Hay ironías, de gaditanas maneras, que han hecho pensar que todo lo que se cuece y cocina en Cádiz tiene que ver con el atún rojo o con su costa. Sin embargo, si se rasca un poco más allá, se descubre una provincia sabrosísima en la que no dar puntada sin hilo saliendo de las ciudades.
![Vejer de la Frontera](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/05/30/vejer-de-la-frontera_b411b70d_DSCF8833_240530141052_1200x800.jpg)
Vejer de la Frontera
Apenas 15 kilómetros separan Vejer de la Frontera de la playa. Una distancia pírrica, especialmente para los que aún han podido creer que Cádiz no es tierra de carnes y solo de mares. Con la vaca retinta como protagonista, el asador La Castillería ha construido un merecido prestigio carnívoro convirtiéndose en una de las mejores parrillas de carne (aunque también sirven pescado) de toda España. Un templo culinario donde, fuego mediante, oficia Juan Valdés y que ha hecho que peregrinen a Vejer de la Frontera miles de adeptos a la brasa, donde bueyes, vacas, terneras, corderos e ibéricos se mecen a voluntad.
![shutterstock 160333151](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/05/22/shutterstock-160333151_30c80558_240522100944_1200x800.jpg)
El Bosque
Resulta imposible encontrar una toponimia más sincera que la de El Bosque. Apenas 2.000 bosqueños habitan en este paraíso natural, uno de los más representativos de la Ruta de los Pueblos Blancos, pero también un tesoro gastronómico que hace del queso, la miel y los embutidos sus tres gastronómicos pilares. Fieles a la impronta de la leche de las cabras payoyas, la Quesería El Bosqueño sirve como piedra de toque para buscar quesos de calidad. El salto charcutero, de la mano de Chacinas El Bosque, también es un imprescindible para llenar el maletero de morcones, chorizos o la singular morcilla blanca de El Bosque.
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Medina Sidonia
Tierra ducal por antonomasia, pero también paraíso del dulce. Si el polvorón en España se reparte casi equitativamente entre La Estepa y Antequera, el territorio del alfajor está dominado por Medina-Sidonia. Almendra, avellana y miel, mucha miel, conforman el corazón de este enrollado bocado navideño que hunde sus raíces en la repostería árabe. Antes de pasar por el obrador de Aromas de Medina, el punto salado se disfruta en locales como Venta La Duquesa, un encantador restaurante donde la caza lleva la voz cantante y donde resulta también imprescindible probar el clásico arroz con conejo.
![Chipiona](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/05/30/chipiona_c792a6eb_240530121112_1200x800.jpg)
Chipiona
Lejos de ser un castigo, las galeras de Chipiona son una bendición. La patria chica de Rocío Jurado, con sus atardeceres eternos y su Santuario de la Virgen de la Regla, también es el destino predilecto para los que quieran enamorarse del vino moscatel, que aquí casi alcanza el rango de religión en sus bares, tabernas y chiringuitos. Acompañado de unas galeras cocidas se convierte en un extásis culinario que, además, se puede seguir engarzando de frituras locales con mar de fondo como en Casa Paco o, ya en el interior, en El Quinto Pino, donde la distancia no ha de ser problema.
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Zahara de los Atunes
Pocos apellidos pueden estar mejor puestos. Zahara es una de las bocas del Estrecho y una de esas avenidas por las que el atún rojo, santo y seña de estas aguas, ha pasado durante milenios. Hoy sigue, en su peculiar trashumancia, y en Zahara se sigue bordando, como antaño, en restaurantes como Manuela y Manuel, donde el paso lo marca el atún con tomate. Un clásico infalible al que acercarse durante la temporada atunera.
![06 Espárragos de Mesón Sabor Andaluz](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/05/22/06-esparragos-de-meson-sabor-andaluz_47cc26b4_240522101434_1200x1799.jpg)
Alcalá del Valle
Puede que el imaginario colectivo no piense en Cádiz como tierra de espárragos, pensando que son otras latitudes peninsulares las que presumen de ellos. Sin embargo, en pueblos como Alcalá del Valle –y en todo el interior gaditano– la primavera viene cargada de espárragos silvestres y de trigueros, que en restaurantes como el sorprendente Mesón Sabor Andaluz son imprescindibles.
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Alcalá de los Gazules
Pocas cocinas rinden tanto tributo a las berzas en España como la gaditana. Las coles pueblan los pucheros y fogones de la provincia, como elemento vertebrador de una comida que ha quitado el hambre y que ahora, también, quita el sentío. En Alcalá de los Gazules la berza de coles, aunque suene redundante, es un plato de ley, que comparte telón con la caza y los gazpachos calientes, tanto en los restaurantes como en las cartas.
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Trebujena
Lejos del verano, cuando queda solo un recuerdo, Trebujena se alza. Es diciembre y la Fiesta del Mosto clama por su protagonismo, como lleva haciendo desde 1979. Aunque aquí (y en el Marco de Jerez) el mosto no es como se concibe en el resto de España. Para los gaditanos, el auténtico mosto es el primer paso antes de convertirse en los vinos generosos que han dado fama mundial a la zona. Ya fermentado, con unos 10º u 11º, los primeros mostos corren tras en diciembre. Una fiesta única que, para alternar en la mesa, merece la pena disfrutar con un plato cargado de sorna: los garbanzos como conejo, un guiso de legumbres donde el conejo, fiel a esa ironía gaditana, brilla por su ausencia.
![iStock](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/05/22/istock_bc4ddf11_1335684389_240522102628_1200x743.jpg)
Paterna de Rivera
Aunque el chicharrón tiene dos vidas en la cocina gaditana –y las dos imprescindibles–, el que se estila en Paterna de Rivera es el de haber elevado a arte el de este fiambre que, tras un generoso adobo de pimentón, sal y pimienta, se prensa y se disfruta finamente laminado, con un buen pan, y unas gotas de limón recién exprimido. Pasar por aquí y no dejarse tentar por las suculencias de Sabores de Paterna es casi una falta grave.
![Setenil de las Bodegas](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/05/22/setenil-de-las-bodegas_00000000_e7b32e4f_240522102509_1200x819.jpg)
Setenil de las Bodegas
Que Setenil de las Bodegas es uno de los pueblos con más encanto de Cádiz es evidente. Incluso en una provincia donde el encanto de los Pueblos Blancos magnetiza fotos y miradas. A ese magnetismo hay que sumar, cuchara mediante, un hito como son las sopas cortijeras. Una auténtica alegría de la huerta que se estila en las casas y que hace de los huevos, los trigueros y las hortalizas los protagonistas de esta sustanciosa y humilde sopa que se engrosa con el clásico pan de telera. En la Venta Mirabueno se sirve una de las más idolatradas –y demandadas– por locales y visitantes.
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Jimena de la Frontera
El postre y el souvenir gastronómico tienen en Jimena de la Frontera una doble cita. Bandera de la Navidad en el Campo de Gibraltar, el piñonate no entiende de edades. Postre casero por antonomasia, el piñonate parte de singular masa de huevo y harina, que luego se convierte en largos bastones que se dejan acariciar, tras ser fritos, por una cobertura de miel y especias hasta que enfría. Un delicioso ladrillo que se sirve como postre durante el invierno en algunos bares y restaurantes de la zona, pero para los antojadizos del verano, mejor acercarse a la Pastelería Troyano.