REQUESENS
Situado sobre una colina a pocos kilómetros de la frontera con Francia, el castillo de Requesens está considerado uno de los más impresionantes de Cataluña. Rodeado por un bosque, se ubica en el antiguo término que le da nombre, cerca del municipio de La Junquera. Este castillo de estilo feudal ya aparece mencionado en documentos del siglo XI. A lo largo de su historia pasó por manos de distintos reinos del norte de Cataluña y sur de Francia, por lo que los asedios fueron continuos. En la Edad Media, pasó a ser cabeza del Señorío de los Requesens, de cuando datan los muros del baluarte, la torre cuadrangular y las puertas del recinto superior.
Entre 1893 y 1899 fue reconstruido y transformado en una mansión ochocentista por los últimos condes de Perelada. Hoy se contempla un recinto formado por tres fortificaciones concéntricas con torres, almenas y matacanes que lo hacían inexpugnable y laberíntico. En su interior exhibe una colección de fotografías tomadas antes, durante y después de los trabajos de recuperación. Como curiosidad, Salvador Dalí intentó comprarlo sin éxito antes de adquirir el castillo de Púbol. Está declarada Bien Cultura de Interés Nacional.
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TOSSA DE MAR
El fortín de Tossa de Mar se erige sobre la playa de Es Codolar, en el mismo centro de esta antigua villa marinera, hoy en plena Costa Brava. En el promontorio hubo antes un poblado íbero, y se supone que en el recinto también hubo otro, amurallado pero de dimensiones más pequeñas, de época romana. La muralla de Tossa comenzó su construcción en 1187 y fue ampliándose hasta el siglo XV. Su función principal era la de proteger a los pescadores que habitaban en la villa marinera de los continuos ataques piratas de la época. La muralla mantiene en pie siete torres, tres de ellas (Codolar, Les Hores y Joanàs) cilíndricas y estilizadas. Abraza el barrio medieval de Tossa de Mar, la Vila Vella que, juntos, fueron declarados Monumento Histórico Artístico en 1977. A partir del siglo XV creció extramuros la Vila Nova, donde sobresalen el Palacio del Gobernador (siglo XV), hoy Museo Municipal. El monumento se incluye en el Patrimonio Histórico de España.
En profundidad
Tossa de Mar: mucho más que un castillo de postal
Su fotogenia es, en ocasiones, alimenta los tópicos. Y sin embargo, esta localidad de la Costa Brava es un destino multidimensional.
TORROELLA DE MONTGRÍ
El castillo del Mongrí se eleva desafiante sobre este macizo, frontera natural entre las comarcas del Baix Empordà y el Alt Empordà. Su emplazamiento privilegiado le permitió controlar las trifurcas de la Edad Media, aunque a causa de estas y otras escaramuzas de aquellos tiempos, hoy el monumento solo preserva sus muros exteriores. Sin embargo, su ubicación sigue regalando una de las vistas más impresionantes de la Costa Brava, hacia las llanuras del interior por un lado y el mar a escasos kilómetros en el horizonte por el otro. La fortificación fue edificada entre 1294 y 1304 en tiempos del rey Jaume II. Su arquitectura estuvo influenciada por el estilo importado de oriente tras las primeras Cruzadas en Tierra Santa (siglos XII y XIII).
Hoy se alcanza con una excursión de una hora aproximadamente que escala hasta sus vestigios, a 303 metros de altura. Comienza en el mismo pueblo de Torroella de Montgrí al que pertenece. Siempre señalizado, al inicio discurre por un amplio camino de tierra que luego se vuelve algo empinado y pedregoso. Los que han realizado la excursión recomiendan iniciarla al menos una vez poco antes del amanecer, entonces acompañados de linternas para iluminar el camino, para así poder contemplar desde lo alto la salida del sol en el horizonte. El conjunto está declarado Bien Cultural de Interés Nacional.
ROSES
Una impresionante ciudadela se asoma a la bella bahía de Roses. La visita al monumento, declarado Bien Cultural de Interés Nacional, muestra vestigios de ocupaciones de los últimos 13 siglos de historia. La fortificación militar que hoy se contempla, precedida por la magnífica Puerta de Mar, empezó a construirse en 1543 en estilo renacentista por orden del rey Carlos I, a fin de defender su puerto de los ataques de piratas y franceses, cuando en esa época la villa cobró relevancia como puerto comercial. Pero la historia del emplazamiento se remonta más siglos atrás. Entre sus vestigios se admiran restos de la colonia griega de Rode fundada en el golfo de Roses, que vivió su momento de gloria en los lejanos siglos IV y III aC; la villa romana datada entre los siglos II a.C. y VI d.C; y una necrópolis paleocristiana. El conjunto acoge el Museo de la Ciudadela de Roses, encargado de la recuperación del patrimonio arqueológico del monumento y la preservación de la naturaleza que lo rodea.
