Ciudad emergente
Este joven municipio, todavía con mucho camino de desarrollo por delante, es el punto base desde el que comienza cualquier aventura para adentrarse a la selva amazónica que rodea el Guaviare. Mezcla de colonos e indígenas de diferentes etnias —como los Jiw, Tucano Oriental y Nukak, que se asentaron en esta zona desde la época prehispánica—, esta ciudad se ha convertido en una de las más concurridas para sumergirse de lleno en la belleza de la Amazonía.
En la misma ciudad vale la pena recorrer el Parque de la Constitución, llena de ceibas y otros árboles nativos, donde disfrutar de este oasis paz y tranquilidad en medio de la urbe. En uno de sus laterales se encuentra también la Catedral de San José del Guaviare, un templo sencillo en el que también se presiente el sincretismo religioso-indígena en sus características arquitectónicas similares a las malocas indígenas. Y no puede faltar un paseo por el malecón de puerto del río Guaviare, lleno de bares y pubs, y a donde cada día llegan y parten productos de consumo, como frutas, pescados y verduras, pero también industriales.
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Alrededor del Guaviare
Son muchas las excursiones que se pueden hacer alrededor del departamento del Guaviare. Descubrir la selva, su naturaleza única y sorprendente, su cultura, su historia, su gastronomía y las comunidades indígenas —algunas de ellas no contactadas— que las habitan, es el gran atractivo de viajar hasta aquí.
Esta inmersión es fundamental hacerla de la mano de expertos en turismo local para disfrutar al completo de toda la experiencia. Profesionales como Onca Trips guiarán a los viajeros a través de un viaje real en medio de la selva colombiana, recorriendo diferentes puntos del Departamento al tiempo que conocerán de primera mano la historia y las culturas indígenas de la zona y disfrutarán de comidas locales.
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Cerro Azul, arte rupestre
La visita más imponente, en términos de naturaleza e historia, en San José del Guaviare es la visita al Cerro Azul, en la puerta al Parque Nacional Natural Serranía del Chiribiquete, uno de los yacimientos más grandes y con más concentración de arte rupestre de Sudamérica.
Ubicado en medio de la Serranía de la Lindosa y las montañas rocosas del escudo guayanés, esteyacimiento arqueológico guarda en su interior pinturas rupestres de 12.000 años de antigüedad que han sido custodiadas y resguardadas hasta la actualidad por las comunidades campesinas de la zona.
Llegar hasta los cuatro paneles que conforman el yacimiento, plagados de imponentes pinturas rupestres, es posible realizando una ruta de trekking recorriendo la selva con una duración de tres horas y media. En todas ellas hay más de 200 figuras diferentes, representaciones de flora de la época, como plantas de yajé o de yopo, fauna, constelaciones y figuras antropomorfas o en posición de veneración. Su inmensidad no llama la atención hasta que el visitante se encuentra delante de cada una de ellas, pues con la vegetación de la selva es imposible hacerse una idea de la magnitud que tienen y la cantidad de simbología que se encuentra plasmada sobre esas piedras. De hecho, hay algunos paneles que cuentan con hasta 1.200 metros cuadrados de pinturas rupestres. Además, lo más interesante, es que estas pinturas fueron descubiertas entre los años 2014 y 2015 y se encuentran en casi perfecto estado de conservación.
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Puerta de Orión, el tesoro geológico
Tras una ruta por el interior de la selva, conociendo plantas, vislumbrando aves e insectos de todo tipo y descubriendo los sonidos de la jungla, se abre al viajero una explanada rocosa en donde aparece la Puerta de Orión. Con las de 12 metros de alto y 15 metros de ancho, esta imponente estructura rocosa es una de las bellezas geológicas más sorprendentes de la zona. Su nombre, dado por los pobladores locales, hace referencia a que, a través del boquete de su interior, cada diciembre es posible ver el cinturón de Orión. También dicens en los equinoccio de invierno y de verano se puede ver el sol a través del agujero de su interior.
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Balneario natural
Uno de los grandes atractivos del Guaviare son las numerosas pozas naturales que se encuentran en los alrededores del departamento formando piscinas de aguas cristalinas en donde poder disfrutar de un baño en medio de la naturaleza como el Balneario de Tranquilandia. Este oasis de paz y tranquilidad, localizado muy cerca de la Puerta de Orión, permite a los visitantes disfrutar de las aguas del caño Sabana. Su particularidad es, no solo la posibilidad de refrescarse, sino también de recorrer la senda del río y ver cómo a partir de junio cambia la tonalidad de sus aguas hacia rosado a causa de las algas de agua dulce que abundan en el lugar.
