Faltaban apenas dos días para llegar a Nueva York. Unas cuarenta y ocho horas para completar el viaje inaugural del Titanic, el transatlántico británico de la compañía White Star Line que, el 10 de abril de 1912, partió del puerto de Southampton con la intención de batir todos los récords, atracando en su destino antes de tiempo. Y, sin embargo, durante la cuarta noche en alta mar, el mal llamado “insumergible” colisionó con un iceberg y se hundió en las gélidas aguas del Atlántico, llevándose aquel ambicioso sueño y la vida de más de 1500 personas a las profundidades del océano.
Más de cien años después de que se produjera la tragedia marítima más famosa de la historia, un magnate australiano planea construir una réplica del Titanic que completará el viaje que el crucero original no llegó a terminar.
La fantasía de un magnate
Clive Palmer, el impulsor de este proyecto, anunció por primera vez sus planes de construir el Titanic II en abril de 2012, durante la celebración del centenario de la catástrofe en el puerto de Southampton. En 2018, Palmer retomó la idea, pero esta se vio nuevamente aplazada a causa de problemas de financiación a los que se sumó la crisis provocada por la pandemia del coronavirus.
En marzo de 2024, el empresario y propietario de la compañía de cruceros Blue Star Line se volvió a dirigir a los medios en una rueda de prensa organizada en la Ópera de Sydney en la que declaró: “Estamos muy contentos de anunciar que, tras retrasos imprevistos a nivel mundial, hemos vuelto a contactar con socios para dar vida al sueño del Titanic ll. Que comience el viaje».
Pese a que todavía no hay un astillero confirmado para la construcción del nuevo Titanic, Palmer calcula que las licitaciones se publicarán en junio de 2024, los contratos se firmarán en diciembre y la obra comenzará a inicios de 2025. De cumplirse este calendario, el Titanic II podrá surcar las aguas en junio de 2027, fecha prevista para el viaje inaugural.
Un nuevo Titanic, muy superior al original
Palmer ha avanzado que el Titanic II será “muy, muy superior al original”. El banco medirá 269 metros de largo y 32,2 de ancho, pesará unas 56.000 toneladas y tendrá capacidad para albergar a 2.345 pasajeros, repartidos en nueve cubiertas con 835 camarotes (la mitad de los cuales estarán reservadas para pasajeros de primera clase). El buque contará, además, con comedores de lujo, una piscina, baños turcos, un casino y un salón de baile, entre muchos otros atractivos.
La réplica mantendrá el mismo diseño interior y de cabina que el original, pero contará con un sistema de seguridad moderno y tecnología del siglo XX, además de “lo último en estilo y lujo”. En cuanto a la gastronomía, los pasajeros de primera clase podrán degustar las delicias del restaurante reservado para ellos, en cambio, los de tercera se tendrán que contentar con el estofado y puré que se servirá en las largas mesas del comedor común. Respecto a esto, un portavoz aseguró que también habrá otros menús disponibles para los pasajeros de tercera clase que deseen “una experiencia menos auténtica”.
Durante la rueda de prensa celebrada en Sydney, se proyectó un vídeo de ocho minutos que muestra la distribución del barco y el aspecto de las habitaciones, en el que aparecen actores vestidos de época. Tras la proyección explicaron que “se animará –que no obligará– a los pasajeros del Titanic II a vestirse de 1900” para recrear el ambiente del crucero original.
Un capricho de 1000 millones de dólares
Más allá del trayecto en sí mismo, el Titanic II pretende ofrecer a los pasajeros «un viaje en el tiempo sin parangón”, sumergiéndose de nuevo en la opulencia y el esplendor de la vida a bordo del Titanic original. “Millones de personas han soñado con navegar en él, verlo en puerto y experimentar su majestuosidad única. El Titanic II será el barco en el que esos sueños se hagan realidad” , afirmó Palmer en la presentación.
Este proyecto tendrá un coste aproximado de entre 500 y 1000 millones de dólares, un precio asequible para alguien que gana unos 500 millones de dólares al año en regalías mineras. De hecho, al ser preguntado por la suma económica que supondrá la construcción del Titanic II, Clive Palmer afirmó: “Lo voy a hacer. Es mucho más divertido hacer el Titanic que sentarse en casa y contar dinero”.
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