No pases a las horas en punto por el reloj astronómico
En la torre del ayuntamiento de la Ciudad Vieja cuelga un exótico reloj cuyo cuadrante astronómico data de 1410. Es una delicia que merece horas para reparar en sus detalles y leyendas. Lo que no merece la pena es hacerlo a las horas en punto porque, haga frío, llueva o truene, una masa humana se concentra frente a él para ver un simplón mecanismo que se activa y hace circular a las figurillas de doce apóstoles. Puede que, en ese instante, lo más interesante sea la propia masa en sí y no el reloj.
Cualquier otro momento del día será perfecto para acercarse a ver los detalles de su calendario o de su anillo zodiacal. También de las cuatro figurillas que representan la vanidad, la avaricia, la lujuria y la muerte; todas negarán con la cabeza justo antes de que se active el mencionado mecanismo, excepto la muerte que se sabe segura de su victoria. Si aun así te interesa ver las figurillas, al menos hazlo desde el propio ayuntamiento, que se puede visitar, y en el que las figurillas quedan a la vista sin necesidad de que sea la hora en punto.
![iStock 1501631593](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/22/istock-1501631593_fc5a0ecd_240222173752_1200x801.jpg)
No tomes cerveza a la ligera
En este país de mayoría atea, el oro líquido es una cuestión sacra. Por eso no deberías banalizar eligiendo cervecería. Una referencia: si ves que hay cerveza embotellada, por ejemplo americana, no es ahí. La buena cervecería checa a menudo solo te da a elegir entre los dos o tres tipos que le suministra su fabricante, (si es que la fábrica no es la propia taberna), y suele guardar su oro líquido en unos barriles de acero gigantescos desde los que parte una red de tuberías que circulan hasta las barras, como en un ejercicio de transparencia.
La taberna, como la iglesia, también suele tener bancos corridos, solo que en la tasca se enfrentan a inmensas mesas de madera dispuestas para ser compartidas. Son el bastidor de una vida social que se termina de entretejer con el hilo de la cerveza, no tanto porque la bebida les ponga lenguaraces, que también, sino porque les sirve de tema de conversación, como a esos italianos que comen hablando de la comida. Un par de advertencias: no esperes la cerveza muy fría, si no quieres medio litro, avisa porque es la medida estándar, y mejor no te pongas muy experimental, porque los checos son no son monjes belgas, sino maestros de la rubia más tradicional.
![Praga amanecer](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/22/praga-amanecer_8db4e17c_240222173815_1200x800.jpg)
No renuncies a encontrar tu rincón de paz
Praga llega a ser agobiante en determinados puntos. Tanta belleza concentrada en tan poco espacio, hace que los paseos más turísticos, como Karlova o Celetná, se conviertan en riadas humanas. Si quieres ver el puente de Carlos expedito, vas a tener que pegarte un buen madrugón y, aun así, ya encontrarás a alguno que haya madrugado más que tú. Pero lo cierto es que incluso en la propia Ciudad Vieja y en plena hora punta, es posible dar con callejones con muchísimo encanto en los que apenas te cruzas con tu sombra. No renuncies a encontrar un rincón de paz por el casco viejo, date el lujo de perderte y darás con un tesoro.
No cambies dinero en cualquier sitio
La República Checa no se ha unido a la Eurozona y todavía conserva sus preciosas coronas. Uno podría pasarse días en Praga sin tener que usarlas porque todo se puede pagar con tarjeta, pero puede que tu banco te cobre comisiones, así que seguramente te va a interesar cambiar algo de efectivo. Los checos suelen ser honrados hasta el extremo, pero con tanto despistado con la cartera llena de euros y dólares rondando por las calles, han surgido casas de cambio en los paseos más turísticos que ofrecen tasas abusivas con comisiones desorbitadas, cuyo negocio consiste en echar la caña y esperar a que alguien pique. No seas un pescadito.
