Cáparra, antaño un enclave vital en la Vía de la Plata, conserva una de las mayores rarezas arqueológicas del antiguo Imperio Romano. Resistiendo al paso del tiempo entre alcornoques y encinas, se alza triunfante el único tetrapylum en pie que se puede ver hoy en día en España. Este peculiar arco se caracteriza por estar sostenido por cuatro imponentes pilares coronados por arcos de medio punto. Se alza sobre un basamento rematado por una elegante cornisa, mientras que en sus flancos se divisan pedestales que anuncian que en tiempos pasados sobre ellos lucieron estatuas y otras figuras emblemáticas.
Una inscripción en el pilar de la derecha del frente sur, que se puede leer a pesar de la erosión, indica que fue Marcus Fidius Macer, un adinerado miembro de la aristocracia local de Cáparra, el que promovió su construcción, cumpliendo así en el siglo I con lo estipulado en el testamento de sus padres.
La historia de Cáparra es la historia misma de la romanización de Hispania: desde su fundación como ciudad estipendiaria hasta su ascenso como municipio con derecho propio entre las actuales Astorga y Mérida, la historia fue moldeando su topografía. El tetrapylum ubicado estratégicamente en el centro de la ciudad es el testimonio de aquel esplendor y de aquella sucesiva transformación, un símbolo de la conexión entre pasado y presente. Declarado monumento histórico-artístico en 1931 y Bien de Interés Cultural en la actualidad, el tetrapylum de Cáparra parece tener asegurado su destino algún tiempo más. Hoy, como un faro que guía a todos lo visitantes de la ruinas de la ciudad romana de Cappera.