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Isla Lokrum, Croacia
A 15 minutos en barco del puerto del casco antiguo de Dubrovnik, la isla de Lokrum es un refugio apartado de las calles, a menudo abarrotadas, de la popular ciudad croata. Protegida por la UNESCO como reserva especial de vegetación forestal, se encuentran más pinos y pavos reales –que viven salvajes en la isla– que personas.
Se puede disfrutar de lugares en los que bañarse en toda la isla, pero una laguna de agua salada formada por los cambios tectónicos y la erosión, conocida como Mrtvo More (Mar Muerto), es sin duda una de las mejores. Alimentada por un pasaje submarino que conecta con el Adriático, Mrtvo More es una masa de agua cerrada hundida profundamente en la tierra. Al abrigo de las escarpadas paredes rocosas que rodean la laguna, el agua está totalmente quieta, por lo que las condiciones para nadar son ideales. Se puede tomar el sol en las planas formaciones rocosas antes de zambullirse en las aguas cristalinas, pero no hay que perder de vista a los simpáticos pavos reales que podrían intentar robar el almuerzo a los bañistas.
Burnham Overy Staithe, Inglaterra
Para disfrutar de los inmensos cielos azules de Norfolk en todo su esplendor, hay que dirigirse al oasis oculto de la playa de Burnham Overy Staithe, en la costa norte de Norfolk. Aunque su aislamiento implica recorrer un kilómetro y medio a pie a través de la campiña inglesa para llegar a la costa, las vistas despejadas de la arena amarilla y dorada y las pozas rocosas hacen que la escalada final sobre las dunas merezca la pena. Aparte de los ocasionales charcos de agua de mar que deja la marea al retirarse, la playa es totalmente llana, con nada más que infinitos granos de arena.
Se puede aparcar en el puerto de Burnham Overy Staithe –una zona muy popular para practicar vela, paddle-boarding y kayak– antes de ir por las orillas elevadas y arenosas del sendero de la costa de Norfolk que traza este litoral salvaje. Sin una sola cafetería o puesto de helados a la vista, puede parecer un poco aislado, pero eso forma parte de su encanto.
Playa de los espejos, Albania
Al recorrer la costa sur albanesa, es fácil encontrar rincones aislados de arena blanca y aguas cristalinas, pero sin duda la Playa de los Espejos es la mejor. Llamada así por cómo la luz del sol se refleja en el mar, esta zona de costa virgen sigue siendo un secreto tan secreto que a mucha gente le costará encontrarlo, incluso en los meses de verano.
El paisaje se define por una combinación de suave arena blanca y guijarros que le conducen a las limpias y deslumbrantes aguas del Adriático. El pueblo más cercano, Ksamil, está a casi seis kilómetros y hay un pequeño parking cerca de la entrada a la playa. Y aunque para asegurarse un sitio es necesario alquilar una sombrilla, los rincones privados, íntimos y sin aglomeraciones hacen que el precio merezca la pena.
Riva Bianca, Italia
Conocido casi exclusivamente por los habitantes de la ciudad medieval de Lierna, en la orilla oriental del lago de Como, al norte de Italia, este refugio lacustre sigue siendo un lugar al que acuden sobre todo familias locales. Riva Bianca, rodeada por las frondosas montañas que rodean el lago de Como, tiene menos de un kilómetro y medio de costa.
Dominada por el Castello di Lierna, un antiguo castillo defensivo, Riva Bianca es un lugar increíblemente pintoresco. Además, los excelentes restaurantes de pizza y helados de Lierna son perfectos para disfrutar de la quintaesencia de la comida italiana. Es necesario llevar calzado de baño debido a los pequeños guijarros blancos que dan nombre a la playa, pero merece la pena darse un chapuzón en sus limpias y tranquilas aguas.
