Historia, cultura, gastronomía y naturaleza
Esta ruta que recorre la Costa Blanca se estructura en cinco itinerarios diferentes que van del norte al sur de la provincia de Alicante. La ruta “Castillos del Vinalopó”, que se extiende a través de catorce municipios y casi treinta fortificaciones, permite conocer dos Patrimonios de la Humanidad (el Palmeral y el Misteri), parques naturales como el del Hondo, parajes protegidos como las Salinas de Santa Pola, y platos como el arroz con conejo y los caracoles en Pinoso.
La ruta “Castillos de la llave del reino” nos lleva a través de la huerta alicantina a conocer once fortificaciones espectaculares, el famoso caldero de la gastronomía alicantina y la capital de la provincia, con la visita imprescindible a museos como el Marq. La tercera de las rutas, “Castillos de Tudmir”, está dedicada a Teodomiro, el conde visigodo que controló el sur de Alicante y nos lleva a conocer lugares de gran riqueza patrimonial como el casco antiguo de Orihuela.
La ruta “Castillos de la montaña” revela la naturaleza en todo su esplendor a través de catorce municipios y los parques naturales de la Montaña de Alicante, Sierra de Mariola y El Carrascar de la Font Roja. Mientras que la ruta “Castillos de la frontera del miedo” muestra los paisajes del litoral alicantino donde encontramos algunas de las mejores playas de la Comunidad Valenciana.
CASTILLO ATALAYA (VILLENA)
En la «Ruta de Castillos del Vinalopó» encontramos un conjunto patrimonial espectacular, con castillos y fortalezas que dominan en el horizonte del Valle del Vinalopó. El castillo Atalaya de Villena, en excelente estado de conservación y cuya construcción se remonta al siglo XII, es uno de los más representativos de esta ruta en la que además de castillos, encontramos gastronomía tradicional y famosos vinos.
CASTILLO DE BIAR
Su importancia estratégica, en los límites de las conquistas de Aragón y Castilla, convirtió la villa de Biar en un bastión clave de la defensa de los musulmanes del valle de Biar. Jaime I el Conquistador, tras un asedio de cinco meses, conquistó este castillo situado en un cerro rocoso a 750 metros de altitud que conserva su estructura de doble muralla y una gran torre del Homenaje.
CASTILLO SANTA BÁRBARA (ALICANTE)
Dada su importancia, Pedro IV de Aragón nombró la plaza fuerte de Alicante como «la Clau del Regne» (La Llave del Reino). En la «Ruta de los Castillos de la Llave del Reino» conocemos el corazón de la provincia alicantina: la ciudad de Alicante y alrededores. En una única panorámica, vislumbramos el dominio sobre el Mediterráneo y la riqueza agraria de la huerta alicantina que hicieron que este territorio fuera codiciado por muchos.
TORRE DE SAN JOSÉ TABARCA
Ubicada en la parte central de la Isla de Tabarca, frente al Puerto de Santa Pola, encontramos esta torre defensiva en buen estado de conservación. Es un edificio de forma tronco-piramidal y de base cuadrada con tres plantas, proyectada por Baltasar Ricoud (1789). La Isla forma parte de la Reserva Marina de Tabarca, declarada en 1986 y primera en su clase en España, destino conocido por los amantes del submarinismo.
TORRE DE LA HORADADA
La «Ruta de los Castillos de Tudmir» pone en valor el pasado visigodo en el sur de la provincia de Alicante. El conde Teodomiro fue un gran estratega que acabó controlando un basto dominio territorial, cuyo epicentro se situó en el municipio de Orihuela, donde podemos visitar su casco viejo declarado conjunto histórico-artístico y monumental. Encontramos torres defensivas, castillos árabes y murallas en el bello paisaje de la Vega Baja y el río Segura.
CONJUNTO FORTIFICADO DE ORIHUELA
Se trata de un importante conjunto de origen andalusí que se usó como sistema defensivo de origen. Hoy podemos visitar los restos del Castillo de Orihuela, de las murallas de la ciudad y la Puerta de la Olma, o de Crevillente. Tanto el castillo como las murallas son espléndidas muestras del patrimonio arquitectónico que conforma el Casco Viejo de Orihuela, declarado conjunto histórico-artístico y monumental en 1969.
CASTILLO DE PENELLA COCENTAInA
La «Ruta de los Castillos de la Montaña» conduce al viajero por las tierras accidentadas de las cordilleras prelitorales. Si la Costa Blanca es conocida por sus playas, esta otra ruta nos da una perspectiva diferente de la provincia: la de los tranquilos pueblos y villas de montaña, con una vida menos bulliciosa a la de la costa. La huella árabe se conserva en las torres almohades, rehabilitadas como miradores. Es un espectáculo contemplar las fortalezas sobre los roquedos y crestas calizas.
PALACIO DE ONIL
Este Palacio-Fortaleza de entrada guiada y gratuita es uno de los edificios civiles de mayor belleza de la ruta. Ramón de Vilanova, Barón de la “Foia de Castalla” y “Señor de Onil” y Fabanella, lo mandó construir en el año 1539. Su estilo es gótico-renacentista. En la Sala de Exposiciones están representadas las fiestas de interés turístico de Onil, municipio conocido como la cuna de las muñecas y los juguetes.
CASTILLO DE GUADALEST
La «Ruta Castillos de la Frontera del Miedo» nos lleva a un tiempo en el que los peligros llegaban desde el mar. El miedo a los corsarios fue el motivo de fundación de muchas localidades de la cosa mediterránea tan populares hoy en día como Benidorm, Altea, Calp, Xàbia o Dénia, a la que los reyes cristianos dotaron de torres defensivas y fuertes. Esta ruta brinda una oportunidad única de disfrutar del litoral de la Costa Blanca.
CASTILLO DE DÉNIA
En la parte de mayor altura de la localidad se encuentra el castillo de Dénia, cuyo diseño se remonta a época islámica, entre los siglos XI y XII. Desde sus torres tendremos unas vistas espectaculares del Mediterráneo. Funciona un Museo Arqueológico de vital importancia para conocer la historia de la zona. En el exterior, del barrio Les Roques sorprenden sus calles estrechas y casas de poca altura. La gamba roja de Dénia es imprescindible si queremos conocer el sabor original de la Costa Blanca.
CASTILLO DE POLOP
Dominando el cerro de la localidad del mismo nombre, el Castillo de Polop se remonta a la dominación islámica de la Península, concretamente al siglo XII. Su importante valor estratégico en la región no le salvó del derribo de las construcciones de su interior en posteriores conflictos, y de sus piedras nació la vecina ermita. Del castillo se conservan algunos tramos de muralla, restos de un aljibe y estancias, además de las ruinas de una torre. La Condesa de Montealegre, su última propietaria, le cedió los terrenos al pueblo para que albergase en ellos el Cementerio Viejo.