Valles intrincados, cabañas pasiegas diseminadas por un paisaje de pastos escarpados y gentes de carácter reservado. Los Valles Pasiegos (el Pas, el Miera y el Pisueña) representan una de las más bellas imágenes de Cantabria. Por eso, caer rendido a sus encantados es cosa fácil. Más aún si este paisaje ofrece la atmósfera necesaria para localizar una historia imaginada.
“Me parece un territorio espectacular y muy variado, a nivel paisajístico y cultural. Cantabria no sólo es un escenario que suma misterio y magia a la historia que contamos, su mitología también juega un papel dentro de la serie, con el Ojáncanu y las Anjanas. Cuando elijo un espacio donde desarrollar una historia quiero que, de alguna manera, ese lugar hable también sobre los personajes de la historia. En este sentido, Segunda muerte es la historia que es gracias a Cantabria”, cuenta a Viajes National Geographic Agustín Martínez (integrante de Carmen Mola, La caza: Monteperdido), creador de la nueva serie original Movistar Plus+ recién estrenada en la plataforma.
De la importancia de los escenarios en los proyectos audiovisuales sabe mucho Beatriz Sanz, jefa de localizaciones de esta ficción de seis capítulos. “Son una de las partes fundamentales de cada proyecto, un elemento imprescindible para reproducir fielmente lo que se busca según el guion. En este caso, ya que se llevaba a cabo en escenarios 100% naturales, la ficción se alimenta de grandes dosis de realismo”, detalla sobre un trabajo que no resultó nada fácil.
“El guion de Agustín ya estaba muy marcado con localizaciones como los Valles Pasiegos, el túnel de la Engaña o la fábrica de papel Sniace en proceso de desmantelamiento. El verdadero reto fue encontrar otras localizaciones que se ajustasen al guion. Arrancamos el proyecto en busca de más de 60 localizaciones, desde el interior de una cabaña abandonada hasta un pozo, casi todo exteriores, por lo que nos recorrimos casi toda la zona oriental de Cantabria en busca de esos posibles decorados. Fue un trabajo arduo, pero a la vez gratificante. Descubrimos muchas zonas de Cantabria que no habíamos pisado aún”, detalla Beatriz Sanz.
Una cabaña pasiega
En una cabaña aislada del valle pasiego del Miera, Sandra (Georgina Amorós), una joven auxiliar de policía, halla un cadáver que no debería estar ahí. Se trata de una mujer, Juliana, que ya fue enterrada hace años. “Había visto imágenes de las cabañas pasiegas y sus valles, y me parecía que daban a la historia el tono de aislamiento y misterio que estaba buscando. De hecho, una de las primeras ideas de Segunda muerte es el hallazgo del cadáver de Juliana en una de esas cabañas”, detalla el creador.
Enclavado en los Valles Pasiegos está Liérganes, un pueblo que presume de ser de los más bonitos de España (según Viajes National Geographic). Es aquí donde se sitúa la acción principal de la serie. Sandra, la protagonista, es una chica con altas capacidades intelectuales que abandonó su futuro en una multinacional tecnológica en Madrid para volver a su pueblo, donde trabaja y es madre de un niño de seis años que ha criado ella sola.
Liérganes en todo su esplendor
“Liérganes es un pueblo precioso, cargado de magia. Es una pena que, aunque llegó a estar previsto, al final no incluyéramos la historia del Hombre Pez. Por otro lado, aunque sea un lugar pequeño, representa un mundo más moderno, el pueblo donde quieren vivir los jóvenes, que está bien comunicado con Santander, en contraste con la vida que han llevado sus padres en los Valles Pasiegos”, detalla Agustín Martínez. Esa leyenda a la que alude el creador cuenta cómo, en 1674, Francisco de la Vega –apodado después como el “Hombre Pez de Liérganes”– se fue a nadar con unos amigos al río Miera y desapareció; le dieron por ahogado. Cinco años después, en la otra punta del país, unos pescadores lo hallaron en la bahía de Cádiz. Había desarrollado escamas y sólo era capaz de pronunciar una palabra: Liérganes.
