Existen, en nuestro planeta, un sinfín de fenómenos naturales que, pese a haber acompañado al ser humano desde el inicio de los tiempos, nunca dejan de sorprendernos. Uno de ellos es el famoso sol de medianoche, también conocido como «noches blancas», que tiene lugar durante los meses de verano en las regiones más próximas al Círculo Polar Ártico.
Este fenómeno, causado por el ángulo de inclinación de la Tierra, hace que, en las fechas cercanas al solsticio de verano, el sol no se llegue a poner nunca en algunas zonas de Noruega, Finlandia, Suecia, Rusia, Islandia, Groenlandia, Alaska y Canadá. En estos lugares, el astro rey desciende hasta tocar el horizonte y, justo después, empieza a subir de nuevo, dando continuidad a días que parecen no tener fin. A esas horas, el mundo se tiñe de una luz dorada muy especial, que únicamente se puede contemplar en los destinos que destacamos a continuación.
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Islas Lofoten y Vesteralen, Noruega
El primer destino en el que se puede disfrutar de este maravilloso fenómeno son las islas de los archipiélagos de Lofoten y Vesteralen, situados en el Mar de Noruega. Ambos lugares poseen paisajes de una belleza extraordinaria, en los que los fiordos se fusionan con las aguas marinas y la costa es salpicada por playas de arena blanca y pequeñas aldeas de pescadores. En una de las islas de Lofoten, además, se encuentra el famoso Museo Vikingo de Lofotr, construido en el territorio en el que se encontraron los vestigios del edificio vikingo más grande jamás hallado. De ahí que, además de contemplar el sol de medianoche, se puedan realizar muchas otras actividades interesantes en un viaje a estas islas.
Troms, Noruega
Otro lugar indicado para contemplar el sol de medianoche en Noruega es la ciudad de Tromso, situada en la provincia de Troms, que cuenta con 24 horas de luz diurna durante todo un mes. Los que prefieran alejarse de la ciudad y adentrarse en las áreas más naturales de este hermoso territorio, podrán descubrir las noches blancas en las islas de Senja, Ringvassøya o Kvaløya, o bien en la localización de Sommarøy, donde los vecinos se han planteado adoptar una “zona sin horarios” en verano, ya que durante varios días el sol no se pone y, en consecuencia, los habitantes no siguen ningún tipo de horario. La región de Lyngenfjord también es un destino ideal para realizar senderismo o rutas en bici, mientras sucede este curioso fenómeno.
Hammerfest, Noruega
La ciudad de Hammerfest es no solo una de las más septentrionales de Noruega, sino también de todo el planeta. Esta antigua villa nórdica, fundada en el año 1789, destaca por ser un importante centro de la cultura sami. Además, posee un interesante Museo de la Reconstrucción en homenaje a las batallas que se libraron sobre este territorio durante la Segunda Guerra Mundial. De ahí que viajar a esta localidad para observar el sol de medianoche pueda ser tan solo una excusa para disfrutar de losmuchos otros atractivos que tiene la ciudad.
Cabo Norte, Noruega
El último destino noruego que recomendamos para vivir las noches blancas es el Cabo Norte o Nordkapp, que está situado en la zona más remota de Noruega y es el punto más al norte de la Europa continental. Situado en la provincia de Finnmark, el Cabo Norte está rodeado por un espectacular paisaje salpicado de fiordos, glaciares, islas e incluso renos que cruzan la cercana meseta de Finnsmarksvidda. En el propio cabo hay un monumento en forma de semiesfera con una gran bola de bronce que precisamente representa el sol de medianoche y también hay un museo dedicado a este fenómeno y un cine en el que se proyectan documentales y películas sobre naturaleza e historia. Además, el Cabo Norte cuenta con un restaurante famoso por ser “el restaurante más al norte de Europa”, en el que se puede cenar con unas hermosas vistas sobre el Océano Ártico.