PÚBOL
Uno de los tres vértices del Triángulo de Dalí en el Empordà es el castillo de Púbol, que junto a la casa y museo del artista en su Figueres natal y el museo de Portlligat forman este itinerario cultural. El de Púbol es una pequeña fortaleza gótico-renacentista documentada desde el siglo XI. El pintor la compró en 1969 como un regalo para su mujer y musa Gala, como refugio donde aislarse de la vida mediática que perseguía a su marido, y un lugar al que el artista se comprometió a ir solo cuando fuera invitado formalmente por ella.
En este enclave, tras reconstruirse el monumento de tres plantas articuladas alrededor de un patio central, el genio se recreó en los murales de muros y techos, en artificios de falsas arquitecturas y en plasmar una atmósfera romántica. Aún se exponen pinturas y dibujos que el artista donó a Gala para colgar en el castillo, además de las esculturas de elefantes de largas patas que decoran el jardín, la piscina con bustos de Richard Wagner, una colección de trajes de alta costura de la diva, un salón con trono o un Cadillac negro estacionado en el garaje, entre otros objetos y escenarios pictóricos. Gala frecuentó el castillo entre los años 1970 y 1982 cuando, tras fallecer, fue sepultada en el mausoleo subterráneo que Dalí había diseñado para los dos. Finalmente, el pintor decidió ser enterrado en su museo de Figueres, la localidad donde nació.
MONTSORIU
En pleno Parque Natural de Montseny se alza el castillo de Montsoriu, una joya arquitectónica erigida como fortaleza militar perteneciente al término de Arbúcies. Por la perfección de su estructura, está considerado uno de los castillos más completos de Cataluña, defendido por murallas de origen románico y con un interior de estilo gótico. Para alcanzarlo hay que seguir una caminata de 3 km accesible desde el párquing del monumento. Su primera fecha documentada se remonta al año 1002 cuando consta como una donación a la Iglesia. Cuenta con tres recintos superpuestos bien definidos en su estructura medieval.
La parte más antigua que se conserva es la primitiva Torre del Homenaje (siglo X). En el pasado llegó a incluir varias capillas entre las que destaca la de San Pedro. La visita al interior recorre muchas dependencias, entre las que sobresale el Gran Salón de piedra que hace viajar en el tiempo a las justas medievales. Posteriormente fue convertido en la residencia palaciega de los vizcondes del antiguo linaje catalán de los Cabrera, cuando se vivieron sus años de esplendor, hasta que en el siglo XV entró en decadencia. El monumento fue recuperado del olvido gracias a la Asociación de Amigos del Castillo, fundada en 1993, que realizó una magnífica reconstrucción. Las vistas que regala son soberbias.
BEGUR
La imagen más icónica del pueblo es la que lo muestra coronado por las ruinas del castillo, su mejor atalaya. Construido en origen en el siglo XI, fue propiedad de los condes de Barcelona, que pronto tuvieron que cederlo al barón de Begur, cuyo linaje lo conservó hasta el siglo XVII cuando fue adquirido por el consistorio. Fue erigido estratégicamente sobre una colina desde la que se protegía el lugar. A pesar de que sus vestigios son ruinosos, el enclave sigue manteniendo todo su atractivo, principalmente por su emplazamiento privilegiado sobre el litoral gerundense que regala una de las panorámicas más emblemáticas de la Costa Brava, con vistas sobre el pueblo y la cercana costa, con la playa de Pals y las islas Medes en el horizonte y al fondo el golfo de Roses.
A lo largo de su larga historia, el bastión fue protagonista de ataques de piratas y muchos otros conflictos que provocaron su ruina. Los escasos vestigios que se conservan corresponden a la restauración realizada a finales del pasado siglo. Hoy se contemplan el basamento de la torre del Homenaje, muros y almenas que caracterizan la silueta del castillo. En la base del castillo, accesible fácilmente a pie desde el pueblo por el sendero que arranca junto a la Torre de Sant Ramòn, se sube hasta la ermita homónima, que tiene delante una de las dos esculturas que Begur dedicó a la bailaora Carmen Amaya, que vivió en el pueblo hasta su muerte, y vinculada a este monumento declarado Bien Cultural de Interés Nacional.
