La capital de Vizcaya y la ciudad de las máscaras carnavalescas y las góndolas están más conectadas de lo que parece. Y es que más allá de la degustación de pintxos y los mercadillos, la Plaza Nueva de Bilbao fue testigo de uno de los acontecimientos más peculiares del siglo XIX.
El 5 de agosto de 1872 la Plaza Nueva de Bilbao fue inundada a propósito para recibir la visita de Amadeo I de Saboya. El regocijo -así se llamaban las celebraciones en la villa- sirvió como argumento para que los bilbaínos cambiasen su txapela y vestimentas tradicionales por atuendos venecianos. La bienvenida al monarca italiano también pasó por el filtro de las bilbainadas, de ahí que los habitantes de la urbe se decidieran a instalar un estanque artificial en plena plaza y hasta echasen a navegar varias góndolas.
Puede parecer un sueño febril o un mito, pero ocurrió de verdad. Así lo plasmó el artista local Manuel Losada en un obra (1946) que deja constancia de aquella vez en la que Plaza Nueva se convirtió en Venecia. Para recrear la escenael pintor tiró de relato popular y también de su propia mente creativa.
En el historial de fiestas acuáticas en Bilbao toca reseñar la que tuvo lugar en 1879, siete años después de la incursión de Saboya. En esta ocasión se representó el matrimonio del Dux (máximo dirigente de las repúblicas marítimas de Venecia y Génova) con el mar Adriático. Al caer la noche, los personajes que simbolizaban al dux y sus acompañantes surcaron la ría en góndolas. A esta salida se sumaron otras embarcaciones con personajes ilustres griegos, venecianos y turcos. Los protagonistas del evento arribaron a Uribitarte, donde se dio por concluido el espectáculo. Eso sí, no sin antes regar el cielo con los colores de los fuegos artificiales y hacer volar un globo aerostático.