Se le conoce por sus apodos: la dotta (porque alberga la universidad más antigua de Europa, conocida como Alma Mater Studiorum), la rossa (por el color típico de su arquitectura urbana), y la grassa (por su gastronomía, o quizá por la influencia de las familias pudientes que vivieron en ella). Es una de las ciudades-universitarias que goza de mayor tirón en Italia y destino predilecto de aquellos que quieren vivir la experiencia de estudiar fuera de casa. Su combinación de arquitectura renacentista, naturaleza e incontables opciones de ocio de día y de noche hacen de esta urbe italiana todo un tesoro para locales y viajeros. Aquí van unos consejos de primera mano para exprimir la visita al máximo:
NO resistirse a descubrir los siete secretos de la ciudad
Es cierto que algunas de estas curiosidades ya son secretos a voces, pero aún así hay quien se marcha de Bolonia sin averiguarlas todas. Se trata de leyendas cuanto menos peculiares: la sonrisa del diablo, la virilidad de cierto dios romano de los mares, el sistema de comunicación previo a los smartphones, la ventana que revela una Venecia en miniatura… La mejor manera de no perderte un solo detalle es a través de un free walking tour en compañía de un guía o preguntando a algún local. Las bromitas no se harán esperar.
No dejar de probar los platos y productos típicos
Dentro del panorama gastronómico italiano, la región de la Emilia-Romagna y esta ciudad en concreto ofrecen más de un motivo para dejarse llevar por la gula y enamorarse de la gastronomía local que cobra vida en trattorias, mercados, osterias y pequeños locales de comidas. Toma nota de las recomendaciones que te harán la boca agua: mortadela acompañada de crescentine (buñuelos que recuerdan a una empanadilla y se sirven como entrante junto a otros embutidos y quesos), piadina (tortas de harina de trigo rellenas de varios ingredientes), tagliatelle al ragù, tortellini bañados en caldo de ave, lasaña de carne o también una cotoletta alla bolognese o chuleta de ternera empanada con un toque de jamón y queso parmesano. El viaje de sabores no se debe dar por concluido sin antes conocer al rey de los vinos boloñeses: el Pignoletto, que nace arropado entre las colinas y saca su potencial como espumoso y también como reposado en los que se revelan notas minerales.
No experimentar el ambiente nocturno
Como ciudad-universitaria, Bolonia puede presumir de tener uno de los ambientes nocturnos más vibrantes del país, y es que los planes de ocio no distinguen entre días laborales y fines de semana. Ya es costumbre que jóvenes -y no tan jóvenes- se agrupen en círculos en las plazas Giuseppe Verdi y Scaravilli para pasar el rato, aunque en los últimos tiempos esta situación ha generado ciertas molestias entre los vecinos. Más abajo, en Via del Pratello comienza la gymkhana de pubs, bares y discotecas que se extiende hacia las vias Sampieri, Belle Arti y San Felice. Los pasatiempos por excelencia tienen que ver con ponerse a prueba en un quiz, desgastar las suelas de los zapatos en una pista de baile, jugar al beer pong (que es lo mismo que ping pong, pero con cerveza de por medio, vaya) o desafinar en algún karaoke. Si lo que quieres es alternar como un auténtico boloñés, te recomiendo que te dejes caer a media tarde por el barrio medieval del Quadrilatero. Sus callejuelas empedradas albergan bares y tabernas tradicionales en los que podrás disfrutar de la gloriosa fórmula de bebida más aperitivo.
NO APROVECHAR SUS JARDINES Y PARQUES
Los días de primavera y verano son la excusa perfecta para huir del calor que se acumula entre los pórticos y buscar el frescor en alguna de las zonas verdes que se encuentran en Bolonia. Una de los más populares es el Ghiardini Margherita, que recuerda a los románticos parques ingleses. En sus 26 hectáreas de terreno, locales y visitantes disfrutan de un agradable paseo con un helado en la mano, se sientan a leer a la sombra de un árbol o comparten un picnic junto al lago. La lista de jardines y parques de Bolonia es larga, pero estos son algunos de los must-see: Parque de Villa Spada emplazado entre colinas, Villa Ghighi con espectaculares vistas panorámicas o el Parque de la Montagnola, uno de los más antiguos de la ciudad.
