Sus pequeñas dimensiones -apenas alcanza los 50 cm- no han conseguido eclipsar la popularidad del Manneken Pis. La famosa estatua del niño orinando en la pila de la fuente lleva siglos increpando al transeúnte de los alrededores de la Grand Place. Según se varios documentos escritos, en 1619 se colocó esta fuente del escultor Jérôme Duquesnoy en el cruce de las calles du Chêne y l’Etuve inspirada en otra escultura en piedra de 1388 que representaba un niño con las mismas características.
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Siglos más tarde, el Manneken Pis se ha convertido en uno de los símbolos de Bruselas junto a la Grand Place y el Atomium. Por un lado, gracias a las leyendas que le rodean, que cuentan que un niño consiguió apagar la mecha de una bomba orinando sobre ella y salvar así a la ciudad de la destrucción. Por otro lado, debido a la fascinante historia real de la estatua, que en 1619 se colocó en la fuente tras su completa remodelación.
Años más tarde, la estatua se escondió durante los bombardeos de 1695 y se recolocó en su pedestal como un triunfo con un texto del salmo que rezaba: «El Señor me colocó sobre un pedestal de piedra, y hoy estoy con mi cabeza por encima de mis enemigos». Posteriormente, sufrió los ataques de vándalos y secuestros. Uno de los más relevantes fue detenido por el rey Luis XV, quien al recuperarlo vistió al Manneken Pis con un traje de bordado en oro. Aunque en 1859 el ayuntamiento impuso cambiar el sistema de agua y el retiro de fuentes, las aventuras del Manneken Pis le salvaron de ello.
Los saqueos continuaron en el siglo XX, muchos de ellos protagonizados por clubs de estudiantes quienes querían conseguir buenos propósitos, con anécdotas que consiguieron dar la vuelta al mundo.
El vestido del monarca obsequió a la estatua en el siglo XVII sirvió de precedente para la tradición de cambiar de la ropa del Manneken en ciertas ocasiones, llegando a acumular hasta 800 trajes que se exponen en el Museo Municipal de Bruselas.
A finales del siglo XXI, Bruselas adoptó una escultura similar: una réplica femenina ubicada en el callejón Impasse de la Fidélité, alrededor de la Rue des Bochers. Aunque sin tanta épica a su alrededor, la pequeña Jeanneken Pis también atrae a visitantes desde que se instaló en 1987 por petición del dueño de un restaurante.