Un hotel en el centro del poder
Empezando por su estratégica ubicación en el 57 de Whitehall. O lo que es lo mismo, en pleno epicentro gubernamental del país; rodeado de edificios oficiales, casi enfrente de Downing Street y a sólo unos pasos del parlamento de Westminster, Trafalgar Square y St. James’ Park. El imponente edificio de estilo barroco eduardiano de 76.000 metros cuadrados que alberga The OWO (Old War Office) comenzó a levantarse en 1902 y para completarlo fueron necesarios 25 millones de bloques de piedra caliza traída expresamente desde la isla de Portland (Dorset), la misma utilizada en el Palacio de Buckingham o la Catedral de San Pablo.
Si estas cifras no son suficientes para hacerse una idea de sus dimensiones casi épicas, ahí van algunos datos más: en su momento de mayor actividad, la Old War Office llegó a albergar a 22.000 empleados en sus más de 1.100 estancias. La única manera posible de entregar el correo sin demoras era que los boy scouts que trabajaban como mensajeros se trasladaran en bicicleta por sus más de cuatro kilómetros de pasillos.
Los números intimidan igual que lo hace la pieza más representativa de todo el complejo: la gran escalera del hall principal, que, como la de otros tantos edificios de este tipo, fue construida como símbolo de la majestuosidad y poderío del Imperio Británico. Realizada en mármol italiano, desde ella se accedía entonces a los despachos de lo más altos mandos, convertidos ahora en las grandes suites donde la palabra ‘lujo’ alcanza una categoría superior. Pero… un consejo antes de enfilar el primer peldaño: cuentan que tocar la nariz del león del pasamanos derecho trae buena suerte y nada se pierde por intentarlo.
Ya en la primera planta, antes de entrar en cualquiera de las estancias, se hace obligatorio bajar la vista y apreciar los mosaicos que sobresalen bajo las alfombras y cuyas piezas que los conforman fueron colocadas a mano una a una, así como las planchas de hierro que escondían los cables de teléfono de la época y que recorren todo el edificio. Una demostración más de que entonces, como ahora, aquí el nivel de detalle es abrumador. Y que el tiempo que uno pasa en este hotel no es una estancia sino una experiencia.
SUITES CON NOMBRE PROPIO Y MUCHA HISTORIA
Que nadie intente compararlas entre sí, las 120 habitaciones y 39 suites de Raffles London at The OWO son todas distintas. Lo único que tienen en común es que su diseño ha corrido a cargo del prestigioso interiorista Thierry Despont y que la consigna era mantener la esencia de las estancias de entonces combinada con la comodidad de nuestros días. De ahí que se hayan preservado los paneles de madera de las paredes, las molduras, las chimeneas, los detalles art decó y buena parte del mobiliario original, pero sin renunciar al sistema de domótica, los retretes japoneses o el televisor integrado en los espejos del baño.
Así ocurre con la Suite Churchill, la antigua sala del Consejo del Ejército y donde los altos mandos militares británicos tomaron decisiones trascendentales para la historia del país. Lo mismo con la suite Haldane, que acabó albergando el despacho de Churchill durante la Segunda Guerra Mundial. O con las suites de las esquinas, dedicadas todas ellas a notables mujeres que sirvieron en las fuerzas armadas o el servicio secreto británico. Todas cuentan además con un mayordomo personal a disposición del huésped en cualquier momento. ¿Los precios? A partir de mil euros por noche las habitaciones más sencillas.
¿DÓNDE CENAr?
La pregunta es obligada, pero darle respuesta no resulta nada fácil. Su oferta gastronómica es casi tan inabarcable como sus dimensiones. Dentro de The OWO hay hasta nueve restaurantes y tres bares con personalidad propia donde visitantes y locales comparten mesa (otro de sus encantos). Dado que se hace difícil poder probarlos todos durante su estancia, aquí van algunas pistas para decidirse: The Drawing Room es ideal para una comida a cualquier hora del día en un ambiente british y, cómo no, para el té de las cinco. Café Làperouse es una institución de la cocina francesa ubicado en el patio central del edificio. The Guards Bar and Lounge es perfecto para quien busca un ambiente de pub afterwork donde la estrella de su extensísima carta es el London Sling, un homenaje al mundialmente conocido coctel Singapure Sling que nació en el primer hotel de la cadena Raffles, allí en Singapur. Paper Moon, con una propuesta traída directamente de Italia. Langostería, con el pescado y el marisco como reyes de la mesa. …Suma y sigue porque en breve llegará a la azotea del edificio Kioku by Endo, el restaurante japonés del chef con una estrella Michelín Endo Kazutoshi. Y aún hay más.