No visitar el Santuario de Nuestra Señora de San Luca
Rodeado de bosques y a casi 300 metros sobre el nivel del mar: así es este lugar de culto y destino de peregrinaje boloñés que esconde en su interior un icono de la Virgen con el Niño. Posee el pórtico más largo del mundo, con casi cuatro kilómetros de extensión repartidos en 666 arcos y 15 capillas que se construyeron con el fin de resguardar a los fieles del mal tiempo durante su trayecto pendiente arriba. Para descubrir la magia de este enclave fuera de las murallas de la ciudad, se debe tomar la ruta que arranca desde Porta Saragozza y seguir a través del Arco del Meloncello (estructura rococó del siglo XVIII) hasta avistar el templo en lo alto de la colina. Si la idea de realizar este ascenso a pie no te suena muy atractiva, siempre puedes recurrir a la opción cómoda: llegar a bordo del trenecito turístico San Luca Express que parte desde la Piazza Maggiore.
No subir a las torres*
El dúo de torres Asinelli y Garisenda son algunas de las siluetas más emblemáticas que forman el paisaje urbano de Bolonia. Entre los siglos XII y XIII, esta ciudad llegó a acumular más de cien torres que se distribuían entre construcciones defensivas, casas-torre y los arcos fortificados o torresotti que miraban hacia las murallas. En específico, la de los Asinelli es una de las escasas torres medievales que siguen en pie y ostenta varios récords: es la más alta de Bolonia y la torre medieval de mayor altura en toda Italia, así como la torre inclinada medieval más grande del mundo. Está ligada a un mito estudiantil que asegura que la subida a la cima trae mala suerte, y el precio a pagar es no graduarse jamás.
Cuando las visitas se reanuden, los viajeros inmunes a las supersticiones podrán contemplar unas espectaculares vistas a un mar de tejados rojizos y naranjas que se despliegan hacia el santuario de San Luca. A pocos metros se erige la torre de Garisenda, que aparece mencionada en el XXXI Canto del Infierno de Dante Alighieri y que en su época ya era conocida por su aspecto torcido a causa de fallos estructurales que le hicieron pasar de 60 a 48 metros de altura. En pleno ecuador de la carrera, esta servidora tuvo que contentarse con la panorámica que ofrece la terraza de la Basílica de San Petronio. Funcionó, eso sí.
NO EXPLORAR LA CARA OCULTA DE BOLONIA
Al planificar tu itinerario por esta ciudad italiana, es poco probable que añadas una parada en algún lugar insólito como cárceles, hospitales, catacumbas o cementerios. Es ahí donde emerge la corriente de turismo dark, que invita a la inmersión en las entrañas de un destino a través de sus rincones más atípicos y a menudo, olvidados. En esta categoría encaja la Certosa di Bolonia, un impresionante cementerio monumental que se ubica sobre una necrópolis etrusca y un antiguo monasterio.
Este museo al aire libre contiene valiosos monumentos funerarios, una zona en honor a los caídos de la Primera Guerra Mundial, un cementerio judío, varios panteones y tumbas de personalidades reconocidas como el cantautor local Lucio Dalla, el intérprete castrato Carlo Broschi ‘Farinelli’, el industrial Alfieri Maserati o el ex-primer ministro de Italia Marco Minghetti. Otra de las localizaciones escondidas en esta ciudad es la Conserva di Valverde (conocida erróneamente como los Bagni di Mario). Este complejo de galerías subterráneas fue construido en la época renacentista para recoger y abastecer de agua potable a la urbe.
no consultar la agenda de actividades de la ciudad
Bolonia puede presumir de tener una oferta cultural dinámica y apta para todos los gustos y bolsillos: festivales de música, exposiciones de arte, eventos gastronómicos, mercadillos de antigüedades, recitales de danza… Muchas de estas jornadas se celebran en abierto para el público y de forma gratuita, así que no hay excusa para no coronar la escapada a esta ciudad con alguna experiencia algo más especial. Portales como Cultura Bologna recopilan información práctica sobre los próximos acontecimientos para estar al tanto.