Al sur del sur, a los pies del último escalón de la Cordillera Penibética que hilvana Andalucía de este a oeste, frente a las aguas quietas y cálidas del Mediterráneo, se halla Málaga. La capital de la Costa del Sol es, ante todo, dos cosas: la herencia de las más excelsas culturas del viejo mar y, en la actualidad, una de las más modernas, dinámicas y artísticas ciudades europeas.
Basta arañar un poco en su conjunto monumental, en las calles y plazas de su casco histórico, para tropezar con el legado fenicio, griego, romano y árabe. Y basta pasear por estos mismos sitios para caer en la cuenta de que, junto al respeto y admiración hacia ese pasado, la ciudad de hoy es inquieta, sonriente y luce llena de irrenunciables tentaciones.
Suscríbete a nuestra newsletter para descubrir cada domingo los viajes más sorprendentes
![Costa de Málaga](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/21/costa-de-malaga_4801c33d_604028741_240621134501_1200x644.jpg)
Una joya cultural
Conviene decirlo desde las primeras líneas: Málaga es en la actualidad la ciudad con mayores atractivos de toda Andalucía y la capital a la que miran con hambre cultural España y buena parte de Europa. No hay lugar en el viejo continente que haya vivido con tanta intensidad y en tan poco tiempo una revolución así. La llegada de los grandes museos y marcas artísticas internacionales la ha convertido en el centro de todas las miradas, en un codiciado epicentro donde todos quieren estar.
De cara a la bahía, Málaga se extiende a los pies del cerro de Gibralfaro, donde hay un castillo árabe y una alcazaba que es una hermana pequeña de la Alhambra de Granada. Desde sus jardines, sus interiores restaurados y sus torreones, Málaga se nos antoja una ciudad amable, mitad mar azul, mitad caserío blanco.
![Teatro romano de malaga](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/21/teatro-romano-de-malaga_669263fa_240621124315_1200x823.jpg)
el teatro y la catedral
A las faldas del cerro, desenterrado desde hace décadas, se halla el teatro romano, en uno de cuyos lados hay un centro de interpretación que explica su pasado. Los sillares desde donde hace dos mil años los espectadores escucharon las tragedias grecolatinas miran hacia la calle Alcazabilla, que a su vez está a un salto de la plaza donde se alza la Catedral, la denominada Manquita por faltarle el remate de uno de sus dos campanarios. El presupuesto económico que los malagueños habían reunido para su terminación lo destinaron a contribuir a la independencia de Estados Unidos. El mayor templo de la ciudad nació tardogótico, pero mediado el siglo XVI cobró el aliento renacentista que hoy lucen su portada principal y su espacio interior.
![Calle Larios](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/21/calle-larios_0356e89b_458986799_240621123608_1200x800.jpg)
pasear por las calles larios y granada
A partir de aquí la ciudad se desdobla en múltiples tentaciones y cualquier camino que el viajero escoja tendrá su recompensa. Un dédalo de callejas curvas y estrechas, testimonio de la ciudad medieval, precede a la capital contemporánea que se expresa en la plaza de la Constitución y en la burguesa y decimonónica calle Larios.
Recta, armoniosa, arquitectónicamente uniforme en sus balconadas, galerías y chaflanes, Larios fue trazada con ese punto de modernidad que parecía anticipar el futuro al que Málaga estaba llamada. En esta calle aristocrática abren los grandes comercios, los cafés y las pastelerías tradicionales. Y las callejas perpendiculares que de ella nacen nos llevan a las tiendas de toda la vida, a hoteles con encanto y a las mesas de los mejores restaurantes, cuyas cartas están hechas a partir de una honesta cocina de mercado y un chispeante toque de atrevimiento y vanguardia.
De la plaza de la Constitución –a uno de cuyos lados se halla el edificio clasicista del Ateneo– nace la calle Granada, que es serpenteante, sonriente y bulliciosa. El premio Nobel Vicente Aleixandre escribió que Málaga era la «ciudad del paraíso». Aleixandre, al igual que Jorge Guillén, Rafael Alberti, Gerald Brenan, Ernest Hemingway y tantos otros escritores no nacidos en Málaga, sintió esta ciudad como suya. Y todos pasearon por la calle Granada a la búsqueda de las sombras que de niño dejó el hijo predilecto de esta ciudad.
![Escultura de Picasso frente a su Casa Natal](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/21/escultura-de-picasso-frente-a-su-casa-natal_14d95a56_2307478803_240621123620_1200x799.jpg)
a propósito de picasso
Pablo Ruiz Picasso nació en las casas de la plaza de la Merced, donde hay una estatua de bronce que lo recuerda, próxima al monumento de Torrijos que centra esta ágora cuadrada. La casa natal del pintor es hoy museo y cerca de él, en la calle de San Agustín, abre sus puertas el palacio de Buenavista, sede del Museo Picasso Málaga. Su interior alberga una colección permanente con más de doscientas obras del artista que revolucionó el arte del siglo XX y una programación de exposiciones temporales que atrae la mirada de los grandes aficionados mundiales de las artes plásticas.
Pasear por el palacio de Buenavista es una incitación para profundizar en las obras mayores del gran genio, en la vinculación con la ciudad donde nació, en la imaginación poliédrica que dio forma a sus distintas épocas artísticas, su fantasía, sus iconos, sus referencias e inspiraciones que lo hallaron siempre trabajando; en los fantasmas que inundan sus telas, en las mujeres a las que amó y en los maestros donde encontró siempre un asidero en que sostener su mirada. El Picasso Málaga es un repositorio del retrato y el desnudo, del bodegón y la escena figurativa, del cubismo, la transgresión y las primeras abstracciones que el siglo pasado pondría en pie a partir de su segunda mitad.
