La historia de Tarragona aflora por cada rincón de la ciudad, pero también de la provincia. Su relevancia histórica pasa por ser segunda ciudad más importante del Imperio Romano, algo que le ha granjeado su fama como enclave único en Europa. Y esto es, sin duda, gracias al legado que conserva, a su clima y a la marca Costa Daurada. Los pueblos que conforman Tarragona conservan también un patrimonio romano que comparte espacio con otro más medieval en forma de murallas y ruinas, pero también de iglesias góticas y románicas. Y todo en medio de parajes naturales como las montañas de Prades o els Ports, que suman atractivos naturales a un recorrido por la región.
porrera
La comarca del Priorat esconde joyas como la de esta pequeña villa de menos de 500 habitantes, que perteneció a Siurana hasta el siglo XII, cuando pasó a ser propiedad de la Cartuja de Escaladei, que le sometió a grandes exigencias económicas. Su levantamiento, por el cual se fortificó con castillo y murallas la localidad en el siglo XIII y diversos enfrentamientos contra la realeza le hizo ganarse el sobrenombre de ‘la población más revoltosa de Cataluña’.
Porrera fue paso obligatorio de aquellos comerciantes que se dirigían a Reus. Esto, sumado a su cultivo de viña, hizo que viviera una gran época de crecimiento en el siglo XVIII. En una visita a Porrera no puede faltar un paseo por sus calles adoquinadas para descubrir su gran cantidad de relojes de sol en sus fachadas, la iglesia parroquial de estilo neoclásico o la ermita de Sant Antoni Abat. Las casas solariegas, los arcos de algunas de sus calles y la imagen del río que la cruza merecen una excursión.
VILELLA BAIXA
Ya lo escribió Josep Maria Espinàs en su libro Viatge al Priorat: esta pequeña localidad tarraconense se ha ganado el apodo de “la Nueva York del Priorat”, y es que salta a la vista lo curioso de sus edificios de hasta siete plantas que se abocan hacia el barranco de Scala Dei y que recuerdan a las casas colgantes de Cuenca.
Sus porches con arcos apuntados, su puente de doble arco sobre el río de Montsant y el riachuelo de Escaladei, además de su molino neoárabe y sus interesantes bodegas, son algunos de sus mayores atractivos. Destino predilecto de senderistas y amantes de la BTT, quien pare aquí no podrá resistirse a probar sus cocas de azúcar con matalahúva y cilantro.
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Prades
Por una carretera de bosques de castaños y encinas, las Montañas de Prades y en concreto el pueblo homónimo, se sitúan a unos 40 minutos de Montblanc. En medio de las montañas, Prades se asoma como la ‘villa roja’ por el color rojizo de sus construcciones y como un Bien de Interés Cultural por su conjunto histórico, rodeado por murallas.
Merece una visita especial la ermita de la Abellera, incrustada bajo una cueva en las rocas de la montaña. Y, para acabar y relajarse, en la plaza Mayor uno puede sentarse en una terraza frente la fuente renacentista.
Altafulla
El encantador pueblo costero de Altafulla tiene dos partes bien diferenciadas. Por un lado, su zona de playa, el Barri de les botigues (tiendas) con un paseo en el que se alinean antiguos almacenes y negocios de pescadores reconvertidos en casas.
Por el otro, en la parte más elevada de la localidad, se halla el Castillo de Altafulla, una estructura del siglo XVII bien conservada y circundada por un casco antiguo, la Vila Closa, declarado Conjunto Histórico Artístico de Interés Nacional y repleto de calles estrechas y empedradas, casas de época y una atmósfera medieval encantadora. Otros puntos de interés que visitar son la villa romana de Els Munts, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y la Ermita de Sant Antoni, ubicada en un bosque de pinares tras un agradable paseo.
Aiguamúrcia
En la comarca del Alt Camp, rodeado de viñas y bosques, se enclava Aiguamúrcia, una pequeña localidad con varios núcleos de población, el más famoso de los cuales es Santes Creus. Como curiosidad, este es el único pueblo que ha nacido a raíz de la construcción de un monasterio después de la exclaustración.
Su principal joya es el Monasterio cisterciense de Santes Creus, del siglo XII y declarado Monumento Nacional. El lugar, único por su belleza arquitectónica y paisajística, estuvo muy conectado con la realeza. Es por ello que en su interior se encuentran los sepulcros reales de Pedro III de Aragón, Jaime II de Aragón y Blanca de Nápoles.
MIRAVET
Ubicado en un peñasco junto al Ebro, el pueblo de Miravet se eleva con su belleza por encima de los 120 metros de altitud sobre el nivel del mar. Forma parte de la Ruta Domus Templi, que recorre el trayecto que hacían los Caballeros Templarios (desde Aragón hasta Valencia), y jugó un papel muy relevante en historia de la Península por su cercanía con el río.
Parte de esta ruta engloba la visita al Castillo Templario de Miravet. Además, uno también puede visitar las casas colgantes sobre el río y la iglesia Vieja de Miravet, asentada sobre los restos de una mezquita, así como el entorno natural que rodea la villa.
HORTA DE SANT JOAN
Dentro del Parque Natural dels Ports, este pueblo medieval cuenta con un conjunto histórico que le han hecho valerse el reconocimiento de Bien Cultural de Interés Nacional, sobre todo gracias a la iglesia románica-gótica del siglo XII y a sus callejuelas empinadas y estrechas.
Además, cuenta con el museo Picasso, la casa de la Encomienda y el Ecomuseo dels Ports, como también Lo Parlot, un olivo bimilenario declarado árbol monumental, ubicado a 500 metros de la salida de Horta, desde donde se pueden emprender rutas a pie.
MONTBLANC
A media hora de Tarragona en coche, se encuentra el mayor recinto amurallado conservado de Cataluña, concretamente en el pueblo de Montblanc. El esplendor de esta localidad, que en la actualidad es la capital de la comarca de la Conca de Barberà, se dio justamente cuando se construyó la muralla, entre finales del siglo XIII y principios del XIV, y los edificios civiles y religiosos que todavía perduran.
Una visita a Montblanc supone recorrer y adentrarse en la historia de las murallas y sus torres, pero también del convento de estilo gótico de San Francisco y de la iglesia románica de Santa María de Montblanc. La mejor manera de terminar la visita es paseando por la calle Mayor, donde otra iglesia se asoma, esta vez con una mezcla de estilo gótico y románico: la iglesia de San Miguel.
SIURANA
También en las montañas, Siurana se posiciona como el mirador más impresionante de la Costa Daurada. El castillo, la Iglesia románica y las callejuelas empedradas que conforman el pueblo, así como los restos de la fortaleza sarracena.
Está alzado en una cornisa rocosa, actuando de atalaya que preside el pantano de Siurana en medio de la sierra de Montsant y las montañas de Prades. Desde allí, uno puede observar las marcas del carruaje con el que, según la leyenda, saltó la reina mora Abdelazia cuando llegaron los cristianos. Aparte del paraje natural, donde se pueden practicar deportes de exterior, Siurana cuenta con una amplia oferta cultural.