Los orígenes de la localidad de St. Gallen se remontan al año 612 cuando un monje de origen irlandés, Galo, eligió para su retiro espiritual un rincón excavado en la roca de la zona, tras recibir lo que él consideró «una señal divina». En la actualidad, aquel enclave que nació como un eremitorio aislado se ha convertido en la mayor ciudad del este de Suiza donde se atesora una abadía con una de las bibliotecas más artísticas de Europa.
Suscríbete a nuestra newsletter para descubrir cada domingo los viajes más sorprendentes
![st gallen](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/03/st-gallen_dbb016f0_240603114633_1200x796.jpg)
TODO EMPEZÓ CON UN TRONCO Y UN OSO
La leyenda cuenta que el eremita iba caminando cuando cayó en una zanja y vio su vida amenazada por un oso al que ahuyentó con un tronco. Interpretando que «aquello era una señal divina», decidió asentarse en aquel lugar y usar el tronco para empezar a erigir un refugio en las rocas donde cobijarse. Ya fallecido el monje, la veneración al asceta fue sumando devotos con el tiempo, por lo que un siglo después, el año 747, se decidió construir una abadía benedictina que pronto se convirtió en un lugar de peregrinaje y centro de eruditos. Hoy el monumento está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por su valor histórico y artístico y la belleza de su abadía y biblioteca, que se suman al valor arquitectónico de la magnífica catedral erigida junto al recinto monacal en 1847, en pleno centro medieval.
![St Gallen](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/03/st-gallen_fe7e769c_2438067709_240603113533_1200x800.jpg)
UNA BIBLIOTECA QUE ES UNA JOYA
Aunque gran parte de la abadía fue destruida durante los años de la Reforma protestante, su magnífica biblioteca se salvó de forma milagrosa. Su sala central fue realizada por Peter Thums entre 1758 y 1767, siendo hoy considerada una obra maestra del rococó centroeuropeo. Contiene más de 170.000 libros y documentos, destacando una valiosa colección de manuscritos de los siglos VIII al X. Sin embargo, solo unos 30.000 quedan a la vista, ya que el resto se esconden y protegen tras los paneles de madera de las paredes. La decoración de la biblioteca muestra estanterías, esculturas, querubines, suelos de madera en taraceas y un techo decorado con estucos y trampantojos.
![St Gallen](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/03/st-gallen_6b3348b6_240603113744_1200x797.jpg)
LA MAJESTUOSA ABADÍA DE ST. GALLEN
Este monumento situado en pleno casco histórico de la ciudad suiza es uno de los ejemplos más magníficos de arquitectura barroca del país. Se eleva sobre un patio lleno de fuentes, pero el recinto no solo abraza el cenobio. Con el tiempo ha añadido la catedral barroca adosada, la bellísima Stiftsbibliothek que es la biblioteca más antigua que se conserva en Suiza y un enigmático lapidarium con vestigios arqueológicos. De la abadía original fundada el año 747, y que vivió su esplendor en los siglos IX y X, solo queda la cripta con las tumbas de los monjes que la habitaron. Pero sus cimientos dieron paso a un recinto monacal que se fue ampliando con dependencias hasta alcanzar en 1767 su aspecto actual.
![st Gallen](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/03/st-gallen_89bd0f59_287242190_240603113723_1200x797.jpg)
UNA CATEDRAL ABACIAL
Este templo vecino a la abadía de St. Gallen se alza hoy precedido por las dos torre gemelas de sus esbeltos campanarios. En el interior amplio y luminoso destacan los techos decorados con frescos de Josef Wannenmacher, el coro con sillería barroca de madera labrada, el altar Mayor, el púlpito adornado con la figuras de los Evangelistas y ángeles, y hasta 16 confesionarios barrocos decorados con medallones.
![st gallen](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/03/st-gallen_204dea6a_240603113831_1200x800.jpg)
OTROS ENCANTOS DE ST. GALLEN
San Galo es hoy una ciudad universitaria y cultural, llena de teatros y museos. La Plaza del Mercado es el corazón de la villa desde la Edad Media. Hoy está rodeada de bellos edificios construidos en los siglos XVII y XVIII, cuyas fachadas lucen bellas pinturas. Esta localidad prosperó en el siglo XIX en el contexto de Europa gracias a la industria textil. Sobre esa época habla el Textilmuseum, exhibiendo además maquinaria, documentos y tejidos antiguos procedentes de lugares lejanos, como los procedentes de tumbas coptas de Egipto o delicados encajes y bordados flamencos. La muestra de este museo también alude a aspectos sociales de aquella época, así como de los diseños entonces de moda. El Museo de Historia se centra en el pasado y los habitantes de esta zona.