El ojo de un turista nuevo en la ciudad tiene mucho con lo que maravillarse y el tiempo justo para hacerlo. La Estación de Sâo Bento, la Torre dos Clérigos, la Librería Lello, la Ribeira, la Capilla das Almas… Pero para aquellos que estén pisando de nuevo la ciudad, o ya la hayan visitado más veces (para mi son más de siete), aún quedan muchos rincones donde se palpa la esencia de Oporto y se conoce la ciudad desde otro punto de vista.
Jardines con estrella Michelin, mercados centenarios, monasterios que hacen de teatro y museos únicos se encuentran entre estas diez opciones para sumergirse más en la historia, la cultura y las panorámicas de una de las ciudades más bonitas de Portugal.
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Manual portuense
Vivo en Oporto y estos son mis consejos para no parecer (ni ser) un turista más
Aquí gracias se dice «obrigado», y otros consejos para la concordia.
Jardines del Palacio de Cristal
En el centro de Oporto se encuentra un oasis verde que esconde mucho más que un simple jardín. A pocos minutos de la Librería Lello se abre un espacio de ocho hectáreas donde los pavos reales, los patos y las gallinas pasean a sus anchas entre los transeúntes. Diseñados en el estilo romántico característico del siglo XIX, en su núcleo se encontraba elPalacio de Cristal desde el 1861, dedicado a ferias agrícolas y exposiciones, derribado en 1951 y substituido por el Pabellón Rosa Motaen honor a la atleta portuguesa.
Con 30 metros de altura, su cúpula es visitable, y tiene algunas de las mejores vistas del río y sus alrededores. El espacio verde que le rodea está compuesto de diversas terrazas y jardines temáticos, como el de los sentimientos, el de plantas aromáticas o el de Emilio David, el autor de este enclave paisajístico.
Pero hay mucho más que ver. En un recorrido por el recinto se puede visitar la Biblioteca Municipal Almeida Garrett, la Concha Acústica – un anfiteatro que hace de auditorio – y la pequeña capilla de Carlos Alberto de Saboya, que murió en Oporto durante su exilio.
En la Quinta de Maceirinha, dentro de los jardines, se encuentra el Museo Romántico de Oporto, cerca de la bella Casa Tait, legado de un comerciante de vino de Oporto cuyos sucesores decidieron donarla a la ciudad con la condición de dedicarla al arte y la naturaleza. Junto a estos dos edificios ingleses se halla el dos estrellas Michelin Antiqvvm, donde el chef Vítor Matos juega con el producto portugués de forma artística y creativa.
Francesinha católica
La curiosa y diminuta casa que separa dos iglesias en Oporto
La historia tras la estrecha fachada de dos ventanas y una puerta queda eclipsada en muchas ocasiones por la belleza de las dos iglesias que la abrazan.
Monasterio de Serra do Pilar
No muchos lo sabrán, pero más allá del bonito encuadre que deja en las fotografías desde la orilla de Oporto, el Monasterio da Serra do Pilar cuenta una historia que tiene mucho que ver con España. Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1996, este edificio de Vila Nova de Gaia custodia un extremo del Puente Dom Luis I.
Pero el monasterio supone no solo una bonita estampa del conjunto al otro lado del Duero, sino también un excelente mirador de Oportoy un espectáculo nocturno cuando enciende sus luces. Esta réplica de la iglesia de Santa María Redonda, en Roma, comenzó a construirse en 1538 y no fue hasta 1670 que finalizaron a causa de la falta de recursos de los clérigos y la situación del momento.
En este, España reivindicó el reino de Portugal, una unión que duró hasta la Restauración de 1640 y que hizo que el templo lleve el nombre de una santa española. Años después, en 1832, durante el Asedio de Oporto, se convirtió también en fortaleza, quedando muy dañada. Recuperada gracias a los integrantes de la Hermandad de Nuestra Señora del Pilar, en el siglo XX pasó a ser cuartel de las tropas hasta acabar en manos del Regimiento de Artillería de la Serra do Pilar, al que pertenece actualmente.
