«Good girls go to heaven, bad girls go to Benidorm». Con esta frase estampada en una camiseta multicolor se despedía Mariang Maturana, una de las mitades de ‘La pija y la quinqui’, tras su paso por Benidorm Fest. Y es que lo decadente vuelve a estar de moda, por lo que no es de extrañar que la capital de la Costa Blanca saque pecho y se reapropie de esa fama de “pecadora” que se ganó en los años sesenta.
Una etiqueta que, por cierto, el obispo Pablo Barrachina y Esteva quiso redimir con una procesión en la que se cargó a hombros la enorme cruz que ahora corona uno de los mejores miradores de la ciudad. A esta nostalgia sesentera, se ha sumado el hotel Barceló Benidorm Beach con la recuperación de una de las grandes joyas arquitectónicas de esta década.
![shutterstock 2225665977](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/05/16/shutterstock-2225665977_cd9ada93_240516123549_550x807.jpg)
Un paisaje indómito
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![Barcelo Benidorm Beach M Yllera 34](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/05/23/barcelo-benidorm-beach-m-yllera-34_3a072434_240523115505_1200x1680.jpg)
En primera primerísima línea, se erige este hotel cuatro estrellas (recomendado para adultos) que, en unos meses, dará la bienvenida al verano por primera vez tras su apertura. Fue el estudio de interiorismo Ilmiodesign el encargado de darle una nueva vida a este edificio que supuso un icono en los años sesenta y setenta. Un estilo vibrante y cosmopolita, que se inspira en el glamour de la época, pero sobre todo en los colores y códigos del Mediterráneo.
Cerámicas, celosías, mosaicos y estampados geométricos se funden con tonalidades marinas. Techos, paredes, mobiliario y ropa de cama se tiñen de azul y aguamarina para que no se te olvide —si eso es posible— que el mar se encuentra a solo unos metros de distancia. Detalles rojizos se incorporan a esta paleta cromática, para evocar los intensos atardeceres que caen entre el skyline alicantino.
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![Barcelo Benidorm Beach M Yllera 54](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/05/23/barcelo-benidorm-beach-m-yllera-54_fbdbadde_240523115515_1200x800.jpg)
El mar, omnipresente, se divisa también desde el balcón de sus habitaciones superiores y las exclusivas terrazas de su Junior Suite. Si se quiere desconectar, el sonido de las olas rompiendo es la banda sonora de las noches. Aunque raro será decir adiós a la ciudad, sin haber pasado por sus míticos bares temáticos y los pubs que cruzan la ciudad. ¿Y para comer? Solo hay que poner rumbo a La Santa María, el restaurante con vistas a la playa del Levante y una rica selección de tapas viajeras. Un perfect match entre Latinoamérica y el Mediterráneo con platos como jamón ibérico con mango, patacones con carne mechada, cruasán de rabo de toro o ensalada de salazones, un gran clásico de la terreta.
![shutterstock 1326936953](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/05/17/shutterstock-1326936953_00000000_dc6c5c5f_240517120634_550x807.jpg)
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![Barcelo Benidorm Beach M Yllera 80](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/05/23/barcelo-benidorm-beach-m-yllera-80_d4bdde8c_240523115529_1200x1681.jpg)
¿EL NUEVA YORK MEDITERRÁNEO O EL SIN CITY ESPAÑOL?
Como no podría ser de otro modo en el Nueva York del Mediterráneo —llamada así por ser la ciudad española con más rascacielos por habitante y la segunda a nivel mundial detrás de la estadounidense—, lo mejor se esconde en la última planta. Además de piscina y solarium, en el B-Heaven Rooftop Bar se puede brindar con uno de los deliciosos cócteles de autoría propia y un twist mediterráneo. El Alicante Spritz con zumo de naranja y vino espumoso o el Puig Campana con el níspero de Callosa d’en Sarrià (Denominación de Origen Protegida) como protagonista.
Pero si lo que se busca es un viaje para recordar, la Sin City española no se quiere quedar atrás. No hace falta visitar Nevada para poder sentirse como Ross y Rachel en Friends (“y la peor resaca del mundo”). Disfrazarse de Elvis Presley y Marilyn Monroe, dar el “sí, quiero” frente a un imitador de Freddie Mercury y celebrar una ceremonia falsa (pero muy divertida) en una azotea y con el skyline de Benidorm como testigo. ¿Hortera o kitsch? Quien tenga algo que decir que hable ahora o calle para siempre.