Castillo de Valderrobres
La capital del Matarraña tiene una de las fortificaciones más bellas de todo Aragón. En 1175, tras la reconquista de los territorios de la Peña Aznar Lagaya, el rey Alfonso II donó Valderrobres al obispo de Zaragoza, Pedro Torroja. En el documento de la donación se habla de la necesidad de construir un castillo. En 1307, el obispo de Zaragoza se convirtió definitivamente en señor feudal de este territorio y poco después, por obra del arzobispo Pedro López de Luna, se impulsó la construcción del castillo y de la iglesia a donde los arzobispos de Zaragoza se acostumbraron a pasar algunas temporadas, un binomio palaciego y eclesiástico que hoy remata con empaque el skyline rural de Valderrobres.
Tras superar la decadencia que llegó con la Desamortización de Mendizábal, el estado de conservación que presenta hoy en día es estupendo, destacando la Sala Capitular, el Salón de las Chimeneas o la Sala Dorada que recuerda que esta fortificación tuvo siempre más voluntad palaciega que no guerrera. Los patios de la segunda planta ofrecen una de las mejores vistas del Matarraña.
![castillo de peracense](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/29/castillo-de-peracense_699b6f24_447149824_240229180754_1200x800.jpg)
Castillo de Peracense
Peracense se encuentra sobre una elevación rocosa escarpada de arenisca rodena, que constituye el límite meridional de Sierra Menera, conformando un entorno natural único junto al cercano cerro de San Ginés. Su centro histórico está custodiado por la imponente presencia del castillo que parece asomarse desde la altura como una de las fortalezas más notables y singulares de Aragón. Edificado en el siglo XIII sobre las ruinas de una fortificación islámica previa, este castillo se erige majestuosamente en lo alto de una formación rocosa para resguardar la frontera con Castilla. A lo largo de los años, ha desempeñado roles diversos, desde ser un bastión defensivo hasta una prisión crucial y un destacado cuartel durante las guerras carlistas.
La fusión de la roca con la estructura del castillo y la similitud de materiales, como la piedra rojiza utilizada tanto en su construcción como en la de otros edificios del pueblo, como la iglesia y el ayuntamiento, contribuyen a la integración del conjunto en su entorno. Esta piedra tan característica del lugar se aprovechó junto con la topografía del terreno, creando un enclave defensivo prácticamente inexpugnable.
![Castillo de Alcalá de la Selva](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/29/castillo-de-alcala-de-la-selva_b573be48_1828250867_240229180844_1200x800.jpg)
Alcalá de la Selva
Majestuoso sobre la abrupta crestería rocosa al noroeste del centro urbano de Alcalá de la Selva, en la confluencia de los barrancos de la Loma y del Nacimiento, así recibe el castillo de Alcalá de la Selva a los visitantes. Su volumen pétreo se erige como un lienzo histórico donde se pudiera narrar la rica historia de esta zona de Aragón. Con raíces musulmanas, esta antigua fortaleza, cuyo nombre se deriva del término al-Qala, que significa «la fortaleza», fue originalmente donada por Alfonso I de Aragón a Lope Juan de Tarazona en 1118. A pesar de ello, el castillo pasó nuevamente a manos musulmanas tras la muerte del monarca. La reconquista definitiva se llevó a cabo en 1174 por Alfonso II, que lo entregó a Lope Juan de Tarazona, quien, a su vez, lo cedería a Raimundo, prior de Ejea, y a la abadía francesa de la Gran Selva Mayor. De este episodio surge el nombre actual de la villa, Alcalá de la Selva. Más o menos resistió al paso del tiempo hasta la llegada a sus puertas de la guerra moderna, con los carlistas ocupándolo en 1834 y siendo destruido por un ataque del general Leopoldo O’Donnell, capitán general de Aragón, Valencia y Murcia.
