Un palacio reconvertido en hotel
Este rincón situado en la provincia de Teruel cuenta con un gran patrimonio en su casco histórico, con casonas nobiliarias del Renacimiento como la Casa de las Notarias, que conserva una forja del año 1568 en su ventana. O la Casa Aliaga en la que, si se mira hacia su gran alero, salta a la vista una figura de piedra, una mona que se tapa los oídos. Al frente, la Casa Guijarro, también posee una figura similar, aunque esta se tapa los ojos. Cabría entonces esperar que, antiguamente, existiera una tercera mona, la que se cubre los ojos.
![arcos z](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/08/arcos-z_cf7c7c5d_240208105044_1200x800.jpg)
Otro de los palacios imprescindibles es el Palacio Matutano-Daudén, del siglo XVIII, declarado Monumento Nacional en el año 1931 y reconvertido en un acogedor hotel de cuatro estrellas que forma parte del club Rusticae. Situado junto a la Iglesia de la Purificación, en una plaza donde los arcos de piedra conforman un decorado magnífico.
![© Palacio Matutano Daudén Rusticae (14) (1)](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/09/-palacio-matutano-dauden-rusticae-14-1_2a60ca4d_240209114342_1200x801.jpg)
A la entrada del hotel, lo primero que sorprende es la gran escalera imperial de estilo rococó, conocida por los lugareños como «la escalera del ruedo» porque se puede acceder por ambos lados que se juntan en la planta superior. Construida en madera de pino con la celosía característica del Maestrazgo, luce exactamente igual que cuando se edificó el palacio, sin haber precisado ninguna restauración desde entonces.
![© Palacio Matutano Daudén Rusticae (15)](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/12/-palacio-matutano-dauden-rusticae-15_cf7e0c36_240212145907_1200x801.jpg)
El Hotel Palacio Matutano-Daudén cuenta con 35 habitaciones dobles de diferentes características, algunas de ellas poseen el encanto añadido de los techos abuhardillados. La gran suite, conocida como «la cama del obispo» porque aquí era donde se alojaba cuando el superior visitaba la Iglesuela del Cid, conserva el mobiliario de la época. Hay que destacar que, con el fin de propiciar una necesaria desconexión, ninguna de las habitaciones dispone de televisor.
![© Palacio Matutano Daudén Rusticae (22)](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/12/-palacio-matutano-dauden-rusticae-22_0a4791b9_240212152023_1200x786.jpg)
![Palacio Matutano Gauden Restaurante94331BajaHD](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/12/palacio-matutano-gauden-restaurante94331bajahd_a7348a63_240212152050_1200x801.jpg)
La antesala y el salón principal del Palacio Matutano Daudén albergan el restaurante La Torre de los Nublos. Originalmente, el salón se extendía hasta los arcos, donde ahora se emplaza el buffet, y tras ellos se encontraba una alcoba con una cama para los señores del palacio. Los tapices, espejos, los arcos y las lámparas de la época, favorecen un ambiente acogedor y lleno de historia. La propuesta gastronómica de La Torre de los Nublos parte de la premisa de sorprender al comensal con una cocina con una materia prima en la que la proximidad y la temporada son bandera. El maridaje con vinos ecológicos del territorio completan una experiencia gastronómica inolvidable.
![© Palacio Matutano Daudén Rusticae (16)](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/12/-palacio-matutano-dauden-rusticae-16_ccc14f2c_240212153734_1200x801.jpg)
Bajo unas preciosas y conservadas vigas de madera, la última planta del hotel Palacio Matutano-Daudén esconde un spa, un jacuzzi privado y un pequeño gimnasio. Conocida como «la falsa», antaño tenía otra utilidad, y es que era en esta planta donde se almacenaban los jamones y el grano del palacio. Contigua a estas instalaciones también se encuentra la cafetería del hotel, perfecta para tomar una copa al atardecer sobre los tejados de La Iglesuela del Cid.
![Setrufma](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/12/setrufma_d52421da_240212154439_1200x800.jpg)
Buscando trufas
A pocos minutos de La Iglesuela del Cid se emplaza Cantavieja, otro de esos pueblos medievales que merece la pena recorrer. Monumentos, historia y trufas, y es que el trufiturismo se vive aquí de manera intensa. Acompañados del experto recolector de Setrufma y su inseparable e infalible perrita Luna, esta experiencia permite conocer de cerca el proceso de plantado de la encina hasta la recolección de la trufa negra.
Siguiendo camino, aproximadamente a una hora de distancia de La Iglesuela del Cid, las cavas de Mas de Llucia Wine Estate proponen una cata de sus vinos, y si el momento es el adecuado, una sorprendente y exclusiva cata en rama.