En un lugar como València, con más de trescientos días de sol al año, la llegada de la primavera se vive de otra manera. Quedarse en casa no suele ser una opción —aunque hay días para todo—, y las calles, terrazas y parques se llenan hasta que el frío vuelva a la carga —si es que lo hizo alguna vez—. Y, a pesar de tener playa, València es sobre todo una ciudad verde. Con casi cinco millones de metros cuadrados de naturaleza, los parques y jardines siempre han sido parte fundamental de su esencia. Sin embargo, hay un nombre que resuena entre todos ellos y ese es el Jardín del Turia.
Runners preparándose para la maratón, partidos de fútbol, clases de yoga en el césped, ciclistas atravesando el carril de oeste a este hasta picnics improvisados, cumpleaños o gente leyendo plácidamente a la sombra de un árbol. El que llegó a ser el cauce original del río Turia se ha convertido en un gran pulmón verde que vertebra la capital y uno de los puntos de encuentro del ocio y la cultura valenciana. Con casi diez kilómetros transitables, ostenta el título del parque lineal más largo de Europa. Pero, más allá de su belleza natural, su ejemplo de resiliencia sigue siendo, a día de hoy, uno de los símbolos de la terreta.
DE UNA POSIBLE AUTOPISTA A UN JARDÍN URBANO
14 de octubre de 1957, esa es la fecha que marcó la historia de este río que nace en Teruel y que ahora desemboca en el Mediterráneo. Fue entonces cuando tuvo lugar la gran riada que asoló la ciudad y cuyas consecuencias fueron devastadoras. A día de hoy, frente al Centro del Carmen de Cultura Contemporánea (Calle del Museo, 2), se puede encontrar un dibujo que marca con exactitud hasta donde llegó el agua.
Desde ese momento, el antiguo cauce del río quedó desnudo, dejando al descubierto el recorrido que cruzaba la ciudad de punta a punta y rodeaba el casco antiguo. “Un camino que antiguamente recorría el caudal del Turia antes de desembocar en el mar. Normalmente de forma silenciosa, pero en ocasiones provocando importantes estragos y daños durante los episodios de crecidas”, cuenta Maria Josep Picó en el prólogo del ensayo “Del Saler al Túria” de Carles Dolç.
![Jardín del Turia](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/03/22/jardin-del-turia_07425716_240322093438_1200x798.jpg)
Durante las dos décadas posteriores, el debate se centró en decidir el futuro de ese terreno. Uno de los proyectos líderes era la construcción de una red de autopistas que uniera València, promovido por la administración de la época. El otro, bien distinto, abogaba por la creación de un hermoso jardín urbano y, para sorpresa de nadie, esta última era la propuesta favorita de los valencianos y valencianas. Gracias a los movimientos sociales, el espacio verde ganó la partida.
Bajo el lema de «El llit del Túria és nostre i el volem verd» («El cauce del Turia es nuestro y lo queremos verde» en castellano), la naturaleza se alzó sobre el cemento y el asfalto. Aunque no fue hasta 1986 cuando se inauguró el actual diseño, que reproduce el paisaje fluvial original y que se extiende desde el Parque de Cabecera hasta la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Ahora es un inmenso sendero repleto de palmeras y naranjos, estanques, pistas deportivas, rosales y, por supuesto, el anillo ciclista que atraviesa la actual Capital Verde Europea.
![Jardin del Turia](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/03/22/jardin-del-turia_6f51c7db_240322093037_1200x801.jpg)
EL EPICENTRO DEL OCIO VALENCIANO
Su gran extensión asegura que la mayoría de barrios y vecindarios puedan disfrutar de este lugar. Con un total de dieciocho puentes, construidos desde el siglo XVII hasta los años noventa, el Jardín del Turia ha democratizado el ocio urbano. Empezando por el Parque de Cabecera que,con más de 330.000 metros cuadrados de superficie, recrea el itinerario del antiguo río y recupera el agua como elemento protagonista.
Un paraje perfecto para ir con los más pequeños gracias a sus diferentes áreas: el mirador; el anfiteatro, que acoge diferentes actividades lúdicas y representaciones; el lago para dar paseos en barca, hasta el Bioparc, el parque zoológico de “nueva generación”. El parque continúa por otros puntos clave de la ciudad como las torres de Serranos, el Palau de la Música diseñado por el arquitecto José María García de Paredes en 1987, con una variada programación de jazz y música clásica. Aunque la música no solo se reserva para sus salas sinfónicas, también toma posesión del exterior gracias a una nueva entrega del Jardí Electrònic y que próximamente anunciará sus nuevas fechas para los meses de abril y mayo, tras haber sido cancelado por el trágico incendio de Campanar.
![Parque Gulliver](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/03/22/parque-gulliver_474f41f9_240322092331_1200x899.jpg)
Pero, sin duda, uno de los regresos más esperados fue el protagonizado por el Parque Gulliver en 2022. Tras tres años cerrado por remodelación, este singular parque de atracciones volvía a abrir sus puertas en su ubicación original, junto al puente del Ángel Custodio. Creado en 1990 por el arquitecto Rafael Rivera y el artista fallero Manolo Martín, no hay niño o niña de la ciudad que no se haya deslizado por sus toboganes.
Inspirado por el libro “Los viajes de Gulliver” de Jonathan Swift, su originalidad reside en la monumental escultura de setenta metros que reproduce el cuerpo de Gulliver atrapado en la playa por los liliputienses. Una figura a la que se puede acceder a través de rampas, toboganes y escaleras en forma de zapatos, ropa e, incluso, mechones de pelo. Un viaje por la desconexión que finaliza en la más que fotografiada Ciudad de las Artes y las Ciencias y que este verano acogerá una nueva edición del Festival de les Arts y Big Sound Festival.
En 2026 el Jardín del Turia alcanzará su plena madurez, cuarenta años en los que ha sido testigo de las muchas historias de locales y visitantes.