PERELADA
La localidad de Perelada tiene en este castillo su principal emblema. Se trata de un bastión cuyo origen aparece mencionado en el siglo IX con el nombre de castillo de Tolón, entonces el centro de poder del condado de Perelada. Aquel primer enclave y el pueblo que lo rodeaba fueron destruidos en 1285 a consecuencia de la cruzada medieval contra Cataluña, liderada por el rey de Francia Felipe III apodado «el Atrevido». La fortificación que hoy se contempla no empezó a formarse hasta cinco siglos más tarde, pasando a ser utilizada como residencia palaciega de la familia Rocaberti que la poseyó hasta el siglo XIX. Fue en aquel periodo cuando se suman las dos torres principales que aún presiden la fachada de estilo renacentista, así como el parque y el lago creados a su lado.
En 1923, el empresario catalán Miquel Mateu i Pla se hace con la propiedad del castillo y decide convertirlo en la sede de sus colecciones de arte, vidrio, cerámica, pintura y manuscritos que guarda una magnífica biblioteca que lo ensalzó como centro de cultura. En 1978, tras la legalización de los juegos de azar al terminar el franquismo, el empresario obtuvo la licencia para funcionar como Casino de Perelada. Actualmente incluye una reputada bodega de sus vinos con denominación de origen, donde se organizan catas y numerosas actividades de enoturismo.
FIGUERES
Figueres atesora la ciudadela de San Ferràn, el monumento de mayor dimensión de Cataluña y la mayor fortaleza abaluartada construida en la Europa del siglo XVIII: fue declarada en 1988 Bien Cultural de Interés Nacional. Sobre una suave colina, la ciudadela se extiende por una superficie de 32 hectáreas con un perímetro de 3 km protegido por un gran foso, con forma de estrella y formada por seis recintos de diferentes tamaños. Con las negociaciones del tratado de los Pirineos (1659), el fronterizo fuerte de Bellegarde en Le Perthus pasó a manos de los franceses. Para sustituir el baluarte y frenar posibles invasiones, se decidió construir esta fortificación en una colina de Figueres, de donde hubo que trasladar el convento de San Roque.
Destaca por sus dimensiones y las sofisticadas técnicas constructivas utilizadas. En su momento activo tenía capacidad para 4.000 soldados, las caballerizas podían aloja hasta 450 caballos y en las cisternas, bajo el Patio de Armas, podían guardarse hasta 9 millones de litros de agua, lo que garantizaba la supervivencia en caso de asedio. En época más reciente, fue convertido durante la guerra civil española en el depósito para proteger gran parte del fondo de la pinacoteca del Prado. Con la victoria de Franco, el castillo de Figueres fue campo de prisioneros. En 1996 abrió al público como monumento.
HOSTALRIC
El castillo de Hostalric se erige sobre una colina de piedra basáltica, en una antigua área de volcanes. Se tiene constancia de que el año 1145 ya existía una bastión en el emplazamiento, aunque la fortificación que ha llegado a nuestros días se erigió en el siglo XVIII. El recinto amurallado que perdura está formado por salas subterráneas, el Portal de los Carros, el cuerpo de guardia, el baluarte de Santa Tecla, la segunda puerta, el polvorín, el baluarte del Diente de Sierra, la plaza de las Armas, la torre del Reloj y el camino de la villa, también fortificado.
Lamentablemente no queda casi nada del bastión original de época medieval, que fue derribado por el duque de Noailles el 1695. No tardó en llegar la reconstrucción de la fortaleza, iniciada en 1716 por los ingenieros de Felipe V. Se proyectó teniendo en cuenta los modelos de ciudadelas entonces en auge del ingeniero militar Vauban. Pero la estocada definitiva al monumento la dieron en 1809 las tropas napoleónicas cuando entraron en Hostalric para tomar la población, entonces emplazada en el único paso natural entre Girona y Barcelona. Este episodio de la Guerra de la Independencia española marcó la fisonomía actual de la fortificación, declarada Bien Cultural de Interés Nacional.
SANT JULIÀ DE RAMIS
La llegada a la llamada Fortaleza permite entender por qué este promontorio ubicado a las afueras de Sant Julià de Ramis albergó, hasta hace unas décadas, una fortaleza militar que corona la llamada montaña cuna de la ciudad de Girona. En su emplazamiento ya hubo un poblado ibérico y se hallan vestigios romanos, la iglesia románica de San Cosme y San Damián (siglo XI) y esta fortificación militar de finales del siglo XIX, que en realidad nunca llegó a funcionar como tal y que durante la guerra civil española fue usada de polvorín.
Desde su emplazamiento se vislumbra toda la comarca del Gironés y su complicado acceso siempre fue su mejor defensa. En 2019, este espacio fue reconvertido en La Fortalesa, un complejo con restaurante, hotel y un museo dedicado a la joyería. No obstante, tras su cierre en 2021, los hermanos Roca decidieron alquilarlo para proyectar un complejo gastronómico aún por definir y abrir.
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