Aunque el monasterio ya no existe, sí que se sigue celebrando misa en su iglesia, mientras que el resto de las instalaciones son de uso militar. Su vasta extensión, que perfila la sierra, perteneció a los clérigos de Santo Agostinho que se instalaron en el lugar en el siglo XVI. La iglesia y el claustro, de planta circular y bóveda, son ejemplos únicos en Portugal, y se conservan junto a algunos retablos dorados, columnas salomónicas y esculturas de madera policromada.
Noble e invicta
Todo lo que hay que ver en Oporto, ordenado de menos a más imprescindible
Las coordenadas clásicas y contemporáneas que visitar en la ciudad del Douro van desde el diseño y las antigüedades hasta los monumentos y el buen vino.
Casa da Música
Son casi 20 los años que está a punto de cumplir este icono arquitectónico que mira no solo hacia su uso interior, sino a su relación exterior con la ciudad. La obra que diseñó Rem Khoolaas, arquitecto y urbanista holandés, se construyó en el marco de la celebración de Oporto como Capital Europea de la Cultura en 2021. La idea del edificio era integrarlo en el barrio de Boavista sin llevar a cabo la estructura cúbica típica.
Desde el jazz hasta el fado y desde la clásica a la electrónica, todas las músicas tienen cabida en este edificio con un Gran Auditorio, otro espacio de actuación, diez salas de ensayo, área educativa, varios estudios de grabación y lugares de ocio, como restaurantes, bares y zonas recreativas. Azulejos pintados a mano, patrones geométricos, uso de materiales como aluminio, vidrio corrugado, madera contrachapada o relieves dorados… la idea de la Casa da Música era generar una perspectiva diferente en todas sus facetas.
Para eliminar las barreras entre interior y exterior del edificio, el arquitecto ideó espacios que amigasen a ambas partes. Por ello, existen un cúmulo de escaleras, plataformas y sendas que convierten el lugar en una aventura arquitectónica pero también en una forma de invitar a los transeúntes a formar parte del edificio, ya sea aprovechando para ver la agenda musical, paseando por sus vestíbulos o tomando algo en sus terrazas. Además, cada semana se organizan visitas guiadas para poder conocerla en profundidad.
Tan cerca y tan lejos…
Foz, el enclave ‘cool’ que no sale en las guías de viaje a Oporto
Las mansiones del XIX que construyó la burguesía lusa delatan su pasado aristocrático.
DE COMPRAS, antigüedades
Las tiendas de antigüedades salpican las calles del centro y se esparcen por la ciudad con sus escaparates enigmáticos, la belleza de lo antiguo y la atracción de lo singular. Quizá una primera visita no es suficiente para percatarse de la gran cantidad de locales no solo de segunda mano, como viene siendo famoso en casi todas las grandes ciudades, con cámaras, ropa, libros o muebles, sino también de antigüedades. La discreción de sus escaparates y la típica iluminación tenue de estos lugares hacen que pasen desapercibidos muy a menudo, pero al poner atención se pueden contar por decenas incluso en una sola calle.
Investiga la Rua da Torrinha, gira hacia Rua de Cedofeita, sigue por la Rua do General Silveira y para también en la Rua dos Mártires da Liberdade. Muchas de ellas no salen en Google Maps, así que todo es cuestión de recorrer una a una estas cajas de sorpresas. Se puede empezar por O Sótão da Tia Becas, donde pude buscar entre postales, juguetes, objetos de decoración, cámaras, relojes, almanaques y demás con el acompañamiento de Violeta, la guardiana de cuatro patas de una de las tiendas de antigüedades más conocidas de Oporto.
Monedas, cerámica, pinceles, tallas de santos, joyas, muñecas, carteles... la lista es eterna y son muchas las sorpresas que se encuentran en lugares como Antiqualha do Porto o J.Dickson Antiguidadesson algunas de las velharias(como se conoce a estas tiendas en la ciudad) que no dejan a nadie indiferente. El único consejo es: piérdete por cualquiera de sus calles y, sobre todo, lleva siempre algo de efectivo.
Barrio de Miragaia
A pesar de estar en la orilla del río y cerca del centro, el barrio de Miragaia suele ser atravesado por aquellos que van hasta Foz en el histórico tranvía número 1 sin pararse realmente a recorrerlo. Esta zona estaba fuera del límite de las murallas de la ciudad, por lo que tradicionalmente fue un lugar de residencia de marineros, vendedores y gente de paso, y de acogida de armenios y judíos que buscaban refugio. En las casas, cuyo nombre define la disposición de sus edificios hacia la otra orilla del Duero, puede verse una particularidad: los arcos que las sujetan y que se colocaron por las constantes inundaciones en el barrio.
