Aunque haya sido un fenómeno casi invisible a nuestros ojos, la atmósfera del planeta lleva años experimentando una gran transformación. Sin embargo, ha sido a lo largo de los últimos años cuando las consecuencias de ese cambio se han ido haciendo visibles. Sequías, aumento de las temperaturas, subida del nivel del mar, inundaciones impredecibles y, además, el incremento del número de turbulencias en los vuelos comerciales son algunas de ellas.
Esta situación ha sido confirmada por una investigación de la Universidad de Reading, publicada en la revista Geophysical Research Letters, que destaca un notable incremento de la turbulencia en aire despejado desde comienzos de la década de 1980. Este tipo de turbulencia es especialmente peligrosa debido a su carácter invisible, lo que la hace difícil de prever e imposibilita a los pilotos el tomar medidas preventivas con antelación. Y no cabe duda: la causa principal de este fenómeno se encuentra en el cambio climático, que está alterando la dinámica atmosférica a través del aumento de las temperaturas globales y la modificación de las corrientes en chorro.
Ahora bien, aunque este aumento de las turbulencias es un problema de alcance global que afecta a numerosas rutas de vuelo alrededor del mundo, existen una serie de regiones que están mostrando incrementos particularmente severos. Concretamente, el Atlántico Norte, Europa, Oriente Medio y el Atlántico Sur son algunas de las áreas más afectadas, donde se ha observado un aumento significativo de las turbulencias severas, moderadas y ligeras.
Suscríbete a nuestra newsletter para descubrir cada domingo los viajes más sorprendentes
ATLÁNTICO NORTE: EL EPICENTRO DE LA TURBULENCIA AÉREA
Toda la zona del Atlántico Norte se ha convertido en la región con el mayor incremento en las turbulencias aéreas, posicionándose en un punto crítico para la aviación global. Desde 1979 hasta 2020, las turbulencias severas de esta área han aumentado un 55%, mientras que las moderadas han incrementado un 37% y las ligeras un 17%. Esta zona es una de las rutas aéreas más transitadas del mundo, utilizada principalmente para conectar América del Norte con Europa, lo que significa que un gran volumen de tráfico aéreo se ve afectado por estos cambios atmosféricos.
De hecho, es la alta densidad de vuelos y la gran exposición a condiciones climáticas adversas lo que hace que esta región sea especialmente vulnerable a turbulencias. El incremento se atribuye principalmente a cambios en la corriente en chorro polar, que ha experimentado un aumento en la cizalladura del viento debido al calentamiento global. Esta cizalladura se define como la variación en la velocidad y la dirección del viento con la altura, y es un factor clave que contribuye a la formación de turbulencias en aire despejado. Por otro lado, el incremento de temperatura de los océanos también está provocando que el agua de su superficie se encuentre más caliente y que, por tanto, se evapore más rápido y ascienda hacia las capas superiores de la atmósfera, creando una corriente de aire ascendente imposible de predecir para los pilotos.
Ahora bien, el impacto de estas turbulencias en la zona del Atlántico Norte es multifacético. Por un lado, representa un gran desafío para la seguridad aérea, ya que las turbulencias severas pueden causar daños a las aeronaves y lesiones a los pasajeros, atentado así contra la salud de las personas. Por otro lado, puede tener también implicaciones económicas importantes para las aerolíneas, que deben asumir los costos adicionales del mayor desgaste de los aviones y del consumo adicional de combustible que conlleva desplazarse para evitar zonas turbulentas.
![shutterstock 2144269101](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/10/shutterstock-2144269101_1bf5a977_240610120308_1200x800.jpg)
EUROPA Y ORIENTE MEDIO: REGIONES EN TRANSFORMACIÓN
Por su parte, Europa y Oriente Medio también han sido identificadas como regiones con un notable aumento en la frecuencia y en la agresividad de las turbulencias aéreas. En Europa, el incremento de estos fenómenos se ha relacionado directamente con los cambios en las corrientes de chorro subtropical y polar, que han alterado significativamente la estabilidad atmosférica de la región. Además, el aumento de la temperatura en la atmósfera superior debido a las emisiones de gases de efecto invernadero están intensificando estas corrientes en chorro, provocando variaciones muy bruscas en la velocidad del viento y, por ende, mayores turbulencias en las rutas aéreas más frecuentadas.
Oriente Medio, por su parte, una zona caracterizada por la existencia de condiciones climáticas extremas, así como una alta densidad de tráfico aéreo debido a su posición estratégica entre Europa, Asia y África, también ha experimentado un incremento significativo en las turbulencias. La combinación de temperaturas extremas y la interacción entre masas de aire de diferentes características crea un entorno propenso a la formación de turbulencias, lo que no solo afecta a la comodidad y seguridad de los vuelos, sino que también a las operaciones aéreas que implican la planificación de rutas y el consumo de combustible.
![avion](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/10/avion_af85bd07_1913706817_240610120257_1200x800.jpg)
EL ATLÁNTICO SUR: UN NUEVO HORIZONTE DE INESTABILIDAD
El Atlántico Sur, aunque menos frecuentado en comparación con el Atlántico Norte, ha mostrado un notable aumento en las turbulencias. Esta región es crucial para las conexiones entre América del Sur, África y Europa, y el aumento de las turbulencias puede tener implicaciones significativas para la seguridad y la eficiencia de los vuelos. Las turbulencias en el Atlántico Sur se ven impulsadas por la interacción entre la corriente en chorro subtropical y las corrientes de aire provenientes del hemisferio sur, que están siendo afectadas por el calentamiento global. Así, el aumento de la temperatura en esta región está intensificando las diferencias de velocidad del viento en la atmósfera superior, lo que probablemente seguirá contribuyendo a la formación de turbulencias a menos que se tomen medidas para mitigar el cambio climático.