El agua, algo tan sencillo y a la vez tan valioso, sigue siendo el principal orgullo de Anna, este pequeño municipio valenciano ubicado en la zona baja del Canal de Navarrés. Su tierra rica y fértil llamó la atención de los árabes de inmediato, tanto que la acabaron llamando Al-yanna, “ojos de agua manantial”. A menos de una hora de la capital, esta joya natural se ha convertido en un destino imprescindible para aquellas personas que buscan un poco de paz y tranquilidad.
Gracias, sobre todo, a las fuentes, gorgos o las pequeñas cascadas que cruzan su casco histórico y se abren paso entre árboles y puentes. Y, aunque su espectacular albufera —conocida como el Lago de Anna— sigue siendo uno de sus mayores baluartes, hay otra razón por la que cada vez más visitantes se trasladan hasta este paraje. Se trata del Castillo-Palacio de los Condes de Cervellón, apodado cariñosamente como “la pequeña Alhambra valenciana” y donde se rodará próximamente El Cautivo, la nueva película del director Alejandro Amenábar.
Más de cuatro horas de coche y casi quinientos kilómetros separan València de Granada. Sin embargo, el Imperio almohade también dejó su huella en esta tierra en el siglo XII y, gracias a una rehabilitación a manos del Ayuntamiento entre 2001 y 2007, su singular herencia arquitectónica continúa viva a día de hoy. El actual Centro de Difusión Patrimonial fue una fortaleza durante la València musulmana y, tras la reconquista de Jaume I, pasó a ser un castillo señorial a manos de la Orden de Santiago y de poderosas familias de la época como los Borja, los Condes de Cervellón o los Condes de Trenor. Por entonces, llegó a alcanzar unos 2.000 metros cuadrados y estaba protegido por un foso frontal y por su gran altura trasera. A día de hoy, se puede visitar de martes a domingo con reserva previa.
UN LEGADO ÁRABE TODAVÍA VIGENTE
Pasear por sus estancias es recorrer la huella de sus diferentes propietarios, pero también la historia del pueblo de Anna. Con el agua siempre como hilo conductor, el viaje comienza por descubrir dos aljibes originales de los siglos XII y XVII, y conocer así la importancia de este recurso natural o cómo se almacenaba subterráneamente.
Los musulmanes introdujeron en Anna una nueva agricultura a través de sistemas de regadío, que permitió introducir cultivos como cítricos, hortalizas y el que se convertiría en uno de los protagonistas de la gastronomía local: el arroz.
Donde se situaban las antiguas caballerizas del castillo aguarda actualmente un museo etnológico, que reúne algunos aparejos de trabajo y objetos domésticos donados por los vecinos de la localidad. Pero, sin duda, es su espectacular jardín almohade y su harim, los que le han otorgado el parecido con el complejo monumental de la Alhambra. Plantas aromáticas, árboles frutales y, por supuesto, el agua que atraviesa dos fuentes coronadas por una estrella de ocho puntas, tan recurrente en la cultura mozárabe y mudéjar.
Para su restauración, se trajo a artesanos de Marruecos que pudieran reproducir los artesonados de madera, la yesería o los mosaicos, siguiendo fielmente las técnicas originales del siglo XII. Y a su lado, el harim, inspirado en las estancias privadas reservadas para las mujeres de la casa en las familias musulmanas.
El castillo continúa su travesía histórica y abre paso a la edad moderna con las salas Borja y Cervellón. Entre los personajes ilustres que habitaron este palacio destaca Isabel de Borja, primera baronesa de Anna y hermana de Alfonso de Borja, que se acabaría convirtiendo en papa Calixto III. Así como los queridos Condes de Cervellón, que acogieron a los vecinos tras sus murallas durante un terremoto en 1748 y que, por ello, esta singular edificación sigue manteniendo su nombre.
Un patrimonio y belleza que no solo interesa a viajeros y viajeras, sino también al mismísimo Alejandro Aménabar que, según avanzó la Diputación de València, ha escogido el Palacio de los Condes de Cervellón —junto a las calles de Bocairent y la plaza del Castillo de Buñol— como escenario para grabar El Cautivo, su nuevo proyecto que se estrenará en 2025. Aunque este no es el único tesoro que preserva este bello municipio, que quiere poner en valor su su patrimonio y situarlo en el mapa como un destino vacacional para los amantes de la naturaleza, el deporte de montaña o el senderismo.