EL MIMO DE UN TRES ESTRELLAS MICHELÍN
Una hogaza de pan casero, unas gotas de aceite de oliva virgen con sello propio y un poema de Neruda en la mesa. Así arranca el menú degustación del reputado chef con tres estrellas Michelín Mauro Colagreco en el restaurante que lleva su nombre dentro de Raffles London at The OWO. Una declaración de intenciones desde el minuto uno y una promesa con todas las garantías de que cada creación que sale de su cocina es el resultado de un proceso de elaboración llevado con absoluto mimo. La permanente apuesta por la sostenibilidad de Colagreco queda reflejada en el que es su primer restaurante en Londres en las más de 70 especies de vegetales y frutas estacionales procedentes de las islas británicas que utiliza como ingredientes principales.
Un consejo: para que el éxtasis sea completo, dejen que el sumiller de la sala les guíe durante lo que, más que una cena, es una celebración. Y si alguien quiere ademas sea un evento íntimo, aquí han pensado en todo: Mauro’s Table ofrece la oferta de Colagreco en un ambiente exclusivo en un salón para un máximo de veinte comensales. Saison, su tercer restaurante sin salir del hotel, reúne las recetas con toque mediterráneo del chef argentino.
SPA CON SELLO DE CALIDAD
Hace años que se convirtió en requisito casi imprescindible que los nuevos hoteles de lujo de las grandes capitales ‘escondan’ en sus plantas subterráneas zonas de Spa y Wellness de las que nadie querría salir. Pero lo de Raffles London va un paso más allá: lleva el sello de exclusividad de Guerlain. La maison francesa ha aterrizado en The OWO con unas instalaciones y una carta de servicios difíciles de igualar. A la piscina, la sauna, el baño turco, el jacuzzi o el gimnasio se suman un atelier de la firma y una carta de tratamientos con sus productos que logra detener el tiempo en cuanto uno pone en un pie en sus espacios.
AQUÍ NACIÓ 007
Como buen espía que fue durante la Segunda Guerra Mundial, resulta lógico que Ian Fleming encontrara la inspiración para sus libros sobre James Bond en su propia experiencia en The OWO. Y el cine ha sabido aprovecharlo. El edificio que hoy alberga el hotel Raffles London ha simulado ser la sede del MI6 -el servicio secreto británico- en varias de las películas del agente 007 como Licencia para matar, Octopussy Skyfall, Spectre y Sin tiempo para morir. De hecho, la imagen de Daniel Craig sobre el tejado de The OWO en la última escena de Skyfall es todo un icono para los fans de la saga.
¿Y si el huésped se convirtiera también durante su estancia en una suerte de espía? Poseedor de un secreto que no puede ser revelado al personal externo a The OWO. Algo de eso hay en la idea del Spy Bar, un speakeasy ubicado -shhhhh- en los sótanos; en lo que en su momento fue el búnker del edificio. Y más concretamente, en la antigua sala de interrogatorios que utilizaban los agentes con el código ‘doble cero’. Un bar secreto porque sólo quienes se alojan en el hotel tienen permitido el acceso; porque sólo a ellos se les facilitan las coordenadas para llegar hasta él -no hay indicaciones en el resto del complejo ni un letrero en la puerta; y porque una vez en el interior está prohibido hacer fotografías. Y no es por mantener el misterio pero damos fe de que, una vez en él, no resulta fácil resistirse a la tentación de inmortalizar el momento y compartirlo: dentro hay piezas increíbles.
PARA QUEDARSE A VIVIR (QUIEN PUEDA PERMITÍRSELO)
Además de un hotel, The OWO alberga también 85 viviendas de super lujo aptas solo para unos pocos. Muy pocos. De entre todas ellas destaca el penthouse de 715 metros cuadrados y una terraza de 370 con vistas a la columna de Nelson en Trafalgar Square, el London Eye y St James’ Park. Todo él diseñado al detalle con piezas exclusivas por el prestigioso estudio Winch Design, especializado en el interiorismo de yates de lujo. Viéndolo así, igual su estratosférico precio de más de 115 millones de euros no lo es tanto.
¿Y QUIÉN HAY DETRÁ DE TODO ESTO?
La respuesta tiene nombre propio. La sede de la Old War Office llevaba en venta desde 2014, desde que el gobierno británico decidió sacarla al mercado después de cincuenta años cerrada. Sus futuros compradores y los propietarios hoy en día de todo el complejo es el grupo Hinduya, al frente del cual está la familia de origen indio del mismo nombre. Una saga que lleva años en el número uno de la lista de los más ricos de todo Reino Unido que elabora regularmente The Sunday Times. Ahora se entiendo todo un poco mejor.