La Bretaña más salvaje se descubre desde Brest


La gran bahía o Rada de Brest es uno de los mayores puertos naturales de Europa. Protegida de los embates del Atlántico y fácil de defender militarmente, ha sido codiciada desde tiempos romanos por ejércitos de distintas banderas.

 

Pero, más allá de los vaivenes de la historia, esta bahía es como una plaza mayor, un Times Square acuático que concentra mil actividades: desde la ostricultura hasta las regatas de veleros, la pesca tradicional, las rutas en kayak o los recorridos a pie o en bicicleta en busca de los faros más fotogénicos cuando cae el sol. 

Brest

Foto: Franck Betermin/ Tourisme de Brest

el impulso de brest

Reconstruida varias veces, Brest se enorgullece de su humor bretón que se ríe del mal tiempo y de las adversidades a las que se ha tenido que enfrentar. Que no son pocas…

 

Richelieu reforzó su castillo y su puerto con la ayuda de Vauban, Napoleón III reafirmó su poder paseando en una barca de gala dorada, los americanos la usaron de base durante la Primera Guerra Mundial y, unas décadas después, los nazis se la apropiaron hasta que, en 1944, los bombardeos británicos y estadounidenses destruyeron la ciudad entera y se vieron forzados a abandonarla. 

 

El movimiento obrero de los años 80 dio origen a un sentimiento comunitario que hoy se traduce en espacios públicos pensados para el uso y disfrute de sus habitantes. Lo último son las numerosas iniciativas turísticas que promueven la ciudad como la mejor base para descubrir la Bretaña más occidental.

Brest

Foto: Sandra Martín

destino foodie y street art

Brest presume ahora de su oferta gastronómica (las ostras se cultivan por toda la bahía y en la zona de los Abers o estuarios) y de ocio en el Quai de Commerce, de las espectaculares Fêtes Maritimes en julio, del Festival de Jazz en otoño y de los murales que cubren las fachadas del barrio de Recouvrance.

 

Les Ateliers des Capucins, es el gran polo cultural de la ciudad, siempre lleno de familias, jóvenes bailarines que ensayan sus coreografías en sus amplios espacios, decorados con exposiciones de fotografía y pintura. 

 

La reapertura del hotel Le Conti ha supuesto la recuperación de un edificio estilo art déco emblemático para la ciudad. Aquel estilo rectilíneo, de fachadas con relieves y con interiores elegantes repletos de detalles dorados y espejos fue introducido por los estadounidenses durante la reconstrucción de Brest después de la Primera Guerra Mundial. En la actualidad aún perduran algunos edificios, así como la torre de homenaje a los Americanos, que parece un faro o un obelisco egipcio custodiando el puerto.



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