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Se pueden tomar dos fotografías a diferentes horas, una en pleamar y otra en bajamar. En la primera no hay playa, pero en la segunda sí, una fina lengua de arena que aparece como si fuera un puente, lamida por dos orillas. No es un truco de magia, sino que se trata de naturaleza, un fenómeno geológico conocido como tómbolo. Y no uno cualquiera, el tómbolo de la playa de Covachos es uno de los más bellos y perfectos del mundo. De hecho, se suele usar en los libros como ejemplo de este fenómeno geológico que se caracteriza por ser un accidente geográfico de tipo sedimentario. El efecto es fantasmagórico: una playa que aparece y desaparece por voluntad de las mareas, la playa “fantasma” de Cantabria.
Aquí el Cantábrico quiso dibujar una hermosa media luna de apenas 50 metros de arena, enmarcada por un potente acantilado al que las praderías llegan hasta asomarse al mismo filo. La playa de Covachos, cuyo topónimo se refiere a las múltiples cuevas que hay en ese gran muro de roca caliza que la abraza, es un paisaje para poder sentirse en el fin del mundo. Aunque en realidad se encuentra a poco menos de media hora en coche desde Santander. A su alrededor, solo prados por los que transita el ganado a voluntad, y muy cerca, el espectacular Parque Natural de las Dunas de Liencres. Por todo ello, es una de las mejores playas de Cantabria.
Covachos: la magia de la naturaleza
Naturaleza y proximidad, parece que todo son ventajas en este arenal. Y sin embargo, es una playa poco concurrida. Y es que el único inconveniente que tiene está en su acceso, complicado y escalonado, más propio de equilibrismos que de ir cargados con la nevera y todos los bártulos playeros. Pero eso también forma parte de su encanto: así puede seguir igual de salvaje que siempre. Es lo que atrae a un público joven, naturistas y senderistas que lo que quieren es escapar de la ciudad y poder desconectar en la naturaleza.
Hay que llegar con marea alta para ver enfrente la isla del Castro, rodeada por un mar bravo. Y luego más tarde, con bajamar, observar cómo se retira el mar y aparece la playa que conecta como si se tratara de un puente de arena la isla. Eso sí, como precaución, hay que consultar las tablas de mareas. No sería la primera vez que alguien se queda atrapado por la subida repentina de la marea sin poder alcanzar la orilla y han tenido que actuar con urgencia los socorristas de la playa.
El arenal más cercano es Arnía, al oeste y a pocos metros, una insólita playa prehistórica, dentro del Parque Geológico de Costa Quebrada, que vale la pena también visitar, por lo excepcional de su paisaje geológico y por la posibilidad de disfrutar de una de las piscinas naturales más bellas de todo el norte peninsular.
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