![Centro Pompidou](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/21/centro-pompidou_24e249d7_240621123541_1200x802.jpg)
Centre Pompidou y otros grandes museoS
Picasso lo inunda todo en Málaga. Y la apertura de su museo fue el argumento que su ciudad natal necesitó para convertirse en uno de los destinos fundamentales del arte internacional. A la par del gran museo dedicado al artista malagueño llegaron otros. El Centro de Arte Contemporáneo, que abre sus puertas en el antiguo matadero, a orillas de la desembocadura del río Guadalmedina, es un grito de modernidad y atrevidas propuestas. Por su parte, el Museo Carmen Thyssen, ubicado en el palacio de Villalón, en una de las esquinas de la ciudad histórica, está dedicado a la pintura española, a los grandes nombres del siglo XIX, a los paisajes románticos, el retrato, el costumbrismo y la escena histórica. Su colección permanente recorre la distancia que va desde Zurbarán hasta Romero de Torres, de Fortuny y Regoyos a Sorolla, Zuloaga o Gutiérrez Solana.
La ruta de los grandes museos no acaba aquí. El Centre Pompidou se extiende por debajo del Cubo, la estructura arquitectónica que a modo de faro vanguardista asoma en Muelle Uno, entre el puerto y el parque de la Alameda. Allí, a la sombra del cerro de Gibralfaro y el vademécum botánico que alfombra las viejas orillas marítimas de la ciudad decimonónica, el gran centro de arte parisino abrió su primera filial fuera de la capital francesa.
Al igual que en el edificio de París diseñado por Renzo Piano y Richard Rogers, Málaga quiso ubicar parte de la extraordinaria colección francesa en un edificio que respondiera a las pautas del museo novísimo y proyectado al futuro. Las salas del Centre Pompidou Málaga son grandes espacios donde las artes plásticas, la escultura y las instalaciones artísticas encuentran el espacio perfecto para expresar su valor y originalidad.
Hay dos museos más que no conviene dejar de visitar. El Museo de Málaga reúne los fondos de bellas artes y arqueología en el soberbio edificio de la Aduana, puerta de entrada al parque de la Alameda y una de las fachadas marítimas de la ciudad en el siglo XIX. Allí, además de otras obras de Picasso, se expone lo mejor de la pintura histórica de aquella centuria y en sus inmensos salones de arqueología la memoria en piedra de una ciudad alumbrada por la historia desde hace cerca de tres mil años. El último gran espacio expositivo es la Colección del Museo Ruso, redefinido desde el estallido de la guerra contra Ucrania en exposiciones temporales protagonizadas por artistas españoles y europeos.
![Espetos en Playa La Malagueta](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/21/espetos-en-playa-la-malagueta_4fca1aa3_240621124236_1200x728.jpg)
vistas y baños en la bahía
Gibralfaro es el gran mirador de Málaga. Conviene de vez en cuando subir hasta él para tomar perspectiva. Desde sus 130 metros de altitud se disfruta de una vista impagable de la ciudad y la bahía. El mar es una calmada balsa que besa con dulzura las playas que, a derecha e izquierda del puerto, se extienden al este y al oeste de la Costa del Sol.
La plaza de toros de la Malagueta da nombre a la playa más conocida de la ciudad. Por encima de sus arcos de arena color canela se elevan los barrios residenciales donde en la segunda mitad del siglo XIX una acaudalada colonia inglesa dejó extraordinarios ejemplos de arquitectura victoriana.
Más allá de la Malagueta están las playas de Pedregalejo y El Palo, allí donde los restos románticos del balneario del Carmen recuerdan el pasado de la ciudad de hace dos siglos. El Palo y Pedregalejo son viejos barrios de pescadores, hoy coloreados por chiringuitos que ofrecen su fresca mercancía recién capturada a modo de espetos asados o frituras crujientes. Y al otro lado del puerto, en los caminos que conducen hasta Torremolinos, se extiende como una flecha la playa de la Misericordia, junto a los nuevos barrios residenciales por donde Málaga creció, convertidos hoy en nuevos polos culturales gracias a centros como La Térmica, una de las infraestructuras expositivas más frecuentadas por escritores y artistas.
![Jardín botánico](https://viajes.nationalgeographic.com.es/medio/2024/06/21/jardin-botanico_0b85cf96_1128681675_240621124255_1200x800.jpg)
Jardín histórico de la Concepción
Las sendas que conducen al norte de la provincia esconden una última tentación. Se trata del Jardín histórico de la Concepción, uno de los más valiosos tesoros verdes de Andalucía, una excentricidad natural a un salto del Parque Natural de los Montes de Málaga. La Concepción fue un ensueño floral y botánico creado en 1850 por los marqueses de Casa Loring. Ampliado durante décadas hasta conformar un espacio natural de extraordinario valor ecológico, buena parte del catálogo botánico que atesora procede de Asia, América, África y la lejana Oceanía.
Penetrar en estos bosques es viajar en el espacio y en el tiempo, porque su aliento romántico y su aroma a selva subtropical nos hacen creer que estamos en cualquier parte del mundo excepto en Málaga. Declarado Conjunto Histórico en 1943, La Concepción es un lugar donde el clima, la orientación de los vientos y la luz se confabulan para convertirlo en un delicado vergel. La mayoría de los esbeltos árboles, de las plantas y las rarezas botánicas llegaron en barco desde la América colonial. Por entonces España aún poseía territorios al otro lado del Atlántico y no es de extrañar que muchas de ellas procedieran de Cuba y Puerto Rico, o incluso de las distantes Filipinas.
Hay un mirador romántico, una suerte de quiosco o cenador elevado en un extremo del jardín desde donde se contempla Málaga extendiéndose hacia el sur. Es, junto a Gibralfaro, el otro balcón al que asomarse frente a la ciudad del paraíso.