Para disfrutar de este barrio, además de perderse en sus callejuelas – hay que coger algo de aliento, las cuestas lo requieren – se ha de recorrer la Rua Nova de Alfandega, a la vera del río. Atractivos como la Iglesia de São Pedro, con su fachada de azulejos azules, o el museo interactivo World of Discoveries, donde aprender sobre los navegantes portugueses, quedan más cerca del Duero, como la Alfandega do Porto, un gran centro cultural donde se realizan exposiciones.
Junto a este se inicia una subida – ya os había avisado – que culmina en el Palacio das Sereias, un edificio sobre la antigua judería del que se cuenta que estuvo maldito y que actualmente es un colegio. Frente a él, la Bandeirinha da Saude ofrece unas vistas magníficas de Vila Nova de Gaia. Y sin dejar de subir, se llega al Museo Nacional Soares dos Reis, dedicado a las bellas artes y la arqueología. Por último, la Rua de Miguel Bombarda marca el límite del barrio a base de bares, restaurantes y tiendas de diseño donde se respira un ambiente creativo.
Mercado de Bolhão
El mítico mercado de uno de los barrios más bonitos de la ciudad nació en 1839 con la construcción de una plaza en la que antiguamente había una enorme burbuja de agua originada por un arroyo que atravesaba un pantano del lugar, lo que le dio nombre al barrio y al mercado: Bolhão (burbuja). En 1914, el arquitecto António Correia da Silva presentó un proyecto de estilo bellas artes muy innovador para la época, con una galería transversal y un pasillo entre las galerías superiores.
El Mercado de Bolhão fue clasificado como Bien de Interés Patrimonial y Monumento de Interés Público. Los que hemos visto el antes y el después del mercado sentimos una cierta nostalgia por su aspecto anterior, pero también se hace obvia la mejora tanto para los tenderos como para los viandantes de la zona. El estudio de arquitectura Nuno Valentim fue el encargado de mejorarlo restaurando fachada y cubiertas, equipamiento interior y accesos tanto al metro como a la calle.
Entre los 79 puestos que conforman el mercado fresco se encuentran negocios de varias generaciones y otros nuevos que venden desde artesanía hasta café, flores, quesos, pan, carne, algas, frutas, dulces, pescado y productos tradicionales que se convierten en souvenirs perfectos. Y aunque las mesas y las sillas sean el lugar perfecto para beber o comer algo que se acabe de comprar, no hay duda de que sus escaleras finales son el emplazamiento más deseado por los visitantes.
En el piso superior, donde antes se ubicaban más puestos, se divide ahora en dos partes: una para exposiciones culturales, ferias y congresos relacionados con la cocina, y otro para nuevos restaurantes, que gozan de unas magníficas vistas al exterior en una cuidada y amplia oferta para todos los gustos. También se habilitó un espacio de showcooking junto a las oficinas en el piso intermedio, una nueva forma de acercar a la ciudadanía la cocina.
Iglesia de San Ildefonso
Nacida sin campanarios –su construcción acabó en 1730 y no fue hasta 1739 cuando se completaron–, esta iglesia está alicatada en su exterior con los habituales azulejos azules y blancos, concretamente 11.000, realizados por Jorge Colaço, que representan escenas de la vida de Santo Ildefonso y del Evangelio, y que fueron colocados en 1931.
Este templo no solo es una obra de arte en su exterior, sino que también guarda algunas en su interior, como el retablo de estilo barroco y rococó del arquitecto Miguel Francisco da Silva de primera mitad del siglo XVIII; las pinturas de Domingo Teixeira Barreto de la misma época o las ocho vidrieras del artista Isolino Vaz, de 1967. También es famoso su órgano, construido en 1811 y los vestigios de un antiguo cementerio que se descubrió al realizar las obras de rehabilitación del suelo en 1996.
Merece la pena visitar también su pequeño museo de arte sacro, pero sobre todo, conocer una historia que aconteció en sus famosas escaleras, que ofrecen una postal ineludible. Según algunas fuentes, fue en estos escalones donde se dispararon los tiros que pusieron fin a la revolución en el intento de implantación de la República en Portugal.
