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El pequeño pueblo francés de Saint-Laurent-le-Minier, rodeado de la belleza natural de Occitania, guarda entre sus encantos una piscina natural fresca y agradable, que conforma uno de los paisajes más espectaculares del sur de Francia. Alimentada por el río Vis que le da nombre, se perfila en ella una cascada, la Cascade de la Meuse, más conocida como la Cascade de Vis, cuya caída es toda una escena que atrae a los bañistas de la zona.
El departamento francés de Gard está marcado por los relieves del macizo central y de las Cévennes, una cadena montañosa de Francia muy querida por los senderistas y que forma uno de los parques nacionales del país. Justo en el extremo más meridional se encuentra la Cascade de la Vis, entre el Pico d’Anjeau y la Montaña de la Séranne.
Las aguas turquesas del río Vis, afluente del Hérault, a su paso por esta localidad son tan fotogénicas como su cascada arqueada, que es visible incluso desde el centro del pueblo, dada su proximidad. Catalogada como Monumento Histórico en 1972, esta cascada no es natural, sino artificial, ya que está formada por una presa creada en el siglo XVIII para permitir el funcionamiento de varios molinos y batanes de cobre y abastecer al castillo del pueblo.
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La tranquilidad de las aguas la hacen especialmente aptas para el baño, y la gran cantidad de espacio para plantar la toalla o echarse a la sombra, además de estar a los pies de Saint-Laurent-le-Minier, la hacen perfecta para el verano.
Desde la cascada parten sencillas rutas de senderismo para los más inquietos. Un paseo por el bosque en ascenso lleva a un mirador sobre las Gargantas del Vis, y la Cueva d’Anjeau, en el pico del mismo nombre, es buena idea para los más preparados, en una ruta de 9,5 km. Sin embargo, después de un buen chapuzón quizá apetezca alejarse a unos kilómetros para conocer el circo de Navacelles, con el cañón más grande de Europa.
El Château de Saint-Laurent-le-Minier, que preside el paraje, fue construido en 1664, y aunque no se puede visitar, enmarca la postal del lugar, que es perfecta sobre el puente de piedra sobre el Vis. Aunque las aguas son frías, no lo son tanto como en otras pozas, y tampoco tienen gran profundidad. Para acceder al lugar solo se puede aparcar en los lugares habilitados durante el verano y pagar la tarifa.
Es importante recordar que está prohibido acercarse a la cascada desde arriba o abajo, y que el acueducto en el margen izquierdo del río es frágil y suelen haber desprendimientos. Por otro lado, la orilla izquierda y la derecha son privadas en un tramo de 700 metros desde el puente.
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