Tal y como narra María Eugenia Casquet en el reportaje dedicado a este país africano que acabamos de publicar en el nuevo número de Viajes National Geographic, el lugar es tan evocador como decepcionante. El obelisco negro que marca el lugar donde los nativos enterraron esta víscera está descuidado y carece de la monumentalidad que sí que tiene su tumba, situada en la Abadía de Westminster de Londres. Ni siquiera el simbolismo de estar ubicado junto a un escultórico árbol mobola le otorga una fotogenia reconfortante, de ahí que los pocos viajeros que llegan hasta aquí sientan que su capricho no ha merecido la pena.
Y sin embargo, ahí está África con sus propios antojos, regalando una joya desconocida a poca distancia de esta coordenada: el magnífico parque natural de Kasanka, cuyos bosques “acogen la mayor migración de mamíferos del mundo” al acabar el año, tal y como describe Casquet.
![Reserva de Kasanka](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/23/reserva-de-kasanka_8cbe072d_240223182943_1200x674.jpg)
El resto del viaje por Zambia no se aleja demasiado de los pasos de Livingstone, al menos en espíritu. Pero, mientras que se ensalza, con justicia, el espíritu de este explorador, la autora también saca a relucir las costuras del colonialismo y sus inexplicables consecuencias en la actualidad. La primera, que en este país conviven 72 etnias diversas y diferentes que nunca se plantearon ser un país. La segunda, la curiosa silueta de este estado, resultado del reparto de territorio por el que Bélgica y Gran Bretaña pelearon durante décadas y que dejó como consecuencia una lengua de tierra conocida como el Pedicle del Congo que hoy en día sigue partiendo el país en dos. Actualmente, el extremo oriental de este pedículo está más cerca de las capitales de otros 17 países africanos que de la suya propia, Kinshasa.
Por suerte, de la tercera consecuencias solo quedan los ecos nostálgicos de un nombre, el de Rhodesia del Norte, con el que se bautizó a esta colonia. Aquella etimología no podría ser más definitoria: estaba inspirada por el nombre de un capitalista y constructor británico afanado por apropiarse de estas tierras en nombre de la Corona: Cecil John Rhodes.
![Cataratas Victoria](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/23/cataratas-victoria_727d4bec_240223183123_1200x800.jpg)
Hoy en día Zambia es un sinfín de parques naturales y reservas sin parangón en África. Sin embargo, su emblema natural no tiene que ver con un safari, sino con un capricho geográfico. En concreto, el salto que el río Zambeze realiza en su avanzar hacia el Índico. Una grieta de casi dos kilómetros de largo y 108 metros de altura que el propio Livingstone bautizó como Cataratas Victoria en honor de su monarca y principal financiera. Este topónimo ha sobrevivido por su carácter evocador y porque la descolonización no ha logrado ser tan profunda.
Pero resulta inevitable reivindicar el nombre con el que lo conocían las tribus oriundas del lugar: Mosi-Oa-Tunya. Es decir, «el humo que truena», una descripción precisa a la que no le falta su dosis de retórica y que recuerda al viajero que África no solo tiene requiebros caprichosos, también muchos tópicos por desterrar y muchas realidades por redescubrir. Y nada como emprender esta aventura bajo la piel del viajero y con reportajes como el que firma Maria Eugenia Casquet en la maleta.