Monasterio de São Bento da Vitória
Al lado del Centro Portugués de Fotografía y muy cerca de la Torre de los Clérigos y el Jardim da Cordoaria se encuentra el Monasterio de São Bento da Vitória, que dibuja el perfil de la ciudad visiblemente desde Vila Nova de Gaia. Aunque no son pocas las iglesias, conventos y monasterios que se reparten por la ciudad, lo curioso de este edificio del centro histórico, finalizado en el siglo XVII, son los usos que se le han dado a lo largo de su vida.
A partir del 1834 fue Tribunal y Casa de Reclusión, y sirvió para actividades del ejército hasta 1977, cuando se clasificó como Monumento Nacional. El estado de degradación en el que quedó, en parte, por un incendio años atrás, hizo que se sometiera a obras de restauración que acabaron en 1990 y tras las cuales el monasterio dividió sus espacios para tres actividades muy diferentes entre sí: la del culto de los monjes benedictinos, la de la Orquesta Nacional de Oporto y la del Archivo Distrital de la ciudad.
Además, en 2007 se añadió una nueva, pues Portugal asignó parte importante del edificio al Teatro Nacional de São João, por lo que se realizan en él algunos espectáculos, tales como obras de teatro, conciertos y otros eventos, que suelen celebrarse en su claustro, ahora reconvertido en una sala al aire libre que también puede cubrirse gracias al estudio de arquitectura CG+LSC.
Jardín Botánico y Galería de la Biodiversidad
Sí, no son pocos los jardines en Oporto – por suerte para una gran ciudad – pero hay algunos que tienen un propósito especial. En este caso hablo del Jardín Botánico de la Universidad de Oporto, enclavado a un costado de la Facultad de Ciencias, en la zona de Arrábida. El acceso libre a este espacio verde permite al visitante adentrarse en un mundo de especies que regalan colores, olores y sensaciones que pueden conocerse a través de visitas guiadas o por libre.
En el centro de este hermoso jardín se encuentra un llamativo edificio del siglo XIX de un tono rosa vivo conocido como la Casa Andresen, donde la escritora Sophia de Mello Breyner se inspiró para sus obras. En él se ubica la Galería de la Biodiversidad, que pertenece al Museo de Historia Natural y de la Ciencia de la universidad, donde se unen biología y naturaleza con experiencias sensoriales y exposiciones interactivas de distintas temáticas.
Las cuatro hectáreas que rodean la casa están ocupadas por plantas, árboles, estatuas, estanques, invernaderos y caminos que se inauguraron en 1950, cuando pasaron a formar parte de la universidad, a pesar de que su origen data del 1837. Dividido en tres niveles, el Jardín Botánico ofrece primero la galería, rodeada de especies nativas, además de camelias centenarias y jardines temáticos. El segundo es donde se ubican los invernaderos y un jardín de cactus, y el tercero alberga un bosque y un lago.
Museo de transportes y comunicaciones
A orillas del Duero, descansa una de las obras que el arquitecto portugués Eduardo Souto de Moura reformó según un proyecto ambicioso que busca mantener la memoria del antiguo edificio de la Alfândega (aduana) de Oporto. El estilo neoclásico del diseñador francés Jean F. Colson tomó forma en 1859 con el fin de llevar a cabo el control aduanero de todo lo que entraba a la ciudad por el río que la baña.
Su deseo de transformarse en un lugar de creación de proyectos relevantes para todos los públicos y que sean provocativos, educativos y de reflexión, le valió en 2014 el puesto de finalista a Mejor Museo Europeo Emya y la Mención Honorífica del V Premio Iberoamericano de Educación en los Museos. En su interior se puede ver un trabajo multidisciplinario donde la accesibilidad y la inclusividad son transversales.
Visitas autónomas, talleres, recorridos guiados, o exploraciones del espacio interior y exterior del edificio forman parte de la oferta cultural. Para difundir el papel del transporte y las comunicaciones en la sociedad actual se llevan a cabo exposiciones como ‘El motor de la República: los coches de los presidentes’ o ‘Metamorfósis de un lugar: Museo de la aduana”, donde se repasan sus 160 años.
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