Playas de VelIka, Bulgaria
Con las montañas de Strandzha como telón de fondo, a sólo 11 km de la frontera turca, Velika debe su nombre al río que desemboca en el Mar Negro. La playa Arapya Beach de Velika se extiende a lo largo de algo menos de un kilómetro y medio, lo que proporciona un amplio espacio para tomar el sol junto al río o a la orilla del mar, pero su anchura depende de la acción del río ese año y del volumen de agua que baje de las montañas.
Se puede aprovechar la tranquilidad de las aguas del río para probar el paddleboard con la escuela local de windsurf antes de relajarse bajo una de las sombrillas gratuitas disponibles a la entrada de la playa. Aunque este lugar es conocido por los lugareños, las instalaciones son limitadas. Se recomienda llegar con suficientes refrescos y crema protectora para pasar el día bajo el ardiente sol búlgaro.
Plage Mala, Francia
Entre la ostentación y el glamour de Niza, Mónaco y Saint-Tropez se encuentra Plage Mala. Esta pequeña ensenada es el último secreto escondido entre los imponentes acantilados de la Costa Azul. De arena blanca y aguas cristalinas, esta bahía en forma de media luna posee la misma belleza que las playas más populares de la Costa Azul, pero a una escala más tranquila.
El acceso a la playa es limitado, pero se puede llegar a ella a través del sendero costero que bordea la orilla de Cap d’Ail o por los 100 escalones de Allée Mala, cerca de la estación de tren de Cap d’Ail. Con sus aguas color turquesa y sus escarpados acantilados, Plage Mala es ideal para quienes deseen probar el salto de acantilado. Eso sí, hay que tener en cuenta que hay una zona de baño segura reservada para los que prefieran guardar energías para el largo ascenso de vuelta al acantilado.
Playa de los Muertos, Almería
En la costa española también se encuentran playas sorprendentes, no solo por su hermosura, sino por lo poco frecuentadas que están. Una de ellas es la Playa de los Muertos de Almería, cuyo nombre evoca algunas de las leyendas e historias marineras que antaño se contaban en esta costa de supuestos naufragios y tragedias. La playa destaca, ante todo, por el color cristalino de sus aguas y la arena que se extiende como un tapiz a orillas del mar, invitando a los bañistas a tumbarse sobre ella y disfrutar del cálido sol.
Para llegar a la Playa de los Muertos, hay que aparcar en un parking y andar hasta la misma a través de una pequeña caminata. Este trayecto, por pequeño que sea, es una de las razones por las que la playa es menos visitada que sus vecinas. Sin embargo, el esfuerzo merece la pena: al divisar la playa, uno se olvida del calor y los pasos andados y únicamente desea adentrarse en ella y quedarse ahí para siempre.
Con una Kodak en la mano
Tras la huella de la Almería «verdadera y desnuda» que conquistó a Goytisolo
Así definió Goytisolo a los paisajes extremos, playas inesperadas, montañas abruptas y pueblitos incorruptos que alfombran este exuberante recorrido.
Playa de Cofete, Fuerteventura
Lejos de la España continental, en las Islas Canarias, se encuentran otras de las playas más inhóspitas –en el mejor sentido de la palabra– del país. Situada en la península de Jandía en Fuerteventura, la Playa de Cofete posee uno de los pasajes más salvajes y espectaculares de la isla. Este amplio arenal de más de 14 kilómetros está rodeado por un paisaje árido y montañoso que realza su aspecto natural. En su arena descansan y toman el sol los bañistas más tranquilos, mientras que los adictos al deporte y la aventura se lanzan al agua aprovechando las olas para hacer surf.
El contraste entre la tierra dorada y el mar turquesa ha enamorado a más de un fotógrafo que, encandilado, ha tratado de captar a través de la lente la esencia de este espectacular enclave. Sin embargo, para conocer de verdad la Playa de Cofete hay que vivirla. Para ello, hay que atravesar una carretera de tierra y un camino que conducen a la misma, exigiendo a aquellos que desean llegar un esfuerzo físico que, sin duda alguna, se ve recompensado al alcanzar este tesoro escondido.
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