta Austria y Estiria forman parte de la región de la Capital de la Cultura con un programa que mira al pasado para explorar las perspectivas de futuro de la región y su relación con Europa y el mundo, conectadas y reforzadas por el arte y la cultura.
![Traunsee](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/10/traunsee_fac9eae7_240610154551_1200x795.jpg)
Muchas de estas localidades están conectadas por tren en una ruta que atraviesa maravillosos paisajes. Hacia el noreste se bordea el lago Traunsee hasta llegar a Gmunden y su reconocible castillo Seeschloss Ort, que se alza sobre una pequeña isla. La silueta del monte Traunstein protagoniza todas las vistas de esta población de origen medieval y gran tradición ceramista. A escasos 20 km hacia el este, en Grünau im Almtal se extiende una reserva natural surcada por numerosos senderos que permiten conocer los bosques y lagos del valle de Almtal.
Después de recorrer el entorno del lago Traunsee –una experiencia sensacional es dar un paseo en barca–, conviene visitar el Altaussee y la localidad balnearia de Bad Aussee. Esta zona de tradición balnearia es otra de las puertas de entrada al mundo de la sal, con su historia minera y sus elegantes villas de veraneo a la sombra del macizo de Dachstein.
![Hallstatt](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/10/hallstatt_61f53515_240610162222_1200x800.jpg)
El sueño de Hallstatt
Hallstatt, al sur de Bad Ischl, se considera la joya más auténtica de Salzkammergut. Su núcleo peatonal de casas de madera se estira en la orilla oeste del lago Hallstätter. Con 7.000 años, sus minas de sal son las más antiguas del mundo. La visita empieza con la subida en un funicular hasta un mirador panorámico sobre el valle. Tras un corto paseo se accede a las galerías, donde se descubre la historia de la explotación de sal y las condiciones de trabajo de los mineros. El descenso de 64 m en tobogán aporta la dosis de emoción a un viaje que resume la esencia y belleza de Salzkammergut.
En Salzkammergut se han contabilizado un total de 76 lagos, algunos grandes y espectaculares; otros pequeños y secretos. Todos paisaje soñado para escritores y artistas, quienes ansiaban la «Sommerfrische», concepto que se refiere al aire fresco de la montaña en verano. Hoy, los lagos siguen dialogando con los pueblos y sus habitantes y escribiendo una historia relacionada con el agua, la madera y la sal, donde naturaleza y cultura van de la mano.