![Alcázar de Albarracín](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/29/alcazar-de-albarracin_2e6b4609_376362178_240229181003_1200x750.jpg)
Alcázar de Albarracín
Con sus extensas murallas que serpentean de manera épica y monumental por la ladera, la alcazaba de Albarracín no pasa desapercibida. Aupada sobre un peñasco triangular, formó junto con las torres de la Muela y del Andador el núcleo defensivo crucial de la ciudad del siglo X. Fue el lugar de residencia del señor tal como revelan las instalaciones palaciegas donde los Ibn Razin celebraban la vida ociosa y hedonista de la corte. Su visita se torna imprescindible no solo por las excavaciones que muestran los restos musulmanes, con su entrada estratégica al patio central y la distribución de estancias alrededor, sino también por la ubicación estratégica del castillo que se convierte en un mirador único, ofreciendo una panorámica completa de Albarracín y su entorno natural.
![Castillo Puertomingalvo](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/29/castillo-puertomingalvo_43f8c239_1702728033_240229181034_1200x800.jpg)
Castillo de Puertomingalvo
Resguardada por los tramos de murallas que evocan su rica historia medieval, Puertomingalvo es un encantador pueblo de Teruel por el que internarse para explorar calles estrechas y fachadas de piedra que transportan a los viajeros a tiempos pasados. Y como detalle principal, el castillo del s. XII que sobre un promontorio rocoso corona el paisaje. Con sus raíces árabes que se remontan a 1202, fue donado por Pedro II al Obispo de Zaragoza. Tras un extenso período de abandono, hoy se erige como uno de los baluartes mejor preservados en el área del Maestrazgo. La entrada, ubicada junto al pueblo, se encuentra bajo un imponente torreón de 5 metros de lado. En el patio de armas, se alza la torre del homenaje como el testimonio de la épica pasada. Una buena época para visitar el castillo y la población es cuando coincide en agosto la feria Solidaria de Antaño (se celebra el primer fin de semana de agosto).
![Castillo de Alcañiz](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/29/castillo-de-alcaniz_eee463ae_240229181116_1200x738.jpg)
Castillo de Alcañiz (o de los Calatravos)
Ubicado en la pintoresca loma de Pui Pinos, este encantador castillo-convento se descubre tras ascender por el empinado camino de ronda y atravesar el imponente arco de entrada, dispuesto perpendicularmente al muro según el diseño típico de las fortificaciones islámicas. Con sus inicios en el estilo románico, este magnífico lugar ha experimentado diversas ampliaciones y modificaciones a lo largo del tiempo y desempeñó un papel crucial en la reconquista de la villa en 1157. Las dependencias más antiguas, que se remontan a los siglos XII y XIII, incluyen la capilla, el claustro y la torre del homenaje, esta última adornada con notables pinturas murales de estilo gótico lineal que datan de principios del siglo XIV, representando temas juglarescos y caballerescos. Desde 1968 es uno de los Paradores Nacionales más majestuosos: una forma maravillosa de disfrutar de las vistas del Maestrazgo.
![Castillo de Mora de Rubielos](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/02/29/castillo-de-mora-de-rubielos_3b14ac85_1243608454_240229181140_1200x702.jpg)
Castillo de Mora de Rubielos
A tan solo media hora en automóvil desde Teruel, aparece majestuosa la imponente fortaleza medieval del siglo XIV construida por una de las familias nobles más importantes del momento, los Fernández de Heredia. De ahí que se conozca también como el Castillo de los Fernández Heredia. El castillo ocupa una loma de la Sierra de Gúdar, en la encantadora localidad de Mora de Rubielos. De hecho, el castillo se fusiona con la roca natural, tal como se puede observar en el Sótano Bajo. Las dos entradas, Norte y Sur, están ingeniosamente resguardadas. La entrada Norte se caracteriza por una torre-puerta con paso elevado y un puente de madera desmontable como único testimonio del antiguo foso de la fortificación. En cambio, la entrada Sur se presenta con una rampa en zigzag, acompañada de un muro aspillado y un portal intermedio.
El cinematográfico paso de la buhedera conduce al castillo medieval más visitado de Aragón, de ahí se accede al amplio patio de armas, con arcos apuntados, que funcionó como claustro cuando el castillo funcionó como convento. Destacan también sus sótanos y majestuosas torres, con su imponente presencia palaciega, resaltada por una hermosa terraza superior. Sus dimensiones colosales lo consagran como un auténtico ícono de la provincia de Teruel.