El castillo de Loira que compraron los Médici


Aunque reconstruido y remodelado en diversas ocasiones, el pasado medieval de Chaumont-sur-Loire resulta evidente en sus torres almenadas y su estructura defensiva. La fundación de la fortaleza data del siglo X, pero su historia más sugerente arranca con la compra del castillo por parte de Catalina de Médici en 1550 y la posterior cesión a Diana de Poitiers. 

 

La primera tuvo como huésped de honor al astrólogo Ruggieri, quien vivió en una de las torres del castillo. Fue entonces cuando en Chaumont –que se halla entre las ciudades de Blois, a 18 kilómetros, y Tours, a 40– se inició un intenso periodo de ebullición intelectual y artística que se prolongó hasta el siglo XIX. 

 

En ese momento el castillo fue adquirido por los príncipes de Broglie. Éstos le dieron una nueva dimensión, abriéndolo al público y potenciando todo el dominio, que consta de impresionantes jardines y unas caballerizas modernistas. En Chaumont se celebra desde 1992 el Festival de Jardines, que reúne a los mejores paisajistas del mundo y sus innovadoras propuestas.

chaumont

Foto: Shutterstock

Pequeñas joyas arquitectónicas

Además de poseer una deslumbrante fachada, el castillo de Chaumont alberga en su interior diversas joyas arquitectónicas. Una de ellas es la Escalera de Honor, situada en la entrada de la fortaleza.

Alrededor del año 1500, los artistas franceses fueron haciendo suyo el estilo italiano y plasmándolo en sus construcciones y decoración; un claro ejemplo es esta hermosa escalera de caracol. La decoración esculpida en la escalera combina el estilo gótico y renacentista, coronado por unas vidrieras heráldicas en las que aparecen los escudos de armas. Estas escaleras permiten acceder a diversos espacios del castillo que se han convertido en galerías dedicadas al arte contemporáneo.

Castillo Charmont

Foto: Shutterstock

Habitaciones de huéspedes ilustres

Otros lugares interesantes del castillo son la Habitación de Diana, en la que en el siglo XIX se hallaron varios objetos de Diana de Poitiers (la favorita del rey Enrique II), y la Habitación de Ruggieri, antigua estancia del astrólogo Francesco Ruggieri (un gran amigo de Catalina de Médicis que pasaba temporadas en el castillo) en la que destaca un signo cabalístico sobre la chimenea. 

Al otro lado de la pared de la Habitación de Diana se encuentra la Sala del Consejo, sucedida por la capilla del castillo. La Sala del Consejo es conocida por su suelo de mayótica del siglo VII, que fue adquirido por el príncipe de Broglie, actual propietario del castillo. Esta sala se restauró en el 2006, recuperando muchos elementos originales que se pueden contemplar hoy en día. La capilla, en cambio, se restauró mucho antes, en 1886, y destaca por su decoración flamígera y los vitrales que narran la historia del castillo. 

En el lado opuesto del edificio se halla la Sala de Catalina, un espacio polivalente que se usaba como tocador, dormitorio y como estancia para las audiencias, según la hora del día, y el Gran Salón. Este presenta una decoración al estilo de Luis XII, realizada en 1850, que fue restaurada en el 2007, tejiendo de nuevo el brocado amarillo del mobiliario y las paredes, según los diseños del siglo XIX. 

Castillo Chaumont

Foto: Shutterstock

Un comedor transformado en biblioteca

También se pueden visitar la biblioteca y el comedor del castillo. La biblioteca no mantiene nada de la decoración original, ya que fue destruida en un incendio en 1957. Antes de ser biblioteca, esta estancia albergaba el comedor principal, pero el conde de Aragón le dio un nuevo uso, que mantuvo el príncipe de Broglie. Entonces, el comedor se trasladó a una estancia próxima, que los príncipes de Broglie decoraron siguiendo los estilos del siglo XV y XVI. La chimenea neogótica y el techo policromado del comedor también fueron restaurados en 2007, para recuperar su esplendor original. 

Por último, se puede acceder a las caballerizas, que es una de las visitas más destacadas. Estas datan del siglo XIX, se construyeron en estilo modernista y se dotaron de la más avanzada tecnología, como alumbrado eléctrico y calefacción.

Además, al entrar y salir del castillo de Chaumont, es inevitable cruzar la Sala de Guardia. En el siglo XVI, esta cumplía con tres funciones: era el paso obligado a la cámara real, servía de espacio de entrenamiento para la guardia y permitía vigilar el exterior y, a la vez, observar el patio interior. A día de hoy, todavía se conserva como un punto clave desde el que iniciar la visita por el castillo. 



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