La jefa de localizaciones de Segunda muerte no duda en destacar todas las bondades que ofrecía Liérganes (y su gente) a la serie, que eran muchas. “Es un decorado perfecto: el empedrado de sus calles, los balcones llenos de flores, el puente romano, las imponentes casonas, el balneario… Pero, sobre todo, está la generosidad que han tenido tanto el alcalde como todos los residentes a la hora de rodar. Éramos un equipo de 80 personas, con vehículos de rodaje… En un sitio tan pequeño, esto es muy invasivo y rodar durante tres meses ha sido un verdadero reto. Nos han puesto todo tipo de facilidades”, agradece.
En el momento en que arranca la serie, Sandra atraviesa un momento personal complicado e intentará mantenerse al margen de la investigación que comienza con el hallazgo del cadáver. Por un lado, Castro (Joel Bosqued), pareja y padre de su hijo, está a punto de salir de la cárcel. Por otro, desde hace unos meses, la joven cuida también de su padre, Tello (Karra Elejalde), un reconocido exagente de la UCO con principio de demencia senil con el que tanto Sandra como Castro mantienen una complicada relación. Pero un giro inesperado en el caso involucrará de lleno a Sandra, y acabará con su tranquilidad y la del lugar. Es así como la serie aborda una investigación policial en un entorno muy local.
“Me gusta ambientar las historias en localidades pequeñas porque son como un reflejo a pequeña escala de nuestra sociedad. La sensación de claustrofobia viene dada porque en ese pueblo todo el mundo se conoce, todos tienen vínculos o historias de pasado con los demás. Los lazos son muy estrechos. El paisaje de los Valles Pasiegos, por otro lado, nos daba un espacio de aislamiento donde prácticamente cualquier cosa podía suceder sin que nadie se enterara. Esta combinación de comunidad pequeña y geografía aislada es lo que consigue esa sensación de prisión en la que a veces se mueve la historia”, afina el creador.
Entre el pasado y el futuro
La vida apartada queda reflejada en los padres de Tello (Joel Bosqued), pasiegos o ganaderos trashumantes. “Buscaba, sobre todo, mostrar dos estilos de vida. Por un lado, la del presente, en el pueblo, con una generación de jóvenes que ya no quiere vivir como lo hacían sus padres. Y, por otro, la de los Valles Pasiegos: un estilo de vida que ya se está perdiendo –son muy pocos los auténticos pasiegos que quedan en los valles– y que supone la entrega total al trabajo, vivir en función del ganado, aislados de todo el mundo y sin comodidades que a muchos ya nos parecen básicas. Ese contraste, que es una de las claves de Segunda muerte, creo que no se percibe de una manera tan clara en ningún otro sitio como en Cantabria. En apenas unos minutos, yendo del pueblo a los valles, uno tiene la sensación de viajar al pasado”, desvela Agustín Martínez.
Aunque la localidad cántabra de Liérganes es el escenario principal de Segunda muerte –con lugares emblemáticos como el balneario, la Casa de los Cañones, la estatua del Hombre Pez, el río Miera o el cementerio–, también la playa de Langre, la papelera Sniace [en fase de desmantelamiento] y el túnel de la Engaña tienen un rol importante en la serie. “Estas localizaciones aguantan casi todo el peso del thriller. Los valles están marcados por esa gente que vive allí, los pasiegos que, a veces, parece que se han quedado anclados en el tiempo, igual que el túnel de la Engaña, que se quedó parado en el tiempo y tiene un gran halo de misterio y tensión. Sniace es un capítulo donde la enfermedad de Tello aflora y hay una mezcla entre la realidad y la ensoñación a la que esos decorados “apocalípticos” ayudan y hasta son partícipes de la historia”, detalla Beatriz Sanz.