Parecidos razonables… Eso es lo que se encuentra el viajero a medio camino entre Madrid y Burgos, justamente en el tramo de la autovía A-1 que cruza el pueblo de Gumiel de Izán. En su epicentro, la Plaza Mayor alberga uno de los tesoros más bellos del barroco burgalés: la Iglesia de Santa María.
Construida entre los siglos XV y XVI sobre un templo anterior, en su costado sur se alza la fachada barroca que le ha dado el sobrenombre de la Petra española por coincidir en silueta, textura, color y belleza con el Tesoro de la joya nabatea. Desde que Viajes National Geographic publicó su artículo sobre la iglesia de Santa maría de Gumiel de Izán, son muchos los visitantes que acuden a la este templo para comprobar in situ la realidad de estas semejanzas.
Emplazada sobre una escalinata que realza todavía más su espectacularidad, la puerta principal (dedicada a Nuestra Señora de la Asunción) fue esculpida por los maestros Bartolomé de Herrera y Pedro Díaz de Palacios siguiendo el estilo barroco clasicista. Concluida en 1627, presenta una portada retablo con tres cuerpos y tres calles: la central representa escenas en relieve y las laterales se organizan mediante columnas corintias y hornacinas. Una estructura que se asemeja al Tesoro de Petra.
Los relieves de la calle central reproducen la Asunción de Nuestra Señora y la Coronación de la Virgen sobre la portada adintelada, mientras que las laterales presentan una apariencia más sobria. En el interior, la iglesia se distribuye en una planta de tres naves y cuatro tramos con cubierta de crucería. El altar mayor guarda un espectacular retablo tardogótico, de inicios del XVI, dedicado a la Asunción de la Virgen. Tallado en madera de nogal, policromada y dorada, narra escenas de la vida de Jesús y de la Virgen María a través de una veintena de relieves. Otros personajes, como el rey David con el arpa desenfundada, completan el conjunto. En los ábsides laterales se encuentran dos retablos gemelos dedicados a San Pedro y Santiago, ambos realizados por el discípulo de Juan de Juni, Juan de Arteaga.
La iglesia es también la sede del Museo Parroquial, que guarda pinturas en tabla del siglo XV, tallas de los siglo XVII y XVIII y capiteles románicos del desaparecido Monasterio de San Pedro de Gumiel.
Qué ver en Gumiel de Izán
Justo a 15 kilómetros de Aranda del Duero, Gumiel de Izán se convierte en parada obligatoria para observar una de las fachadas más bellas y monumentales del barroco burgalés, pero también otras maravillas arquitectónicas como los puentes de San Pedro y de San Antonio sobre el río Gromejón que recuerdan el pasado romano de esta localidad, por donde pasaba la vía romana Clunia-Astúrica. De ese paso quedan también dos puentes romanos: el de San Pedro y el de San Antonio sobre el río Gromejón.
Precisamente, el rico pasado del pueblo burgalés se remonta a la época romana. El primer documento histórico donde se cita Gumiel de Izán se remonta al año 1042. Posteriormente, tuvo una gran influencia árabe hasta el siglo XV que todavía hoy reluce en el interior del Castillo y varias bodegas y galerías, así como el topónimo, ya que Izán proviene del nombre del primer señor de la villa, el moro Izán.
Sus callejuelas empedradas conducen hasta el castillo y las murallas, donde se encuentra el Arco de los Mesones, una de las cinco puertas de acceso a la Villa que tenía la antigua muralla y por donde pasaba el Camino Real de Madrid. Este está ubicado en el extremo norte de la calle Real, mientras que en el extremo sur se conserva otro trozo de la muralla. De la antigua fortaleza medieval solo quedan algunas ruinas y las galerías subterráneas que recorren toda la zona. Se sabe que Gumiel de Izán, declarada Villa Real por el rey Alfonso XI en 1326, estaba totalmente rodeado por una muralla durante la Edad Media, y que contaba con una torre fortaleza, las galerías subterráneas y cinco puertas: Cantarranas, Malpica, El Palacio, Colladiello y San Juan.
En un paseo por el pueblo también se descubren las ermitas de San Roque Santo Cristo de Reveche y de la Virgen del Río, que forman parte de la Ruta de las Ermitas. Desde el pueblo burgalés, también se puede seguir la Ruta de la Ribera del Duero, ideal para conocer el paisaje que lo rodea y para degustar algunos de sus vinos con D. O. Ribera del Duero. También para maravillarse con la arquitectura de Norman Foster en la bodega Portia.
Diseñada por el prestigioso estudio Foster & Partners, desde 2010 se ha convertido en un símbolo de vanguardia y futuro para el mundo del vino y en una de las experiencias más deliciosas de Ribera del Duero. Situada en el kilómetro 171 de la A1 a Madrid, Portia permite conocer el proceso de elaboración de sus vinos y degustar los menús de Triennia Gastrobar entre arquitectura, arte y gastronomía.