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Dormir en plena selva
El auge del ecoturismo es uno de los puntos fuertes del Departamento de Guaviare y una de las experiencias más inolvidables para cualquier turista que se precie a viajar hasta aquí. Uno de esos lugares es el Naturlog Playa Güio, un ecolodge ubicado a 12 kilómetros de la ciudad, hasta el que se llega cruzando un río. El proyecto surgió en 2004 por varias familias que, en un intento de erradicación de cultivos ilícitos en la zona, encontraron en el ecoturismo, la fauna y la naturaleza, una forma de vida. Actualmente cuentan con tres casitas individuales para alojar viajeros, pero también con un campamento múltiple donde jóvenes, estudiantes e investigadores de la zona, se alojan durante temporadas y lo utilizan como campo base.
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Navegar hasta la laguna
Muy cerca de allí se encuentra la Laguna Negra, otro de los atractivos del departamento. Lo más bonito no es la laguna, es el recorrido en bote a motor —aunque también se puede realizar en canoa de manera individual— hasta llegar hasta ella. En el viaje se ven todo tipo de fauna como tortugas, garzas, babillas, martín pescador o pava hedionda, una de las aves más peculiares del mundo por no haber evolucionado prácticamente desde la Prehistoria.
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Entre rocas precámbricas
Surcando el río Guayavero hacia arriba aparece un cañón que se encajona poco a poco creando una suerte de entorno paisajístico rodeado de rocas precámbricas que impacta a cualquier viajero que se embarque en esta aventura. En el recorrido aparecen aves de todo tipo y unos animales realmente peculiares y únicos del Amazonas, los delfines rosados, también conocidos como toninas o delfín gris de agua dulce.
La excursión llega hasta la comunidad Raudal del Guayabero, donde el turismo comunitario aunado las rutas por la naturaleza y travesías alrededor del río ha quitado espacio a las actividades ilícitas. Desde allí se realizan diferentes rutas de trekking por la naturaleza llegando hasta lo alto de la montaña para vislumbrar desde el mirador del Tepuy la inmensidad del Amazonas, recorrer grutas, bañarse en la poza de los enamorados y en su cascada o ver pinturas rupestres. Además, también ofrecen almuerzos centrados en la cocina local, especialmente en la pesca como la cachama o el bagre.
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Visitar una comunidad (real) indígena
A hora y media de la ciudad, dentro del Parque Nacional del Chiribiquete, se encuentra el Resguardo Indígena de El Itilla, un pueblo indígena de la etnia Tucano-Oriental que es posible visitar. Viven en el municipio de Calamar, un pueblo campesino donde también tiene presencia el Resguardo Indígena de La Yuquera. Llegar hasta allí ofrece al visitante la oportunidad de sumergirse de lleno en la cultura indígena conociendo de primera mano su cultura, su historia, su cosmovisión y su gastronomía. Allí es posible ver cómo preparan los alimentos y degustarlos, además de poder alojarse durante una noche en la maloka, el espacio común donde convive toda la comunidad.
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Cocina local
Algo que se debe hacer de manera prácticamente obligada en cualquier viaje a la Amazonía es conocer su cultura gastronómica. Basada especialmente en la yuca y sus derivados —casabe, tucupí y fariña—, en los pescados de río como el bagre, el paiche y la cachama, y en las frutas como arazá, copoazú, acaí, pacay, yurí, la cocina amazónica es una suerte de gastronomía sinigual que sorprende a cualquier viajero que se lance a probarla. Es deliciosa, umami y realmente impactante por darle la oportunidad al comensal de descubrir registros de sabores nunca antes degustados.
En la ciudad de San José del Guaviare se puede probar la cocina amazónica en diferentes lugares. Los más importantes son el restaurante Resguardo Indígena Panuré y Kakurí. En ambos la cocina amazónica de casa es la esencia de la carta, junto con los jugos de frutas amazónicas. Todas sus recetas han pasado de generación en generación de forma oral y ahora se difunden en estos restaurantes para que locales y forasteros aprendan un poco más sobre su cocina. También vale la pena acercarse a Amazónico Cosecha Salvaje, una heladería donde trabajan exclusivamente frutas amazónicas.