A orillas del río Gaià y dentro de población de Aigumúrcia (provincia de Tarragona) es el punto en el que se erige un importante referente de arquitectura religiosa catalana: el Real Monasterio de Santa María de Santes Creus.
Los orígenes de esta abadía cisterciense se remontan al año 1168 (siglo XII), en plena Edad Media. Este espacio sagrado adquirió gran relevancia gracias a los donativos de los miembros de la nobleza que lo escogían como lugar en el que guardar sus restos tras su fallecimiento.
![santacreus](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/03/06/santacreus_a175e599_240306130714_1200x915.jpg)
Precisamente, los reyes Pedro III de Aragón y Jaime II el Justo y su mujer Blanca de Anjou fueron mecenas del monasterio y pidieron ser enterrados en dos mausoleos junto al altar mayor.
El monasterio presenta una estética sobria y austera, según el modelo canónico propio del Císter. Se distribuye en torno a una cruz latina con tres naves y cinco espléndidas capillas que conviven con una sala capitular, bodegas, dormitorios, sepulcros y el primer claustro gótico de la Corona de Aragón.
![Real Monasterio de Santa María de Santes Creus](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/03/06/real-monasterio-de-santa-maria-de-santes-creus_04f2cf19_2251278507_240306130734_1200x1500.jpg)
A lo largo de su historia experimentó un gran cambio después de que Pedro el Ceremonioso tomase la decisión de mover el panteón monárquico al monasterio de Poblet. Este factor provocó que el templo de Aiguamúrcia perdiese su relevancia a mediados del siglo XIV. De hecho, es el único monasterio de la Ruta del Císter que no alberga ni rastro de vida monástica en la actualidad.