![Mala Strana](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/22/mala-strana_71cc9bad_240222173920_1200x800.jpg)
No dejes que todo lo eclipse Kafka
El casco viejo de Praga está repleto de referencias a Franz Kafka, un extraño escritor que debía tener la extraña afición de las mudanzas, a juzgar por el sinfín de placas memoriales que recuerdan que vivió en esta o aquella casa. También lo recuerdan estatuas siniestras, un museo y un catálogo de rutas culturales sobre su vida y obra. Está claro que el autor de La metamorfosis tiene mucho tirón comercial. Lo que no está tan claro es que le gustara Praga. Si acaso la menciona en alguno de sus párrafos, es para retratarla como una especie de cárcel, y las referencias están demasiado encriptadas.
¿No tendría más sentido descubrir la Praga literaria con autores que, además de hablar checo, amaran su ciudad y sus prodigios? Sobran las opciones. Se puede empezar por los textos del auténtico Neruda, Jan Neruda, ese que nació a los pies del castillo 70 años antes que el Neruda Pablo, que le robó el nombre en un gesto de admiración. Sus Cuentos de Malá Strana serían una bonita introducción a la Praga más esencial, aunque la más luminosa y romántica la vamos a encontrar en Toda la belleza del mundo, del Nobel de literatura Jaroslav Seifert, un inmejorable mentor a su barrio natal de Žižkov.
![shutterstock 630796604](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/22/shutterstock-630796604_c14a17ec_240222174129_1200x800.jpg)
No les llames europeos del este… ni antiguo país comunista
Han pasado más de 35 años desde que cayó el régimen. ¿Hasta cuándo vamos a seguir con lo de “país de la vieja órbita comunista”? No es que el checo reniegue de su pasado, es solo que no le parece razonable catalogar a su país, que tiene mil años de historia, por el régimen que lo controló durante menos de medio siglo. Además, Chequia nunca fue un paradigma de país alineado con la URSS. Ahí quedan la Primavera de Praga de 1968 o la Revolución de Terciopelo del 89 que trataron de alejarse de ella. Y si te quedan dudas de que al checo no se lo domina, haz una ruta por la Praga de la Operación Antropoide.
Más importante incluso que no llamarles “ex comunistas” sería no situarlos en el la Europa del este. Tampoco es que tengan nada en contra de sus vecinos y primos eslavos, pero el checo es, ante todo, cabal, y basta mirar al mapa ver que estamos en el corazón de Europa. Cierto es que sus ansias de rigor también podrían estar motivadas por ciertos aires de grandeza, y es que no habría que olvidar que Praga llegó a ser la Corte de alguno de los más relevantes emperadores Habsburgo. A propósito, no pases por el castillo corriendo, como hacen tantos: entra en sus templos y sus museos, a la altura de una milenaria capital imperial.
![shutterstock 1355071076](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/22/shutterstock-1355071076_430843b9_240222173943_1200x800.jpg)
No te pases con la absenta
La noche de Praga es una auténtica capital del pecado. Hay que andarse con ojo en dónde te metes: no lo hagas en el primer lugar en el que te inviten a un chupito porque es probable que acabes donde no quieres. No hay que pasarse con la absenta por eso, pero sobre todo para que no se te peguen las sábanas el fin de semana, y es que los sábados y domingos a mediodía son un día sagrado para cualquiera que quiera conocer la verdadera Praga. Son días en los que el amor del checo por su tierra se deja sentir a través de los montones de mercadillos de productores locales que se celebran en cada barrio, y que son una oportunidad perfecta para conocer estos distritos también históricos, probar delicias típicas y apartarse un poco de esa Praga hecha a medida del turista.
No te fíes de su tamaño
La lógica te dice que una ciudad de un millón y poco de habitantes, por muy capital europea que sea, va a quedar vista para sentencia en un fin de semana largo. Pero eso es porque todavía no conoces a los checos, que parece que todo tuvieran que hacerlo dejándose las entrañas. Por eso, no te puedes ir de Praga sin al menos haberte dado una vuelta por barrios como Smíchov, Holešovice, Karlín y, particularmente, Žižkov o Vinohrady. Todos rodean al casco viejo, son asequibles a pie, están repletos de fachadas clasicistas y modernistas fascinantes, de una efervescente vida cultural y de montones de establecimientos alternativos que descubren una Praga menos canónica. Por eso, no te quedes embobado con la Praga del río Moldava y atrévete con los barrios. Pero sobre todo, no pretendas no volver.