En pleno corazón de la turística, la Costa Brava guarda aún en sus playas y calles la rica historia de los indianos que emigraron a Cuba en el siglo XIX. Las reminiscencias de ese pasado tomaron forma musical a través de las habaneras, «cantos de ida y vuelta» de ritmo marinero que impregnan de melancolía y amor cada rincón de este litoral.
Uno de los lugares más emblemáticos donde dejarse hechizar por estos paisajes melodiosos es la cala Sa Tuna, una joya playera en el superdotado municipio playero de Begur, donde se pueden visitar otras calas igualmente encantadoras: desde la playa del Racó y la nudista Illa Roja al norte, hasta Aiguablava y Cala Fornells al sur. Playa Fonda, con un enclave más escondido, es otro tesoro por descubrir.
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La cala entre casitas marineras de Costa Brava
A unos 5 kilómetros del centro de Begur, Cala de Sa Tuna es un paraje de aguas cristalinas y turquesas, protegido naturalmente por un brazo de roca que la abraza, creando un refugio tranquilo al oleaje. Llegar aquí implica un recorrido por una carretera serpenteante entre pinares, un preludio perfecto para la serenidad marina que espera al final, aunque también se puede hacer por el camino de ronda. La cala, rodeada de pinos y casitas marineras que hoy, reconvertidas en privilegiada residencia estival, todavía conservan todo el encanto de antaño, ofrece una vista de postal que tiene como colofón la torre de defensa asomando sobre el conjunto de tejados.
A pesar de ser una playa de grava, su encanto no disminuye; al contrario, muchos lo prefieren así por la comodidad de no llevarse la arena pegada en el cuerpo de vuelta a casa. Aquí es común ver las pequeñas embarcaciones pesqueras varadas en la cala que hoy combinan la pesca de bajura con la navegación recreativa. Los pescadores aún tienen preferencia sobre los bañistas en cuanto al espacio que ocupan, manteniendo viva la esencia marinera del lugar.
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El agua, limpia y transparente, invita tanto al relax de tumbona como a la aventura del esnórquel. Muchos optan por explorar la geografía marina de Cala Sa Tuna en kayak, aprovechando la calma del mar. El camino de ronda, un sendero accesible que conecta Sa Tuna con la cercana cala de Aiguafreda, es ideal para quienes no se contente con permanecer tumbados al sol. En tan solo 15 minutos de caminata, se descubren las vistas impresionantes del litoral que brindan el mirador de Sa Tuna, en el tramo del GR-92. Desde él se divisa una panorámica espectacular de Cap Sa Sal y lo que fue en los años 60 un mítico hotel de lujo por donde pasaron figuras legendarias como Rock Hudson, la emperatriz Soraya o el último Sha de Persia.