Vila Closa
El núcleo medieval amurallado de Altafulla, situado en su parte más elevada, corresponde al origen de la ciudad. Declarado Bien Cultural de Interés Nacional en 1998 por la Generalitat, este conjunto histórico-artístico está repleto de hermosas casas bastidas con el Castillo de Montserrat como atalaya. La muralla, remodelada durante los siglos XVII y XVIII, conserva algunos tramos, además de dos de sus torres y tres portales de acceso, y un paseo por sus calles empedradas y sus pequeñas plazas y jardines deja unas postales para recordar.
En este paseo puede visitarse la Iglesia de Sant Martí, del 1705, con un aire fortificado similar al del castillo. Esto se debe a que la construcción del templo católico fue encargada por los marqueses de Tamarit, que adquirieron también en el siglo XVII el castillo y restauraron ambos, dándoles un estilo parecido.
![Altafulla](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/03/07/altafulla_da9e2ea4_392339985_240307153726_1200x799.jpg)
La fortaleza, del año 1059, tiene una planta poligonal irregular con torres coronadas por almenas, con un patio interior rodeado de una galería renacentista y jardines, además de espacios comunes, que pueden visitarse en épocas concretas bajo reserva.
Ocupando el antiguo pajar del castillo se encuentra el Museo Etnográfico de Altafulla, donde se puede conocer el pasado agrícola que marca el oficio principal de la localidad hasta el siglo XX y donde el vecino y artesano Salvador Gatell muestra su colección de utensilios, obtenidos por la donación de particulares, y que muestran técnicas y costumbres, muchas de ellas ya perdidas o que han evolucionado.
![Altafulla (Tarragona)](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/29/altafulla-tarragona_127b196f_240229194441_1200x800.jpg)
Playas y senderos
Descendiendo hacia el mar se encuentra uno de los paseos marítimos más bonitos de Cataluña, separados del tráfico y del resto de la ciudad por una hilera de casas que se construyeron durante el siglo XVIII como almacenes de pescadores y comerciantes. Conocido como El Barri de les Botigues (barrio de las tiendas) desde el siglo XX, cuando se tornó más residencial, se ubica ante la playa de Altafulla, de arena fina y dorada y con bandera azul. También es una buena opción para refrescarse el arenal del Canyadell, una pequeña cala designada como playa virgen por el grupo Ecologistas en Acción de Cataluña.
Pero en Altafulla también se puede disfrutar de otros entornos naturales a través de una red de caminos que pasan por algunos de sus lugares más emblemáticos, como la Montaña de Sant Antoni y su ermita, las huertas y árboles monumentales, muros y barracas de piedra seca o incluso la ribera del río Gaià y su desembocadura. Por otro lado, también permiten conectar la localidad con lugares vecinos, como Tamarit, el pequeño núcleo de Ferrán, Torredembarra o la cantera romana El Mèdol.
![Vila dels Munts Altafulla](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/29/vila-dels-munts-altafulla_6bfc7e0a_240229194457_1200x800.jpg)
Romanos y brujas
Altafulla tiene un pasado romano relacionado con la fundación de Tarraco. Alrededor de esta se fueron fundando numerosas villas dedicadas a la actividad agrícola y de ocio, y una de ellas fue la Vil·la dels Munts, cerca de la playa de Altafulla, construida en el siglo I dC y residencia de Valerius Avitus Caius, mandatario de la ciudad romana. Las excavaciones, que se iniciaron en 1967, desvelaron piezas tales como estatuas de mármol y que ahora se ubican en el Museo Arqueológico de Tarragona. Esta villa forma parte del conjunto arqueológico de la Tarraco romana, lo que lo convierte en Patrimonio de la Humanidad desde el año 2000.
Pero si hay un aspecto por el que es famosa la localidad es por sus leyendas sobre brujería. ‘Altafulla, tres mujeres, tres brujas’, es un dicho que hace referencia a las tres hechiceras de las que se habla en muchas de las historias recogidas en un interesante libro de Antoni Gelabert. Según estas, las brujas salían de sus casas por las noches y caminaban hacia la playa, donde tenían lugar algunos de sus rituales.
![Altafulla](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/29/altafulla_674ca53a_495984706_240229194515_1200x800.jpg)
Se creía que residían en las casas de la Vila Closa, cercanas a la iglesia, y una de las historias ubican en alguna de ellas un tesoro escondido repleto de monedas de oro. En los tejados de las viviendas más señoriales del municipio aún pueden verse vasijas, colocadas para evitar que las brujas entren en los hogares.
Por qué el campanario está inacabado, por qué existe un sendero llamado Camino de las Brujas o que a una bruja se la vence atacando su sombra son algunas de las historias que la tradición oral ha preservado y que tienen lugar en distintos lugares del pueblo, como la Plaza del Pou, la Vil·la dels Munts, la iglesia o la playa. Debida a esta cantidad de cuentos y leyendas, cada año, a finales de junio, se celebra la Nit de Bruixes, donde se realizan charlas, correfocs, baile, talleres, rituales e incluso un mercado esotérico donde aprender a leer las cartas del tarot o las líneas de vida de las manos, además de adquirir piedras y minerales con supuestos poderes mágicos.
![Hotel Gran Claustre Altafulla](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/29/hotel-gran-claustre-altafulla_f8e29cca_240229200117_1200x800.jpg)
celebrando mar y tierra
Altafulla está animada todo el año, y es que sus múltiples eventos – muchos de ellos ligados a la música, como el Altacústic o el Altafujazz, y otros a la gastronomía, como la Fiesta de la Olla (plato típico de la localidad) – invitan a recorrerla. Y es que este municipio tarraconense no solo se disfruta a través de su legado histórico y su belleza natural, sino también por su gastronomía y hoteles tan especiales como el del Gran Claustre, uno de los más exclusivos de la Costa Daurada y ubicado en la Vila Closa. Su restaurante, Bruixes de Burriac, recomendado en la Guía Michelin y la Guía Repsol, es el complemento ideal para saborear Altafulla, del mismo modo que el Pati dels Tarongers, una terraza junto al alojamiento que abre durante el verano.
La Granja Sant Francesc, Solete Repsol, es otro de sus clásicos, con cocina catalana casera, que los domingos genera colas para llevarse sus famosas croquetas, su pollo a l’ast, además de canelones, conejo, lengua de ternera y demás. Como curiosidad, tiene opciones halal.
![Hotel Gran Claustre Altafulla](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/29/hotel-gran-claustre-altafulla_21dfff9d_240229200202_1200x801.jpg)
También es mítico su Buffet Libre, el primero de Cataluña, reconocido por la misma guía gastronómica y uno de los mejores lugares de carretera para parar a degustar sus contundentes ofertas y su carne a la brasa de la manera más económica. Voramar es otro de los restaurantes más conocidos, a pie de playa, con uno de los mejores arroces de la zona, además de pescado y marisco fresco.
El restaurante El Raconet, con una cuidada selección de platos y una carta de vinos excelente, se suma a la buena oferta de tapas y platillos de Lola Bistró y a la terraza del Faristol, que lleva desde 1979 animando su cocina mediterránea con música en vivo. Sin embargo, hay que destacar también uno de los mejores restaurantes de cocina japonesa de la provincia, Suko, donde disfrutar de su fusión nikkei y su toque marinero local. Algo diferente puede saborearse también en Aromàtic, con su cocina autóctona, sostenible y saludable, o en L’ermita, restaurante ubicado en la Ermita de Sant Antoni y donde probar platos tan sorprendentes como macarrones con sobrasada y chocolate blanco o pies de cerdo con gamba roja.