Truman Capote adoraba Nueva York: protagonizaba las mejores fiestas, conocía los secretos más insospechados de la jet set estadounidense y era el amigo y confidente de las mujeres más icónicas de la época, como su querida Marilyn Monroe. Sin embargo, el bullicio de la ciudad que tanto amaba le impedía concentrarse en su escritura. Y Truman Capote sabía que necesitaba tiempo y calma para encomendarse a la redacción de la que se convertiría en su novela más célebre: A sangre fría.
De ahí que, en la primavera de 1961, el escritor decidiera hacer las maletas y subirse al trasatlántico Flandre para viajar hasta el otro lado del Atlántico, junto a su pareja, Jack Dunphy. Ambos desembarcaron en Le Havre, atravesaron Francia en coche durante cuatro días y, el 26 de abril de 1960, llegaron a Palamós, un pequeño pueblo de la Costa Brava catalana en el que se instalaron para pasar unos meses dedicados a la escritura.
![Cala S'Agaró](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/05/29/cala-sagaro_a402b5c3_240529101415_1200x676.jpg)
Azul como el ojo de una sirena
Durante su tiempo en Palamós, Truman Capote le escribió una carta a un amigo en la que describía su pequeño oasis literario de la siguiente manera: «Esto es un pueblo de pescadores, el agua es tan clara y azul como el ojo de una sirena. Me levanto temprano porque los pescadores zarpan a las cinco de la mañana y arman tanto ruido que ni Rip Van Winkle (protagonista de un cuento de Washington Irving que se quedó dormido 20 años bajo la sombra de un árbol) podría dormir. Pero me va bien para trabajar, n’est ce pas?”.
La pareja pronto se enamoró de este hermoso rincón de la Costa Brava y acabó pasando no solo el verano de 1960, sino también los dos siguientes. En aquellos dieciocho meses, Capote y Dunphy vivieron en el Hotel Trias, en una casa situada frente a la playa de La Catifa, en el condado de Sant Jordi en Platja d’Aro, en un chalet en Sant Antoni de Calonge y, finalmente, en la masía de la Cala Sanià, construida sobre un acantilado con vistas al Mediterráneo.
Fue precisamente allí donde Truman Capote ordenó los más de 4.000 folios que conformaban el primer borrador de A sangre fría y se entregó a la creación de la gran obra maestra del nuevo periodismo estadounidense. Capote escribía únicamente desde la cama –aseguraba que no podía escribir a menos que estuviera acostado–, luego paseaba por la casa y los jardines en sus pijamas de seda, se acercaba al pueblo para ir a buscar el periódico a la calle Mayor –así se enteró de la inesperada muerte de Marilyn Monroe–, compraba dulces en la pastelería Collboní y regresaba a su casa blanca frente al mar.
![palamós](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/05/29/palamos_243f2c0b_240529105216_1200x742.jpg)
Una residencia literaria
Años más tarde, en 1966, Capote publicó A sangre fría, que rápidamente se convirtió en un éxito literario, manteniéndose durante 35 semanas en la lista de los libros más leídos de The New York Times. La historia del asesinato de la familia Clutter en un pequeño pueblo de Kansas conmovió a lectores de todo el mundo y encumbró a Truman Capote como uno de los escritores más reconocidos de la segunda mitad del siglo XX.
La casa en la que gestó dicha obra es, actualmente, una residencia literaria gestionada por la Fundació Finestres. Cada mes, la fundación invita a cuatro escritores o escritoras a pasar unos días entre las paredes que cobijaron a Truman Capote, dándoles la oportunidad de disfrutar de la calma y la belleza de este maravilloso entorno, para trabajar en sus proyectos y dar a luz obras que sacudan el panorama literario como lo hizo A sangre fría.