Ivalo y Utsjoki, Finlandia
Finlandia dispone de muchos lugares desde los que se puede contemplar el sol de medianoche, sin embargo, algunos de los más destacados son las localidades de Ivalo y Utsjoki. La primera está situada a 20 kilómetros al sur del lago Inari y brinda la posibilidad de disfrutar de este fenómeno natural haciendo rutas de escalada, excursiones o rutas en canoa. La segunda es un rincón único en Finlandia, ya que es uno de los pocos lugares en los que la mayoría de la población es sami. En Utsjoki se pueden vivir las noches blancas paseando por la tundra, durmiendo en pequeñas cabañas de madera o incluso siguiendo los senderos que atraviesan los valles Kevo y Kaldoaivi.
Kiruna, Suecia
Otro de los lugares más especiales de Europa para descubrir el sol de medianoche es la laponia sueca, donde los bosques, las playas y los lagos conforman panorámicas espectaculares en las que disfrutar de este fenómeno. Una de las ciudades señaladas para vivir esta experiencia es Kiruna, la ciudad más septentrional de Suecia, situada a 145 kilómetros del Círculo Polar Ártico. Esta localidad cuenta con 47 días consecutivos de sol de medianoche y, además, alberga una iglesia de estilo Art Nouveau, considerada uno de los grandes monumentos del país, y un interesante Museo Sami, dedicado a esta cultura ancestral. Allí también se puede visitar el Centro Espacial Esrange, situado a 45 kilómetros de la ciudad, donde se encuentra la estación más grande del mundo en cuanto a seguimiento de satélites.
San Petersburgo, Rusia
San Petersburgo es la única ciudad del mundo con una población de más de un millón de personas que dispone cada año de más de dos semanas de 24 horas de luz diurna. Entre mediados de junio e inicios de julio, la ciudad se transforma al ritmo del Festival de las Noches Blancas, que llena las calles de melodías, actuaciones y otras propuestas artísticas, ideadas para celebrar estos días tan especiales. Una peculiaridad del sol de medianoche en San Petersburgo es que, en la ciudad, el gran astro no llega a bajar más de 6 grados por detrás del horizonte, lo que hace que el sol en sí desaparezca, pero su luz no. Este fenómeno se conoce como “crepúsculo de medianoche”.
Islandia, extremo norte
Dejando atrás la Europa continental, llegamos a Islandia, una isla en la que las maravillas de la naturaleza parecen no tener fin. Allí, el punto ideal desde el que contemplar el sol de medianoche es la isla de Grimsey, situada a 40 kilómetros de la costa norte. Sin embargo, las noches blancas se pueden vivir en muchos otros lugares de la isla como, por ejemplo, los fiordos del este y el oeste, la península de Reykjanes, la región de Snæfellsnes y, por supuesto, la playa frente al farallón rocoso de Hvitserkur.
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Fiordo Ilulissat y Qaanaak, Groenlandia
Más allá de Islandia, este sorprendente fenómeno natural también se puede disfrutar en Groenlandia, un territorio que, desde el año 1953, pertenece al Reino de Dinamarca. Las mejores zonas para vivir esta experiencia son la parte más septentrional de la isla, donde el sol de medianoche sucede entre finales de abril y finales de agosto, y el área del sur, donde las noches blancas tienen lugar entre inicios de junio y finales de julio. También es posible experimentar este suceso en Ilulissat, un pequeño asentamiento al norte de Nuuk, en la costa occidental, que posee un gran fiordo de hielo que es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; y Quaanaaq, tierra de la cultura inuit, donde se puede practicar senderismo o kayak mientras el sol toca el horizonte y vuelve a ascender.
Alaska y Canadá
Por último, las noches blancas se pueden vivir en dos grandes áreas del continente americano, situadas en Alaska y Canadá. En Alaska, los lugares más visitados a propósito de este fenómeno son la villa de Fairbanks, que cuenta con 70 días de luz diurna consecutivos, desde finales de abril hasta finales de julio; y la ciudad de Barrow, situada a 500 kilómetros de la línea del Círculo Polar Ártico, cuyos habitantes viven bajo la constante luz del sol durante casi tres meses.
En Canadá destaca Nunavut, un territorio que está bajo la jurisdicción inuit, conocido por su paisaje ártico salvaje, en el que habitan morsas, narvales e incluso osos polares. Allí se encuentra la isla de Ellesmere, la más septentrional del Archipiélago Ártico Canadiense, en el que se puede contemplar el sol de medianoche con vistas a los glaciares, paseando por campos de hielo.