La felicidad en Japón se encuentra entre los dulces cervatillos. Unos mil doscientos ciervos sika, en concreto. Son los que corretean entre turistas despreocupadamente por el inmenso parque de Nara, en el corazón de la región de Kansai. El parque es un espacio de elegancia natural y de riqueza patrimonial. Resulta que los templos y santuarios de Nara son mucho más antiguos y más singulares que los de Kioto.
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![Templo Todaiji en Nara](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/27/templo-todaiji-en-nara_434df1fb_240627161047_1200x800.jpg)
Felicidad entre ciervos
Uno de los templos más destacados es el maravilloso templo Todaiji, fundado durante el periodo Nara (710-784), cuando Nara era la capital de Japón. Aunque ha sido reconstruido desde entonces hasta en dos ocasiones por haberse incendiado, por lo que se calcula que hoy en día es un 33% más pequeño que el original, ha sido durante mucho tiempo una de las mayores estructuras de madera construidas en el mundo.
Pero ahí no queda su mayor singularidad: el templo es un monumento que celebra la gloria del budismo y la unidad nacional y que guarda en su interior uno de los mayores deseos de felicidad para la humanidad, encarnado en la estatua de un buda.
![Buda de Todaiji en Nara](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/27/buda-de-todaiji-en-nara_1ea12bfc_240627160358_1200x800.jpg)
El Gran Buda de la felicidad
La entrada principal al templo Todaiji se realiza tras dejar atrás a algunos ciervos a través de Nandaimon (o Gran puerta del sur), un pórtico de 1199 que separa al templo de la vida mundana del exterior. En frente, se encuentra el edificio principal que contiene el daibutsu, el llamado Daibutsu-den, la mayor sala de oración budista de Japón. Y en su interior, el Gran Buda.
Alrededor de 2,6 millones de personas sumaron esfuerzos para construirlo con el objetivo de desear la felicidad para todas las personas. La estatua en sí se conoce como “Daibutsu” (en japonés, “dai” significa gigante y “butsu” significa buda) y está inspirada en un Buda Vairocana (“Buda que brilla a lo largo del mundo como el sol»).
Además del Gran Buda, el templo Todaiji guarda en su interior numerosos tesoros nacionales y bienes culturales, por lo que el propio templo fue inscrito Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998. Hay que despedirse del templo en la sala Nigatsu-do, construida en el siglo VIII y reconstruida en 1669. Este espacio al este de la sala Daibutsu-den, ofrece vistas panorámicas de la ciudad de Nara, especialmente atractivas al atardecer. Un espectáculo cuya contemplación logra la felicidad inmediata de quienes lo visitan.