Con poco más de 50.000 habitantes, Bodø es la segunda ciudad más grande del norte de Noruega después de Tromsø. La que hasta ahora era el punto de partida para las islas Lofoten, hoy brilla con luz propia. Con un programa que se apoya fuertemente en la cultura ártica y una serie de eventos culturales que cubren todo el condado de Nordland, Bodø 2024 es la primera ciudad situada al norte del Círculo Polar Ártico que ostenta el título de Capital Europea de la Cultura.
PARA LEER MÁS: Las sorprendentes tres Capitales Culturales Europeas de 2024
Un vibrante enfoque en el estilo de vida sami amén de la importante relación entre la tierra y el océano en esta parte del mundo, Bodø está más que lista para vivir el año de su vida con un programa que engloba más de 1000 actividades, incluidas las que vienen de serie con el destino, como las Auroras Boreales o el Sol de Medianoche.
Suscríbete a nuestra newsletter para descubrir cada domingo los viajes más sorprendentes
Julio Verne ya estuvo aquí
Uno de los fenómenos naturales más emocionantes de Bodø es que sucede en el maelstrom de Saltstraumen que, considerada la corriente marina más fuerte del mundo, zarandea a los pasajeros de una lancha neumática que se adentran en el estrecho donde aproximadamente dos veces al día, entre Saltfjorden y el fiordo de Skjerstad, se forman unos remolinos con una fuerza de hasta 400 millones de metros cúbicos de agua.
Se trata de un safari marino, controlado y seguro, en el que el capitán se abre paso a través de estos remolinos que emergen debido a las brutales corrientes submarinas. Una vorángine acuática que inspiró al mismísimo Julio Verne, ya que fue aquí, en estas gélidas aguas, donde el escritor ubicó la desaparición del submarino Nautilus en su novela Veinte mil leguas de viaje submarino.
De la Segunda Guerra Mundial a la Capital de la Cultura
Una de las primeras cosas que hay que saber de Bodø es que no se pronuncia como se escribe, sino “Bu-da”. Bendecida por impresionantes paisajes y ubicada en un contexto natural ventoso y climatológicamente duro, en esta pequeña gran ciudad hay de todo, y todo funciona, como suele suceder en Noruega. Para entender su idiosincrasia hay que entender su pasado, uno bastante gris centrado en la Segunda Guerra Mundial, cuando Bodø fue bombardeada por la Luftwaffe en 1940 y su resurgir arquitectónico fue de un perfil racionalista de posguerra, de ahí que sus calles y casas puedan no resultar tan encantadoras como Noruega tiene acostumbrados.
Pero acostumbrados a lidiar batallas, el resurgir de la ciudad dio el giro definitivo con su gran apuesta cultural liderada por el edificio más puntero e impecable: la biblioteca Stormen. Diseñada por los londinenses DRDH Architects, esta moderna estructura cubista tiene superficies de hormigón blanco que varían de mate a pulido, y enormes ventanales que filtran la necesaria luz que gobierna en todo el interior.
El espacio es completamente abierto y, una vez dentro, aquí se respira calma e inspiración. Abierta a todo el mundo, hay un espacio dedicado íntegramente para niños, varias salas de lectura y hasta conciertos o exposiciones de arte como la del venerado escultor Iver Jåks. Stormen es, desde su inauguración en 2014, la punta de lanza del evidente cambio de ritmo que está experimentando Bodø. No está sola.
En el objetivo de poner a Bodø en el mapa europeo también hay espacios como Noua que, en un alarde por acercar el arte contemporáneo a todo el mundo, rompen con las reglas preestablecidas para dar vida a una galería por donde han pasado artistas como el holandés Batia Suter. Los amantes del arte continuarán su deleite conduciendo unos escasos kilómetros hasta Bodøgaard Art, una curiosa galería familiar donde, gracias a la capitalidad de la cultura, han expuesto artistas tan importantes como Håkon Bleken. Al terminar este artístico recorrido puede ser una buena idea disfrutar de una especialidad local en Egna, una especie de mercadillo pop up donde la economía circular cobra un nuevo sentido.
El programa cultural de Bodø está dividido en las cinco pilares:Here comes the sun, El optimismo de la primavera, La locura del verano, Las tormentas del otoño y La luz del ártico. Y entre sus actos más atractivos están la Bienal de Land Art de Kjerringøy, una bonanza de hogueras en la víspera de San Juan, un festival de la libertad y un festival de luces además del Kystlaget Salta donde, con el propósito de poner en valor la protección del patrimonio cultural en la costa, habrá lecturas exposiciones, conciertos, veladas y actividades para adultos y niños.
Y es que el mar siempre ha formado parte de la historia del destino, por eso el Museo Noruego del Comercio Jekt es otra de las visitas obligadas, donde un espectacular pero comedido espacio muestra 400 años de historia de la época dorada del norte de Noruega. En el pasado, los jekts (veleros de carga) cargados con pescado seco eran más valiosos para Noruega que el petróleo actual. El Museo Noruego del Comercio de Jekt en Bodø presenta el último jekt de Nordland, el Anna Karoline, y cuenta la historia del comercio de exportación de pescado seco. Hace 200 ó 300 años, más de 200 jekts entregaban pescado seco a Bergen durante la temporada de verano en lo que fue un verdadero salvavidas para la economía del país.
Rolf Liland es el director del Museo de la Aviación de Bodø, un lugar por donde cada año pasan más de 40.000 visitantes al año. Aquí, en un espacio enorme donde el cielo es el límite, Liland, ex comandante de la aerolínea SAS, cuenta la apasionante historia de la aviación noruega y mundial muy de cerca, con ayuda de aviones militares como el Spit fire, el Star Fighter y el avión espía U-2, además de caballos de batalla y otras aeronaves de pasajeros como el Ju 52 y el Twin Otter.
La hora dorada
Con la llegada del verano y con ella el Sol de Medianoche, la ciudad se llena de (más) vida que discurre entre las rutas de senderismo, playas vírgenes o zonas de acampada al aire libre. En el asfalto también suceden cosas buenas, como lo fácil que es moverse caminando por Bodø y hacerlo hasta llegar a la pastelería de Craig Alibone, donde disfrutar de un rico chocolate de elaboración propia acompañado de una copa de champagne en mitad de un ambiente más parecido a Francia que a Noruega.
Y al igual que ha sucedido en otros ámbitos, mucho ha cambiado también el panorama gastronómico de Bodø, que hoy presenta una renovada escena con restaurantes de cocina local, como Bjørk, donde hay que pedir de forma casi obligada el tradicional ‘stockfish’. Otra alternativa es Bryggerikaia donde, con vistas al paseo marítimo y a la sauna más famosa de la ciudad (sí, en Noruega también hay saunas), han diseñado un menú especial para la capitalidad de la cultura con algunos de los platos más típicos de la región, por supuesto vinculados con el mar y la hermosa región noruega de Nordland.